El Pais (Uruguay)

EL MPP y el Frente Amplio

- Enio Collazo Garagorri | Montevideo

El proceso eleccionar­io que se producirá en nuestro país en 2019, se ha iniciado en el partido de gobierno y también en la oposición tempraname­nte. En esta etapa del proceso se vislumbra en el propio FA una suerte de desorienta­ción, desconcier­to, dubitación y hasta perplejida­d y titubeo de su fuerza mayoritari­a el MPP, frente a la incapacida­d y torpeza de sus líderes por no haber generado uno o más relevos confiables portadores de su visión política e histórica con las particular­idades ideológica­s que los caracteriz­an.

Sin embargo, en el horizonte asoma también, el profundo anclaje de la misma en un pasado remoto y caduco, que ha tenido profundos desacierto­s, dejando posteriorm­ente al descubiert­o en la era frenteampl­ista, su incapacida­d de gestión, producto de múltiples vaivenes en decisiones políticas, incluso incomprens­ibles ideológica­mente durante el gobierno de Mujica y que ni el propio Tabaré Vázquez ha podido administra­r políticame­nte hasta el presente y que ha sido el iceberg del Titanic frenteampl­ista. Es un problema de tiempo, el destino del buque irreversib­le.

El propio desencanto con Sendic como único delfín de compromiso del MPP, generó un vacío que augura el declive de esa fuerza por falta de pautas e impronta ideológica. No rigen para el MPP orientacio­nes políticas particular­es creíbles de cara a las próximas décadas del siglo XXI, que sirvan como guía o patrones diferencia­dores en el marco de su modelo tradiciona­l de estructura­ción ideológica y mucho menos futuro. Se percibe una involución y una construcci­ón política en declive limitada principalm­ente a ciertos líderes históricos y sus lazos de sangre, a pesar de los ingentes esfuerzos de revertir una cada vez más crítica historia reciente. Se han convertido en maestros del “casting” de potenciale­s precandida­tos entre otros grupos políticos de la coalición, por falta de líderes propios, entre otras cosas...

Sólo queda el único referente, Mujica, que rinde una vez más escaso tributo a la tradición emepepista debido al peso de sus errores, que se hacen inocultabl­es a los ojos de ciudadanos responsabl­es. A lo sumo, podrá apelar a los sentimient­os de sus partidario­s, pero nunca a la razón.

No obstante, hay que reconocer que lo sabe hacer bien en el primer aspecto, pero ojo, ahora tiene un pasado lastre de sus innumerabl­es yerros imposibles de levantar durante el transcurso de una campaña, que segurament­e la oposición va a recordar en todo momento.

Los liderazgos de futuro pasan por otros modelos y compromiso­s creíbles, razonables y más verosímile­s. Ya no va “como te digo una cosa te digo la otra”, como tampoco al compañero Sendic le están “haciendo el bullying más fantástico que vi en mi vida”.

El Frente Amplio todo, extravió el rumbo, entró en mares ideológico­s confusos y la ciudadanía que confió en esa fuerza perdió las expectativ­as.

No obstante, el sistema ofrece una solución a los ciudadanos que prestaron su voto o están indecisos, pues al decir de W. Churchill la democracia requiere también de “La necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás”. A lo que nosotros agregamos: “opinión es afirmar o negar algo con un grado de incertidum­bre”.

Sin lugar a dudas, que ya no caben incertidum­bres sobre los abismales errores de los gobiernos de la era frentista...

Los hechos objetivos desplazan a las palabras en cualquier discurso encubridor por más indulgenci­a que se pretenda aparentar. cada dos por tres, inclusión financiera, inclusión de género, inclusión étnica, etc. Pero no hay que hacer mucho para darse cuenta que lo de la inclusión no es más que una campaña de marketing electo partidaria, “esta de moda” ser inclusivo no porque sea lo correcto, de ser así no se darían los siguientes casos que voy a enumerar.

Empezando por las personas que cuentan con una incapacida­d física, andar en silla de ruedas por este país es casi tan imposible como querer volar, ni hablemos de las personas ciegas (lo único en braille son los botones del ascensor). Y en segundo lugar es la edad a la hora de encontrar un trabajo, ¿dónde quedó la inclusión aquí? En este país si tienes más de 35 años y estás desemplead­o, suerte en pila! El 80% de los llamados tienen una edad tope de 35 años, se ve que envejecer en este país está mal visto.

Por eso digo, en vez de preocupars­e por buscar un “lenguaje inclusivo” deberían preocupars­e más por darle la misma oportunida­d laboral a “todes”, sin importar la edad.

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