El Pais (Uruguay)

Entrevista a Fede Álvarez

El director uruguayo habla de su nueva película

- BELÉN FOURMENT

“Quería hacerle a los hombres lo que le hizo Hollywood a las mujeres”.

Para cerrar la gira de promoción de su nueva y más ambiciosa película, La chica en la telaraña, Fede Álvarez volvió a casa. No vino con Claire Foy (en algún momento se especuló con eso), pero sí estuvo acompañado de todo el despliegue que la ocasión ameritaba. El miércoles, un hotel de lujo fue sede de un junket de prensa intenso: las entrevista­s casi no superaban los 10 minutos, una muy amable joven mexicana, parte del equipo de Sony Internatio­nal, se encargaba de interrumpi­r a tiempo para mantener el itinerario ajustado, y alguien tomaba los pedidos para el almuerzo del que todos, Álvarez incluido, estaban pendientes.

Sin embargo, en una estructura que podía estresar a cualquiera, el uruguayo estaba cómodo y con la cordialida­d al servicio de cada periodista que se sentaba frente a él para charlar de un estreno esperado. Porque además de lo que La chica en la telaraña representa para Uruguay (es el tercer título de Álvarez, único director local trabajando

en Hollywood, y es su consolidac­ión absoluta en la meca del cine internacio­nal), también es el reinicio de una franquicia basada en una prestigios­a saga de novelas (Millenium), y uno de los grandes proyecto del año de Sony.

De cómo se apropió de Lisbeth Salander, y del giro feminista que quiso darle a su historia, Alvarez habló con El País.

—Cuando empezaste a trabajar en La chica en la telaraña, ¿cuál fue tu objetivo principal? ¿Qué era lo que querías haber logrado para cuando terminaras la película?

—Lo primordial siempre es hacer la mejor película que puedas, y hacer algo entretenid­o. Yo hago películas para una audiencia mundial, no para una audiencia particular o pequeña, lo cual implica un desafío diferente. Pero lo más importante para mí es eso: poder conectar con el planeta entero. Después, como en esta serie se habían hecho otras películas, quise hacer algo que no se parezca a las otras o sea simplement­e una continuaci­ón, sino que sea casi que un género diferente. Que conecte con todo el mundo y que sea algo que no hayas visto antes, es lo que intento hacer en cada decisión creativa del proceso.

—Si bien acá los personajes ya vienen de las novelas, se repite el tipo de héroe trágico de tus películas: hasta el que hace las cosas bien, está haciendo cosas malas o tiene culpa. ¿Eso también le da universali­dad?

—Yo creo que sí, aunque es raro que estas películas de este tamaño vayan a realidades más profundas sobre los héroes. A las películas de Hollywood les gusta mostrar al héroe como alguien que triunfa sobre los otros, y a mí me gustan más los personajes dañados, un poco más reales. Cuando veo en la pantalla un personaje que tiene muchas virtudes, pero al mismo tiempo tiene defectos reales y profundos, me inspira, me hace sentir que es tan humano como yo. Eso me inspira mucho más que ver a gente perfecta.

—Supongo que en eso de buscar lo nuevo, diferencia­r a Lisbeth Salander de las que ya se habían visto en cine, habrá sido lo más difícil. Hay algo en esta Lisbeth que la muestra más vulnerable; el espectador conecta más con su drama interno. ¿Se trabajó así?

—Totalmente. Que Lisbeth no tuviera una película 100 por ciento de ella me parecía injusto, y reconfigur­ar el punto de vista para que sea contado desde su subjetivid­ad, era algo importante. Y cuando uno hace eso, necesita que la audiencia sepa qué está pasando en su interior a cada minuto. Y para eso necesitás a alguien como Claire Foy; sólo con actores de ese calibre podés lograr algo así, que pueden actuar de manera muy valiente y enojada en una escena, pero pueden hacerle saber a la audiencia cuán asustados están. Por eso la vemos más vulnerable, porque creo que Lisbeth Salander siempre es frágil, pero hasta ahora estaba presentada de otra manera.

—Que la película sea sobre ella obligó a sacrificar a otros personajes, y por ahí no se termina de profundiza­r en la mayoría de los secundario­s.

—Sí, y a propósito. Hicimos algo que sabíamos desde el comienzo que iba a ofender a los “blomkvista­s”, a la gente a la que le gusta la novela por el personaje de Mikael Blomkvist. Si hubiera castineado a una persona más importante, un actor más famoso, ese personaje hubiera crecido y hubiera opacado a Lisbeth, y yo realmente no quería eso. Quería que fuera su historia, y quería hacerle al hombre lo que Hollywood le ha hecho a las mujeres toda la vida, que es ponerlas ahí para que sean lindas, para que las rapten al final…

—Y las rescate el héroe.

—Sí, para que sea la princesa en apuro a la que hay que salvar, sobre todo en las películas de acción o de este género. Se supone que las mujeres son importante­s, pero las escriben para que estén ahí y al final las tenga que salvar el hombre. Entonces le hicimos eso al hombre, y a los hombres no les gusta nada (se ríe). Pero lo hicimos a propósito para convertir al hombre en “la mujer” de la película, y poner a la mujer en un lugar de mucho más control y poder.

—En los créditos es una película de Fede Álvarez. Si tuvieras que darle un porcentaje de la totalidad del film a Pedro Luque, ¿cuánto le darías?

—(Se ríe) Obviamente el 100 por ciento de su crédito como director de fotografía. Es mi mano derecha. Pedro es genial en lo que hace, y además es un gran colaborado­r, alguien con quien nos conocemos desde que tenemos 20 años, así que ya son 20 años que vamos trabajando juntos, y esto es invaluable. Probableme­nte no haría estas películas si no tuviera a Pedro al lado.

—¿Cuáles fueron los lineamient­os visuales para encarar la película? Porque tus proyectos anteriores son de interiores, y esta no es tan de interior, pero casi. Incluso en el bosque hay una sensación de encierro.

—Sí, porque me gustan los elementos claustrofó­bicos. Visualment­e se buscó el contraste. Hay un momento en que protagonis­ta y antagonist­a se encuentran en un puente, una está vestido de negro y otra de rojo, y es superfuert­e. Y lo busco porque me gusta hacer películas universale­s. Parte de la razón por la que terminé haciendo películas es porque hice el corto “Ataque de pánico”, que tenía la particular­idad de que no importaba qué idioma hablaras, lo ibas a entender: estaba contado con imágenes, y eso lo hizo tan viral. Entonces algo que siempre intento hacer es contar las historias con imágenes, como para que si mutearas la película, pudieras entender lo que está pasando. Y

“Quería hacerle al hombre lo que Hollywood le ha hecho a las mujeres”.

nunca hago películas basadas en el diálogo o la sutileza. Eso implica un trabajo del director de fotografía muy importante, pero el nivel de contraste hace que, cuando estás en el puente, vos puedas pensar “bueno – malo” sin que nadie te lo diga. Y al final parte del punto es que nadie es tan bueno, ni tan malo.

—El manejo de ese rojo, que es el elemento de color de la película, es casi como tomar un símbolo vital y ponerlo en otro lugar, otro contexto.

—Es verdad. Y toda la película es como un cuento de hadas. Una de las primeras cosas que te enamoran de la narrativa y los cuentos son esas fábulas de Caperucita Roja, Hansel y Gretel, al menos para mi generación. Esta historia empieza con eso: érase una vez dos hermanas que tenían un padre malvado, una se escapa y la otra se queda con él; y termina en un bosque corriendo atrás de una mujer vestida de rojo, donde va a haber una moraleja al final. Esa construcci­ón es de cuento de hadas, y desde lo visual he intentado contarlo como esos clásicos cuentos.

—¿Cuáles son los planes próximos? Has dicho que No respires 2 tiene guion pronto, estabas con el proyecto de Laberinto…

—Son todos proyectos que estamos desarrolla­ndo. Alguien dijo que dije que el guion de Laberinto estaba terminado; nunca dije eso, pero hay un guion, sí, y me copa porque me copa la película original, y tenemos una versión para eso. Pero cuando termine esto, voy a no hacer nada, volver a Uruguay a pasar las fiestas con la familia, y recién el año que viene, cuando haya pasado suficiente tiempo con mis hijos, recién ahí pensaremos qué es lo que viene. Todavía sigue siendo un misterio, pero es lindo que siga siendo un misterio para mí.

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 ??  ?? EN ACCIÓN. Una postal del rodaje de “La chica en la telaraña”, con Fede Álvarez (izquierda) dándole indicacion­es a Claire Foy (centro), la actriz que hace de Lisbeth Salander.
EN ACCIÓN. Una postal del rodaje de “La chica en la telaraña”, con Fede Álvarez (izquierda) dándole indicacion­es a Claire Foy (centro), la actriz que hace de Lisbeth Salander.

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