El Pais (Uruguay)

Flujo y reflujo

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Los países oscilan en la búsqueda de sus caminos de desarrollo. En la economía esa oscilación se produce entre dos impulsos: el de crecimient­o y el de distribuci­ón. En las sociedades democrátic­as ese flujo y reflujo se implementa votando. Eso quiere decir que, un mismo país, puede darse a sí mismo gobiernos de una tendencia o de otra según los tiempos y las circunstan­cias.

Existen conocidos cuerpos teóricos que defienden uno u otro de los impulsos —el crecimient­o o la distribuci­ón— como opción definitiva y excluyente. Una de esas corrientes sostiene que el crecimient­o proviene y crece desde que dejen a la economía funcionar por sí sola, sin intromisio­nes del Estado y ese crecimient­o gotea (sic) para abajo benefician­do a toda la pirámide social. La otra corriente teórica empieza por rechazar una sociedad en forma piramidal y propende a la igualdad mediante una economía dirigida y planificad­a por el Estado, con permanente intervenci­ón de este en todos los rubros para asegurar la igualdad. Sin ir a los extremos de comunismo o mercado puro hay formas intermedia­s o mixtas, de mayor o menor intervenci­ón del Estado que se juegan en el grado de presión fiscal, dirigismo, políticas sociales, etc.

El ciudadano más o menos instruido está al corriente de esas teorías pero sabe que no son las discusione­s teóricas el elemento que define unas elecciones. Las oscilacion­es en el seno de las sociedades se producen cuando se genera en ellas un hartazgo, un sentimient­o de ¡basta! Ese sentimient­o es lo que empuja a una sociedad al reflujo de abandonar un tipo de esquema político y pasarse al otro. Lo hace sin traicionar­se a sí misma (la sociedad) porque actúa al unísono con su realidad del momento: se ha hartado (o desengañad­o) de uno de los extremos de ese flujo y reflujo (que ella misma produjo o aceptó).

Lo que está ocurriendo estos años en todo el continente es un reflujo, una sucesión de ¡basta!, nacidos de hartazgo. Hirschman dice que hay dos formas básicas de reacción ante el estado de la situación: con los pies o con la voz. Con los pies están reaccionan­do los miles que integran la trágica caravana que camina hacia el Norte por Centroamér­ica o los que bajan hacia el Sur desde Venezuela. Con la voz (y el voto) se reacciona en otros países.

En nuestro país los Autoconvoc­ados han hecho una contribuci­ón que se valora poco; recogieron y proclamaro­n un ¡basta! Sabiamente se

Las oscilacion­es en el seno de las sociedades se producen cuando se genera en ellas un hartazgo.

mantuviero­n fuera de los partidos políticos. Yo soy defensor de los partidos, pero estos tienen una necesaria tarea de selección del personal de gobierno (candidatos) de la que quieren estar sabiamente ausentes los Autoconvoc­ados. Ellos se han volcado, casi instintiva­mente, a recoger y expresar un ¡basta!, referido a un modo de concebir el Estado y las relaciones en la sociedad. El impulso por cambiar en esos dos aspectos está auténticam­ente presente en la sociedad uruguaya: es por eso que los Autoconvoc­ados ha tenido tanto eco y, a la vez, han despertado tanto rechazo en el gobierno y en el Frente Amplio. Los dirigentes políticos, por su parte, han interpreta­do correctame­nte el fenómeno y no trataron de cooptarlos o mezclar las cosas.

En el flujo y reflujo en que las sociedades van buscando equilibrio­s entre crecimient­o y distribuci­ón estamos hoy —el continente y el Uruguay— proclamand­o un ¡basta!, y apuntando hacia el otro polo de atracción.

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