Otro traspié para May en el proceso del Brexit
▃▃ En la novela del Brexit, el capítulo de ayer martes fue un duro golpe para la primera ministra Theresa May. Por 311 votos a favor y 293 en contra, la Cámara de los Comunes aprobó una “moción de desacato” sin precedentes contra el gobierno por haberse negado a proporcionar en su totalidad los informes legales sobre el acuerdo de Brexit.
“El ejecutivo se está negando deliberadamente a cumplir una orden vinculante de esta cámara”, afirmó el laborista Keir Starmer, autor de una moción que ahora obliga al gobierno a hacer público ese material.
Los legisladores habían exigido en noviembre conocer esos informes en su totalidad antes de la votación del 11 de diciembre, en que debe ratificar o rechazar el texto. Pero el lunes, el fiscal general Geoffrey Cox solo presentó un resumen, alegando que se trataba de documentos confidenciales.
El acuerdo sellado por la primera ministra con sus 27 socios de la UE, al término de 17 meses de tensas negociaciones, prevé, entre otras cuestiones, un período de transición que puede prolongarse hasta finales de 2022 durante el cual Reino Unido sigue sometido a las reglas europeas pero sin voz ni voto. Y un complejo sistema denominado backstop, o “red de seguridad”, para evitar instaurar una frontera dura entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que muchos diputados temen mantenga al país inevitablemente atrapado en Europa.
La “moción de desacato” mostró la creciente fragilidad del gobierno de May ante un Parlamento hostil, cuando se inician cinco días de acalorado debate sobre el acuerdo del Brexit, a menos de cuatro meses para la fecha prevista para el divorcio: el 29 de marzo.
“El pueblo británico quiere que avancemos con un acuerdo que honre el resultado del referéndum” de 2016, en que un 52% votó por salir de la UE “y nos permite volver a unirnos como país, independientemente de lo que votó cada uno”, debía decir May, según extractos de su discurso avanzados por Downing Street.
En un país profundamente dividido, el acuerdo sellado entre Londres y Bruselas desagrada tanto a los proeuropeos, que ven condiciones peores a las actuales, como a los euroescépticos, convencidos de que hace concesiones inaceptables a la Unión Europea.
Choca así con el rechazo de la oposición laborista, de los eurófilos del centrista Partido Liberaldemócrata, de los independentistas escoceses, del pequeño partido unionista norirlandés DUP —en el que May se apoyaba para gobernar— y de decenas de diputados rebeldes del Partido Conservador de la primera ministra.