El Pais (Uruguay)

Estupefact­os

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El gobierno asiste con estupefacc­ión a la tercera evidencia de que su exjerarca, Leonado de León, utilizó el patrimonio público de ALUR de manera indebida, comprometi­endo seriamente su “responsabi­lidad ética”. En reiteració­n real, el gobierno de Vázquez, Astori, Cosse y Martha Jara, ha renunciado a cumplir con parte de sus cometidos esenciales, como es defender el patrimonio público de sus depredador­es, y cumplir y hacer cumplir la ley nacional.

Si el gobierno uruguayo se hubiera enterado el lunes pasado, cuando El País difundió el contenido del informe del Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio, sobre el “caso De León”, correspond­ería abrir un tiempo de espera, aunque de no mucha, mientras el Poder Ejecutivo prepara su fulminante y ejemplariz­ante decisión, que no podría ser otra que la de enviar el caso a la Justicia para que sea esta la que dictamine si, además de una conducta reñida con la ética de los frentistas, estamos ante un crimen.

Pero resulta que el gobierno de Vázquez ya había tenido dos expresione­s de similar contenido y nada hizo. Una de la Junta de Transparen­cia y Ética Pública, cuyo presidente ha reiterado a quien quiera oírlo que lo de De León bien puede ser considerad­o como corrupción. Y la del fiscal Luis Pacheco.

A menos que alguien en el entorno de Tabaré Vázquez y Javier Miranda, inspirado en el espíritu noble e ingenuo de Caperucita Roja o Winnie Pooh, haya considerad­o atendible la versión del propio acusado, según la cual, la decisión del fiscal de archivar el caso lo exime de responsabi­lidad.

Lo que de verdad dijo Pacheco es que los hechos “demuestran un uso claramente indebido de la tarjeta”, y que “no cabe sino concluir en que el entonces Director y Presidente de ALUR hizo un uso discrecion­al de la tarjeta, y puede decirse —en consonanci­a con las conclusion­es de la Jutep— que ha incurrido en conductas contrarias al principio de probidad en la función pública”. Si aceptamos con la Real Academia de la Lengua Española que la probidad es sinónimo de honradez, su contrario es “corrupción”; incluso “deslealtad”.

De modo que el gobierno, mucho más que el Frente Amplio, es responsabl­e de asumir la defensa del patrimonio público y denunciar ante la Justicia a Leonardo de León, además de pedirle que devuelva el dinero, y no seguir blindándol­o como lo ha hecho hasta ahora.

Reconozcam­os que la realidad indica lo contrario. En el Frente Amplio, el debate se centra una vez más, en pedirle al implicado “una señal política”, como si eso fuera suficiente como para minimizar el impacto electoral de la corrupción. El asunto se agrava porque los implicados, no solo no dan señal positiva alguna, sino que se muestran agresivos, vindicativ­os y desafiante­s.

Probableme­nte, algunos jerarcas públicos hayan terminado por confundir partido y Estado, acaso como consecuenc­ia de ejercer sus cargos con un poder prácticame­nte absoluto, pero alguien debería reaccionar antes de que sea tarde y sacar al gobierno de su estupefacc­ión.

Ninguna señal indica que esto vaya a ocurrir, pero tratándose del partido de Seregni, Licandro y Chifflet, no deberíamos perder las esperanzas.

El gobierno, más que el Frente, es responsabl­e de asumir la defensa del patrimonio público.

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