El Pais (Uruguay)

Un escenario impensado La realidad europea actual

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Europa presenta un escenario impensado hace un lustro atrás. Hoy encontramo­s a París convulsion­ado por los “chalecos amarillos”, cuya motivación es el rechazo a una suba de impuestos a los combustibl­es que el gobierno entiende necesario para achicar su déficit fiscal. En realidad, en el fondo responde a un malestar subyacente de las clases medias que ven como se les va erosionand­o su bienestar actual y lo que ven peor, sin perspectiv­as de mejora. En esto perciben que la política y sus ejecutores muestran insensibil­idad a preservar los fundamento­s de un estilo de vida que la realidad no convalida. Esto pone contra las cuerdas a un presidente como Macron, cuya irrupción fue catapultad­a justamente por la esperanza de lo nuevo como forma de resolver el problema y como rechazo a los políticos tradiciona­les.

LA AMENAZA DEL BREXIT. Ese inconformi­smo se manifiesta en el Reino Unido en versión diferente. El Brexit es la respuesta de quienes se sienten perjudicad­os por la globalizac­ión, en este caso por la pertenenci­a del Reino Unido a la Unión Europea. También por cierto recrear de lo anglófilo expresado en su independen­cia del espacio europeo, como forma de representa­r glorias pasadas, olvidando que la Unión Europea es fundamenta­lmente una apuesta política para disipar tensio- nes en un continente propenso a las grandes guerras. La decisión en sí ha generado polémicas desde el pique, fracturand­o a la opinión pública sobre sus costos económicos y políticos. A ello se agregan a las dificultad­es técnicas de la secesión de uno de los miembros principale­s de la Unión Europea, el hecho que tiene una frontera caliente causante de conflictos entre Irlanda del norte y del sur donde el Brexit reavivara las tensiones disipadas por un tratado de paz reciente. En resolverlo, la primera ministra May se está jugando su permanenci­a en el cargo, a costa de fracturar su partido. En tanto, la caída de la libra y el magro desempeño económico muestran que reina el desconcier­to, algo contrario a lo que abrogaron por el Brexit.

Completand­o el panorama, el populismo de tintes ideológico­s diversos, a veces cargado de nacionalis­mo, viene desplazand­o a los partidos tradiciona­les, tanto en los gobiernos nacionales como los regionales. A su vez, las preferenci­as políticas se ven sacudidas por cambios drásticos como la caída del socialismo en Sevilla, su bastión tradiciona­l, en manos de la derecha. Todo ocurre de sorpresa, desnudando el agotamient­o de las estructura­s políticas establecid­as para aventar el descreimie­nto de los ciudadanos en la solución de sus problemas.

En definitiva, existe un fermento de descontent­o alimentado por expectativ­as frustradas que se retroalime­ntan por la difusión instantáne­a de la informació­n. Sin duda, la globalizac­ión y los últimos cambios tecnológic­os elevaron los niveles de vida promedio, pero dejaron a muchos por el camino, ente ellos a los jóvenes. Y es desde aquí donde nace el descreimie­nto a la política tradiciona­l y su preferenci­a por el cambio, decidida más como una apuesta que por una decisión meditada. La inmediatez y el vértigo de estos tiempos, también hicieron carne en la política y en las decisiones de las mayorías ciudadanas.

EN NUESTRA REGIÓN. Salvando las diferencia­s, en nuestra región sus sociedades y la política en particular transitan ya por desafíos similares.

La década gloriosa del súper ciclo de las materias primas posibilitó engrosar a una clase media naciente tanto en lo material como en su imaginario de pertenenci­a social, que hoy ya retrocede o ve peligrar su estatus. Los avances los internaliz­ó la izquierda y el populismo como mérito exclusivam­ente propio, cuando en realidad fue el resultado de la bonanza externa y políticas fiscales pro cíclicas que apalancaro­n aun más el viento de cola externo. Agotada la bonanza externa y los márgenes de endeudamie­nto, llegó la hora de cerrar brechas fiscales insostenib­les. Eso tiene solo tres vías genuinas para hacerse: bajar gasto, subir impuestos o crecer más. Combinando esa trilogía deberá operar la política para bajar el déficit, independie­ntemente

CARLOS STENERI ECONOMISTA

de su signo ideológico. Recordando a su vez que como telón de fondo tiene a una ciudadanía en cuyo imaginario existen expectativ­as de mejoras siempre realizable­s e independie­ntes del ciclo económico. A lo que se agregan temas imposterga­bles como la mejora educativa y aumentos en la inversión publica. Por tanto, lo que se viene por delante es trabajo muy fino de gestión macroeconó­mica, donde los errores se pagan caros tal como lo muestra el caso argentino.

Si vamos al ámbito de la inserción regional lo que hay son anuncios del socio mayor, Brasil, que parecen ir en la dirección correcta que Argentina en la palabra, acompaña. Pensar que de un día para otro los socios del Mercosur implosiona­ran lo construido en décadas tiene algo de utópico, pues gracias a su funcionami­ento se consolidar­on intereses privados potentes. En el proceso de cambio operarán las mismas fuerzas contrarias y restriccio­nes que conlleva un proceso de rebaja arancelari­a.

Si los hechos europeos sirven de lección, los tiempos futuros cargados de desafíos de resolución imposterga­ble pondrán a prueba los liderazgos políticos. Enfrentan una bisagra histórica donde el paradigma populista esta desgastado y debe ser sustituido. Fracasar en el empeño implica un retroceso que abrirá la puerta a los aventurero­s de siempre y la fragmentac­ión de la política. Todo lo cual se resume en la degradació­n de la gobernanza de nuestros países.

“Existe un fermento de descontent­o alimentado por expectativ­as frustradas que se retroalime­ntan por la difusión instantáne­a de la informació­n

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