El Pais (Uruguay)

SECRETOS DE LA SALUD DE SCHUMACHER

El 29 de diciembre se cumple un lustro del grave accidente que cambió todo para el piloto

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No está postrado en una cama ni conectado a una máquina.

El 29 de diciembre se cumple un lustro desde el accidente fatal que dejó al piloto de la Fórmula 1, siete veces campeón del mundo, debatiéndo­se entre la vida y la muerte. Michael Schumacher esquiaba en los Alpes franceses sin casco aquella mañana de domingo cuando su cabeza colisionó contra una roca. El servicio de socorro lo llevó de inmediato al nosocomio más cercano, Moutiers, pero en la tarde empeoró su situación y debió ser trasladado al Centro Hospitalar­io de Grenoble.

“Sufría un traumatism­o craneal grave con coma a su llegada, que ha necesitado inmediatam­ente una intervenci­ón de neurocirug­ía. Se encuentra en estado crítico”, daba cuenta el primer parte médico oficial.

Aquel traumatism­o craneoence­fálico con hematomas intracrane­ales y edema cerebral difuso obligó a una segunda cirugía en pocos días.

Desde entonces, todo se manejó con total hermetismo. Su esposa Corinna Bresch exigió a sus familiares y amigos que guardaran silencio sobre la salud del expiloto alemán apodado Káiser que este 3 de enero cumplirá 50 años, y que llegó a pesar menos de 45 kilos post accidente.

El Daily Mail publicó días atrás un informe con datos actuales sobre la situación de Michael Schumacher. El piloto no está postrado en una cama, ni necesita estar conectado a un respirador artificial para mantenerse con vida, según los datos brindados por el periódico inglés.

Un equipo compuesto por 15 médicos y enfermeros lo cuidan y velan por su evolución. Su familia desembolsa 55 mil euros por día para costear el tratamient­o del piloto que amasó una gran fortuna, y logró superar el récord de Ayrton Senna al obtener el Gran Premio de San Marino en 2006.

El diario británico tiró por tierra los rumores que hablaban de que Schumacher estaba internado en un hospital, y confirmó que se le mandó a construir una suerte de clínica ubicada al lado de su mansión valuada en 50 millones de euros, y ubicada en la ciudad suiza de Gland.

HERMÉTICA ESPERANZA. Este alemán que arriesgaba el pellejo en cada carrera, nunca estuvo al borde de la muerte por algo ocurrido dentro de una pista de Fórmula 1, pero el accidente de esquí que lo dejó en coma por seis meses no fue el primer susto que dio a su familia.

Sufrió un siniestro en el Circuito de Cartagena (Murcia) mientras practicaba uno de sus hobbys favoritos, el motociclis­mo, en 2009. Esa vez, tuvo contusione­s en el cuello, la muñeca y el tórax, pero el médico Francisco Martínez anunció rápidament­e que su estado no era grave en comparació­n con la “aparatosid­ad del golpe”.

Schumacher no estaba solo aquel 29 de diciembre de 2014, lo acompañaba­n su esposa Corinna Bresch, y su hijo mayor Mick, hoy piloto, campeón de Fórmula 3, y corredor del equipo de Prema en Fórmula 2. Mick tenía 15 años, lo vio todo, y fue el primero en salir al rescate de su padre.

Siempre se manejó con la misma discreción que su familia, pero sus allegados saben que le cuesta lidiar con la situación.

“Mick no dice que esté triste por su padre. Solo dijo que a veces es difícil”, señaló su amigo Nicklas Nielsen en una entrevista concedida al diario BT el pasado 21 de noviembre.

Nicklas no fue el único que se refirió al máximo campeón de Ferrari (ganador de cinco de los seis títulos de esta Scudería) por estos días. Hace algunas semanas, Jean Todt, presidente de la Federación Internacio­nal del Automóvil (FIA), confirmó que estuvo con Schumacher en Suiza, y aunque fue escueto en sus comentario­s, dio a entender que está consciente y entiende.

”En realidad, siempre soy cuidadoso cuando hablo. Pero sí, es cierto que vi el Gran Premio de Brasil con Michael en Suiza”, dijo Todt.

“Nos está enviando señales desde su planeta distante”, dijo a The Sun un amigo íntimo de la familia hace pocos meses. Aseguró, además, que sus seres queridos “están a la espera de un milagro médico” y confían que se producirá pronto.

Uno de los primeros en hablar sobre el Káiser fue el arzobispo alemán Georg Gänswein en 2016. En diálogo con la revista Bunte, contó su impresión al tenerlo mano a mano dos años después del fatal accidente.

“Me senté frente a él, lo toqué con ambas manos y lo miré. Su cara, como todos sabemos, es la típica cara de Michael Schumacher, sólo se ha vuelto un poco más rellena”, dijo.

Agregó que él era consciente de que estaba muy bien rodeado: “siente que a su alrededor hay gente que lo ama, que se preocupa por él y, gracias a Dios, mantiene alejado al público demasiado curioso. Una persona enferma necesita discreción y comprensió­n”.

SABIAS PALABRAS. La familia Schumacher compartió en su sitio web la última entrevista que el piloto concedió un mes antes del accidente. Ahí contó que su campeonato más emotivo había sido Suzuka en el 2000 con Ferrari.

“Después de 21 años sin Mundiales para Ferrari y cuatro años para mí sin conseguirl­o, finalmente ganamos una carrera excepciona­l, y logramos el gran campeonato”, dijo aquel 30 de octubre de 2013.

Bajó a tierra su carácter de ídolo, más allá de los récords. “Las dudas creo que son muy importante­s para no tener demasiada confianza, ser escéptico, buscar mejoras y dar el siguiente paso. Siempre he pensado, ‘no soy demasiado bueno, tengo que trabajar más’. Creo que esa es una de las claves para convertirm­e en lo que me he convertido”.

Fue siete veces campeón del Mundo en Fórmula 1: dos con Benetton y cinco con la Escudería Ferrari.

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RÉCORD. Schumacher superó los cinco campeonato­s conseguido­s por Juan Manuel Fangio.

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