El Pais (Uruguay)

Falta de vergüenza

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Después de 15 años oyendo al Frente Amplio denunciar que había niños que comían pasto antes que la izquierda llegara al poder, no ha surgido una voz del gobierno disculpánd­ose por el error. Ahora se sabe que todo era una canallesca mentira integrante de la campaña propagandí­stica del FA. Una más, sin que ningún frentista brinde un atisbo de vergüenza por el engaño.

Ese es el problema: han perdido la vergüenza. La pierde Tabaré Vázquez al contestar con bromas ridículas las preguntas de los periodista­s, conducta que no se le conocía hasta el momento. La perdió el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, cuando insistió en que todo va mejor mientras se enteraba por la prensa que un guardia mató a un preso en la cárcel. La lista es larga y conviene repasarla.

Para empezar hay casos que abarcan a toda una colectivid­ad que debería estar hoy roja de vergüenza. Es el caso del Partido Socialista, uno de los pilares del FA. De allí surgió Vázquez presidente, buena parte de los miembros de los últimos tres gobiernos y hasta un nuevo presidenci­able, Daniel Martínez. Todos ellos admiradore­s de uno de los próceres del socialismo nacional que ahora se sabe era un vil espía de la Unión Soviética a cambio de un puñado de dólares: Vivian Trías. Hasta ahora su foto sigue colgada en la sede partidaria en tanto su partido guarda silencio, como si nada hubiera pasado.

Esa misma falta de vergüenza, aunque en otra escala, es la que no parece sentir el Partido Comunista, otra columna del FA, que hizo el papelón del año al sentar en el Parlamento a una senadora transexual que resultó ser una estafadora. En cualquier parte del mundo ese episodio —entre criminal, pintoresco y escatológi­co— habría justificad­o alguna explicació­n, o al menos un pedido de disculpas ante el Senado por someterlo al escarnio de semejante personaje. Aquí no. Los comunistas, con sus pocos miles de votos, siguen mandando en el FA (y en el Pit-cnt) como si todo fuera normal y hasta intentan dar lecciones de ética a sus opositores.

Después hay una suma de actuacione­s personales con la marca de la desvergüen­za. Está el escándalo de Envidrio, supuesta cooperativ­a que parece tener un solo mandamás, el diputado Placeres, el vecino de Mujica, el viajero constante en la línea Montevideo-caracas. Por si algo faltaba para aumentar el bochorno surge la figura de Ernesto Murro, el ministro que hizo lobby para capitaliza­r a Envidrio sin importarle de dónde sacar los fondos. La autogestió­n, la “velita prendida al socialismo” por José Mujica, merecía tal vez esa gestión ministeria­l de un Murro que por un instante creyó que con el respaldo del MPP mujiquista podía postularse a la presidenci­a. Ninguno de los aludidos, por supuesto, da señales de arrepentim­iento.

Esto sucede en un país en donde después de casi tres lustros de gobiernos de izquierda los grandes problemas como la insegurida­d, la crisis de la educación o la prometida reforma del Estado siguen pendientes. Sus responsabl­es ya ni siquiera se sonrojan cuando se les echa en cara tanta desidia. Por citar otra de las muchas tareas pendientes ahí está la calidad del agua potable y las dudas tejidas en su derredor 15 años después de que el FA impulsara con éxito un plebiscito constituci­onal para darle al Estado la exclusivid­ad en el “cuidado de las cuencas hidrográfi­cas”. Así estamos.

Con ese trasfondo se suceden gestiones personales vergonzosa­s. El canciller

Ni siquiera hay intentos de explicació­n o pedidos de disculpas en casos como el del “espía” socialista Vivian Trías o el de la senadora transexual del Partido Comunista. En el FA nadie se da por aludido.

Nin, apresuránd­ose a condenar a Bolsonaro, el nuevo presidente de Brasil, una actitud que le puede costar cara al Uruguay. En política internacio­nal seguimos alineados con Venezuela, Cuba y compañía, sin que los frentistas —salvo el renegado y expulsado del FA, Luis Almagro— canten las verdades sobre esos regímenes. Digamos de paso que para Carolina Cosse, ahora en pose de candidata, ninguno de esos países padece una dictadura. Lo acaba de asegurar con total firmeza en un programa de TV. Tendría que pedir perdón desde ya por decir tamaña barbaridad, pero es obvio que no lo hará. Ya se sabe que el FA es muy selectivo en materia de defensa de los derechos humanos y que solo parecen interesarl­e cuando las violacione­s se dan en países cuyos gobiernos no figuran en la lista de “compañeros”.

Es que aquí ningún gobernante se da por aludido. Aunque ya no hablan de la herencia maldita dejada por los partidos tradiciona­les actúan siempre como si la culpa fuera de otro. Incluso de otros correligio­narios a quienes les cobran las cuentas como acaba de hacer Raúl Sendic con Danilo Astori por los casos Bengoa y Pluna. Todo eso debería darles vergüenza, pero no les da.

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