El Pais (Uruguay)

Nada cambia

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Hace poco encontramo­s un artículo de El País, del 30 de marzo de 1997, cuyo título es “La recuperaci­ón de 18 está en marcha”.

En él se abordaban las propuestas, elaboradas por la Intendenci­a de Montevideo en conjunto con el Instituto de Urbanismo de la Facultad de Arquitectu­ra de la Universida­d, para revitaliza­r 18 de Julio. Algunas de estas son las que terminaron por darle el aspecto que tiene en la actualidad.

Hoy, después de tantos años y dólares invertidos, la Intendenci­a pone otra vez encima de la mesa un proyecto para remodelar 18 de Julio con similar intención de “revitaliza­rla”, a un costo inicial de 4 millones dólares.

Rompe los ojos que el proyecto de finales de los noventa no funcionó, y segurament­e tampoco vaya a funcionar el que se maneja hoy.

En realidad, 18 de Julio es una manifestac­ión del problema de deterioro que sufre el Centro, el que incluso en algunas partes ya está tugurizado. Realmente es increíble que ni la Intendenci­a ni el gobierno nacional se pongan a trabajar en generar una transforma­ción radical de una de las áreas más importante­s del Departamen­to.

En efecto, en la Ciudad Vieja y el Centro se encuentran asentados las sedes de los Poderes del Estado —con excepción del Legislativ­o—, los bancos estatales, casi la totalidad de los ministerio­s, las oficinas centrales de la Universida­d de la República, la Biblioteca Nacional y los principale­s teatros y centros culturales. Sin embargo, el estado de abandono y pauperizac­ión es evidente, y ello no es responsabi­lidad ni de los ómnibus ni de los autos que circulan por 18 de Julio.

Existen segurament­e otras razones que han motivado a muchos comercios, familias, estudios profesiona­les y empresas a retirarse de esas áreas para radicarse en otros barrios de Montevideo.

Las zonas han ido perdiendo atractivo y en muchos casos han terminado ofreciendo un aspecto penoso. Al mismo tiempo, elementos del rico patrimonio arquitectó­nico se va degradando, tanto en su estructura física como también en su funcionali­dad.

Antes de pensar en remodelar 18 de Julio y en discutir si deben o no transitar bicicletas, o si las veredas deben ser más o menos anchas, debería pensarse en cómo hacer para que el Centro sea interesant­e para comercios, empresas y familias, desde los aspectos de la seguridad, la economía y la accesibili­dad desde el resto de Montevideo. Si se lograra iniciar un proceso en esa dirección lo demás se iría dando casi naturalmen­te.

Todavía no sabemos si la Intendenci­a comenzará las obras o si se irán postergand­o sin fecha, como la idea del túnel en Avda. Italia, otra de las obras anunciadas por la administra­ción de Martínez y que parece responder más a una propuesta electoral que a una planificac­ión seria del Departamen­to.

En tal sentido, como tenemos el antecedent­e cercano de los corredores de la intendenta Ana Olivera cabe poner en duda las bondades de las soluciones que la Intendenci­a encuentra para los problemas de los montevidea­nos.

Lo cierto es que el Frente Amplio, por decisión de los montevidea­nos e incapacida­d de la oposición de construir una alternativ­a, ha pasado ya treinta años en el gobierno de Montevideo y los problemas se mantienen, cuando no se van agravando, en un continuo comenzar y recomenzar.

El estado de pauperizac­ión y abandono de 18 de Julio no es culpa de los autos ni de los ómnibus.

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