El catch all más fantástico que he visto
Algo que aprendemos rápido los que trabajamos en publicidad, es que hay que tomar el ejemplo de los líderes. ¿Qué hizo determinado fabricante para que le fuera tan bien a sus productos? No se trata de copiarlo, pero sí de tomar nota y sacar las debidas conclusiones.
Un partido político no es un bien a consumir, pero compite en un “mercado” por la preferencia de los votantes.
Desde hace más de 14 años, el Frente Amplio ostenta el liderazgo entre las voluntades electorales. Y en Montevideo, desde hace casi 30. Es cierto que hoy tal supremacía está en disputa, pero eso no impide que observemos su desempeño comunicacional a la luz del prolongado éxito obtenido.
Antes de la reforma electoral de 1996, la acumulación de votos de distintos presidenciables daba una cierta ventaja comparativa a los partidos fundacionales, ante un Frente Amplio que había optado por la candidatura única. Desde la izquierda solía cuestionarse que, en un mismo partido, sumaran votos dirigentes con ideas tan diferentes como Ferreira Aldunate y Aguerrondo, o Sanguinetti y Pacheco.
Eran partidos “catch all”: ofrecían promesas disímiles (y por momentos, hasta contradictorias), que ampliaban la base de votantes, más allá de la coherencia de sus voluntades.
El efecto que tuvo la candidatura única y la dilucidación presidencial en un ba- lotaje fue, por un lado, dar una mayor coherencia interna a los partidos fundacionales y, por el otro, promover su coincidencia en una sola familia ideológica, que ha tenido un desempeño dispar en las distintas elecciones, desde 1999 hasta la fecha.
A partir del momento en que el FA alcanza la mayoría absoluta se produce la gran paradoja: las promesas generalistas, que aúnan objetivos disímiles, pasan a ser un atributo de la coalición de izquierda, en desmedro de la chance de la oposición, cada vez más atomizada. El Frente se consolida combinando un manejo macroeconómico liberal (continuador de la probidad con que Atchugarry derrota la crisis, ya en 2003), con el voluntarismo propio del dirigismo estatal, en las carteras manejadas por los sectores de tendencia marxista. Entonces lograron una síntesis perfecta: los grandes empresarios cantaban loas a la mesura del ministro Astori, al tiempo que el sindicalismo militante aplaudía el discurso galeanero de Mujica. Así construyeron el mejor partido “catch all” de la historia: aquel que complace a tirios y troyanos y los integra en una sola maquinaria de poder.
La desaceleración económica que decanta en este período de gobierno pincha el globo del triunfalismo. Las contradicciones que algunos veíamos ya en los años 80, ahora explotan a la vista de todos. El último gobierno del Frente Amplio es el que ha tenido, si no recuerdo mal, la mayor cantidad de conflictos entre los legisladores de sus propias filas. Hoy, el ministro Astori no duda en declarar a la prensa que Sendic es lo peor que le ocurrió a la coalición de izquierda, y este evalúa la política económica de aquel como un modelo agotado. Pero el choque de trenes no se limita a una discusión sobre procedimientos: ya se mete directamente en el cuestionamiento ético.
El Plenario expulsa a Almagro, que carece de un aparato político que lo respalde, pero opta solamente por inhabilitar a Sendic y De León, emitiendo la señal de que los aparta para que no ahuyenten votos, pero no los condena. Desde esa decisión, en cierta forma está avalando lo que estos dirigentes puedan opinar de ahora en más, en su incambiada condición de frenteamplistas.
Y vean la grave acusación lanzada por Sendic en su última aparición pública: “Son ejércitos de gente que se ha acomodado, en la OPP, ministerios, contratos, ¡todos rentados! El otro día fui a la fiesta de Pablito (un dirigente que se casó) y había mesas enteras de gente rentada, ¡mesas enteras! Mirabas la mesa y eran todos, todos con sueldo. Todo el aparato partidario de la izquierda se sustenta con una cantidad de gente que ha entrado en la gestión pública y es un error gravísimo, porque esa gente no va ni loca a un barrio, a un comité”.
Opiniones de este voltaje son las que ha proferido Fernando Amado contra el Partido Colorado y explican su alejamiento, pero no es el caso de Sendic, apenas suspendido por el FA y dispuesto a hacer campaña por su cuarto gobierno. Según sus propias palabras, “dan ganas de irse, pero no nos podemos ir, porque la única herramienta para los pobres es el FA. Quedarnos adentro para transformarlo, abandonarlo nunca”.
Por eso, parafraseando aquella inolvidable frase proferida hace apenas un año por Tabaré Vázquez sobre el “bullying” que la oposición estaba practicando al entonces vicepresidente, hoy podemos decir que el Frente Amplio es el partido catch all más fantástico que vimos en nuestra vida.
Ofrece el mismo megáfono a quienes lo celebran como a quienes lo acusan de acomodos, coimas y Panamá papers. Y todos terminan acumulando para el mismo proyecto. La máquina perfecta.
Crearon el mejor partido para ampliar la base de votantes: aquel que complace a tirios y troyanos y los integra en una sola maquinaria de poder.