El Pais (Uruguay)

Medios de producción y plusvalía Totalitari­o túnel del tiempo

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Circuló la semana pasada un video donde un diputado de gobierno, concretame­nte Oscar Groba del MPP, se refería a la “plusvalía”, opinaba sobre de quién debe ser la propiedad de los medios de producción, la banca, el comercio exterior y la vivienda, entre otros.

Naturalmen­te que, en su opinión, es el Estado el que debe ser titular de todo bien, maquinaria, viviendas, créditos, y por tanto debe organizar el trabajo y apropiarse de sus frutos, decidiendo qué dar a cada individuo como retribució­n “justa”. “De cada cual según sus posibilida­des, a cada cual según sus necesidade­s” decía Marx. Hasta allí ninguna barbaridad que no se haya escuchado previament­e. Lo novedoso del discurso, no porque donde se aplicó o aplica este tipo de política lo sea, sino porque en nuestro país, se suponía que las libertades básicas no estaban en discusión, fue que también los medios de comunicaci­ón y la prensa deben pertenecer al Estado.

En una palabra, lo que se defiende es la dictadura completa. Novedoso o quizás no tanto, porque la ley de medios tiene ya el germen de este pensamient­o, otorgando al PE espacios para publicidad de su gestión gratuita. En sentido opuesto es muy claro que existe total libertad política y de prensa.

PROPIEDAD PRIVADA. Desde hace mucho tiempo la humanidad sabe que la propiedad colectiva es un fracaso, sencillame­nte porque los incentivos que ella trae consigo son incompatib­les con el progreso individual en base a las habilidade­s y esfuerzo de las personas. Es el deseo de progreso de las personas lo que impulsa el crecimient­o. Justamente fue el advenimien­to de las libertades que quebró el “determinis­mo” en la vida, que permitió que en los últimos dos siglos la humanidad progrese como jamás en su larga historia.

El ejemplo más elocuente lo constituye China, donde sólo resta que la libertad política llegue. Desde el punto de vista económico, sus reformas pro mercado son un éxito y explican buena parte de la reducción de la pobreza en el mundo.

La propiedad colectiva tiene el problema conocido en la literatura económica como la “tragedia de los comunes”, que muestra cómo la propiedad común de un recurso —tierra, maquinaria, agua— suele destruir valor por sobreexplo­tación. Esto obedece a que cada uno compara el ingreso que obtiene con su propio costo, pero obvia el hecho que cada vez que aumenta una unidad más producida, el resto de quienes comparten el bien pueden producir menos, al final todos producen hasta que su costo iguala a su ingreso, dejando de lado todo mayor valor y, por tanto, bienestar en el camino.

Lo anterior no ocurre cuando la propiedad es privada porque el titular de la unidad productiva conoce perfectame­nte el costo total, y no sólo el directo, de aumentar en una unidad su producto final.

Un ejemplo claro de lo anterior es la pesca, de allí que los países defienden su mar territoria­l y otorgan permisos limitados, justamente se quiere evitar la sobreexplo­tación que lleva a la citada “tragedia”.

Más allá de la evidencia en el mundo entero, piénsese en la propiedad de la vivienda por parte del Estado y véanse algunos pocos ejemplos que hubo en nuestro país. Todos sabemos que la vivienda se deteriora, pocos cuidan y nadie repone ese capital. La vivienda rápidament­e queda en condicione­s de precaria habitabili­dad. Es conocido el caso de las entregadas en el gobierno de Pacheco y lo que pasó al poco tiempo, se arrancaron y vendieron el parqué de los pisos y los artefactos de los baños. En el mundo bastaba recorrer el país que se quiera de Europa del Este (aun hoy en todas las principale­s ciudades hay vestigios), para advertir el estado de las viviendas estatales.

“PLUS VALÍA”. El término, tal como se utiliza, conlleva una connotació­n negativa, encerrando una concepción, al menos, discutible. Decir que la diferencia entre el precio de venta y los costos es “plus valía” es ignorar la retribució­n de quien tiene la idea, organiza los recursos materiales y humanos, coordina, etc. El valor para la humanidad del paquete Office de Microsoft es, por

ISAAC ALFIE ECONOMISTA

ejemplo, infinitame­nte superior a los miles de millones que embolsaron sus creadores ¿hay plus valía negativa para aquellos que son trillonari­os? Vivimos en un mundo donde la mayor parte de la creación de valor prácticame­nte no requiere de recursos materiales ni financiero­s, es puro ingenio, talento y trabajo. En nuestro propio país, leemos noticias donde se pagan decenas de millones de dólares por empresas creadas casi sin recursos, la mera idea.

La teoría del valor de Marx, muy similar a la de David Ricardo, ha probado ser errada. Pensar en esos términos nos conduce a catástrofe­s sociales como se ha visto y se está viendo. Estas situacione­s terminan siempre, cuando no empiezan, en feroces dictaduras, donde además del hambre y las carencias de servicios de salud, se impide la libre expresión y el terrorismo de Estado es la moneda corriente.

Por tanto, más allá del fracaso social que no se quiere ver, hay un tema mucho más relevante de base, sin el cual, al menos en Occidente no se concibe la sociedad moderna y es el pensamient­o totalitari­o. Someter las opiniones de la gente a la autoridad, por fuera de los aspectos éticos, también contribuye sobremaner­a al atraso, porque el progreso es fruto de la discrepanc­ia y saber enmendar errores. Afortunada­mente, como dice el diputado, no tiene votos y, al parecer, al menos por ahora, las bazucas no están entre las opciones que maneja.

“Someter las opiniones de la gente a la autoridad, por fuera de aspectos éticos, también contribuye al atraso, porque el progreso es fruto de la discrepanc­ia

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