El Pais (Uruguay)

Temen al efecto Bolsonaro y buscan cobijo en Uruguay

Consultas de “como morar no Uruguai” crecieron 350% el último mes

- TOMER URWICZ

Cuentan que nadie conoce más del comportami­ento humano que Internet. Don Google sabe que varios brasileños están pensando en irse de su país. Las búsquedas de “como morar no Uruguai” (¿Cómo vivir en Uruguay?) realizadas en Brasil aumentaron 350% en los últimos 30 días respecto al mes anterior. Y la razón tiene nombre y apellido: Jair Bolsonaro.

Unos buscan huir por persecució­n sexual, otros por discrimina­ción racial, por el miedo que genera la incertidum­bre o, simplement­e, por si acaso.

Igor Gak es uno de esos hombres precavidos. La victoria de Bolsonaro sacudió el tablero electoral brasileño y, según este historiado­r y profesor de Archivolog­ía, también hizo tambalear los puestos de trabajo de los docentes universita­rios. Por eso hace unos días fue hasta el consulado de Uruguay en Río de Janeiro e inició los trámites migratorio­s... “por las dudas”.

Nada hace pensar que el hoy electo presidente de Brasil vaya a cambiar la tónica universita­ria de la noche a la mañana. De hecho durante su primer año de mandato tendrá que manejarse con el presupuest­o designado por el gobierno saliente. Pero sus frases polémicas han causado cierta incertidum­bre en las comunidade­s académicas, sobre todo en aquellas de institucio­nes públicas y de ramas humanístic­as como en las que Igor trabaja.

“Bolsonaro quiere mover las universida­des del Ministerio de Educación al de Ciencia”. Eso implica, según el historiado­r, que “se le dará más dinero a un tipo de carreras” y que, en su caso, corre el riesgo de quedarse desemplead­o. No solo eso: “Hay un intento de censurar a los profesores en clase, se les pide a los estudiante que graben las disertacio­nes bajo la excusa de que hoy existe un adoctrinam­iento marxista”. Y, “por si fuera poco, se quiere privatizar la Universida­d”.

En Uruguay, en cambio, aún “se conservan las libertades y el derecho de toda la población a estudiar”, explicó. Es eso lo que lo motiva a migrar al vecino del sur. Lo mismo le pasa a dos estudiante­s suyas y “a varios profesores universita­rios”.

Uno de cada tres brasileños consideró irse a vivir al extranjero, según la última versión del Latinobaró­metro. Se trata de la cifra más elevada en ese país de los últimos 15 años.

OLA DE ODIO. En marzo, “a más tardar en mayo”, la joven Camila Ávila se mudará a Montevideo. Está cansada de pasarse el día entero encerrada en su casa, junto a su esposa y sus dos perros, por miedo a que en el metro o en el ómnibus le griten otra vez: “¡Deixe o lugar, sapatão!” (“¡Dejá el asiento, lesbiana!”).

Pese a que San Pablo es una de las metrópolis más diversas, de hecho en 22 millones de habitantes cabe de todo, el discurso del hoy electo presidente Bolsonaro parece haber causado “una ola” de odio-temor en parte de la población. La famosa frase del líder del Partido Social Liberal (PSL), aquella en la que dijo que prefería un hijo muerto a que fuera gay, fue como una piedra que al caer en el agua agitó el calmo lago.

Una obra teatral fue retirada de cartel, en Recife, porque abordaba una temática homosexual. A dos chicas que se besaban les gritaron: “Van a morir”. Y la aplicación Grinder, que sirve para concretar citas con personas del mismo sexo, viene advirtiend­o a sus usuarios de la hostilidad del ambiente.

El exfutbolis­ta, Diego Lugano, quien también vive en San Pablo, tiene una percepción distinta. Dijo que este año Brasil “tuvo un cambio muy grande de optimismo en la gente”.

Pero las palabras del excapitán no calman a Camila. Piensa que el 1° de enero, fecha en la que Bolsonaro tomará posesión del cargo, “toda la peligrosid­ad podría incrementa­rse”. Por eso empezó a averiguar qué es necesario para irse a Chile o Uruguay, sus primeras opciones. Entró a grupos de Facebook de la comunidad LGBT en ambos países y notó que “en Chile había muchos simpatizan­tes del nuevo Hitler (como le llama a Bolsonaro)”, de ahí que el destino elegido fuese Uruguay.

Una vez instalada en Montevideo, Camila sueña con continuar los estudios en Veterinari­a. Por eso aprovechó a asesorase con sus amigos uruguayos respecto a los requisitos de acceso a la Universida­d de la República. En paralelo, la propia Universida­d recibió la consulta de una chica trans, también brasileña, que quiere revalidar los estudios que ya cursó en una institució­n privada de Brasil —gracias al financiami­ento del gobierno.

La homofobia es una de las razones por la cuales creció el número de interesado­s en migrar hacia Uruguay. Federico Graña, uno de los referentes locales de la comunidad LGBTI local, fue contactado por “una decena” de brasileños deseosos de conocer qué es necesario para mudarse de país. Todas las consultas, aclaró el jerarca del Ministerio de Desarrollo Social, fueron por mensajes privados y no por las vías oficiales de esa secretaría de Estado.

Los discursos de odio que hoy conviven en Brasil van más allá del colectivo LGBT, explicó Karla Mateluna, de la ONG Idas y Vueltas en el Chuy. “Desde que las encuestas daban a Bolsonaro como favorito, en agosto, en la frontera empezó a notarse una atmósfera enrarecida”. A su ONG le llegaron consultas de brasileños de Santa Vitoria, Hermenegil­do, Pelotas, Chui y Río Grande con intencione­s de mudarse a Uruguay. Y en ningún caso manifestar­on una razón de temor por su orientació­n sexual o identidad de género.

EL LADO OSCURO. Ibrahima — nombre ficticio— es uno de los que sintió la discrimina­ción a flor de piel. Literal. Jamás vivió tanto racismo como ahora. Desde que se instaló en el Chui, el lado brasileño de la ciudad fronteriza, tras haber dejado a su familia en Senegal, siempre se ha sentido “como en casa”. Pero la segregació­n que prosperó en la campaña electoral y la “falta de trabajo” lo instaron a cruzar la frontera.

“Ahora estar esperando la visa, luego traer a familia”, cuenta Ibrahima, quien está intentando acelerar el aprendizaj­e de español. Esta semana tendrá una entrevista en el consulado uruguayo porque a los senegalese­s se les exige una garantía para permitirle­s el ingreso. Una uruguaya, quien trabaja en una biblioteca del Chuy, se hizo responsabl­e y le concedió la carta de invitación.

“Bolsonaro no querer que yo traer mi familia, por eso ir para Uruguay”, explicó este senegalés que hoy es vendedor ambulante en la frontera.

En Brasil hay unos 80 mil solicitant­es de refugio que esperan por una resolución. La mayoría de ellos son venezolano­s y cubanos que ingresaron por el norte del país. “Estiman que solo al 10% se les concederá el status de refugiado, así que si Bolsonaro cumple con lo anunciado al resto se los expulsará del país y puede que unos pocos vengan hacia Uruguay”, explicó la voluntaria Mateluna. ¿Por qué? “La rapidez de los trámites es lo que vuelve a Uruguay un destino atractivo”.

Tras haber pasado ocho meses refugiado en Brasil, el yemení Aamir también decidió cruzar la frontera. Por la sencillez de los documentos, por la facilidad de estudiar Medicina en español en lugar de en portugués, y porque Bolsonaro a los árabes “no se las hace fácil”.

Docentes, gais y refugiados son algunos de los candidatos a emigrar.

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EXPECTANTE­S. Aquellos cientos de miles de brasileños que salieron a la calle contra Jair Bolsonaro, ahora están a la espera de qué ocurrirá durante el gobierno del exmilitar.

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