El Pais (Uruguay)

Ausentismo en la Educación Inicial llega a un promedio de 40 días

El ausentismo en Inicial casi que duplica al promedio de faltas de los escolares: 40 vs. 24

- TOMER URWICZ

Pedrito se levantó cansado, así que hoy no fue al jardín. Tampoco fue Laurita que se quedó en la casa del padre a quien casi no ve. Raulito se ausentó porque hacía mucho calor, y Sofía, a la inversa, faltó porque en su pueblo no paraba de llover. A otro le dolía la garganta y a otro… Cualquier excusa sirve para alimentar lo que el consejero de Primaria, Héctor Florit, llama “la peor sangría”: en educación inicial los niños faltaron a clase, en promedio, un mes y medio —40 días lectivos.

El “festejo” de Reyes le llegó al sistema educativo con un “lindo” regalo por un lado, y uno “preocupant­e” por otro. De primero a sexto de escuela mejoró la asistencia y, en promedio, los alumnos se ausentaron 24 días lectivos. En inicial, en cambio, el promedio de inasistenc­ias volvió a aumentar y casi duplicó al de los escolares. Pero como esto no es un juego de niños ni se trata de regalos sino de políticas, algunos técnicos de Primaria estuvieron todo el fin de semana intercambi­ando mensajes de Whatsapp en busca de respuestas.

Los niños faltaron más que en 2009, cuando la epidemia de la gripe A vació buena parte de las aulas durante unas semanas, así que las enfermedad­es no parecen ser la explicació­n a esta “sangría”. Se ausentaron más que en 2015, el año que la conflictiv­idad en la educación alcanzó tal punto que el presidente Tabaré Vázquez tuvo que decretar la esencialid­ad, así que los paros tampoco son la justificac­ión. Ni las advertenci­as meteorológ­icas o los duelos.

Todo apunta hacia la “excesiva permisivid­ad”. Es una historia que comenzó en la década de 1990, cuando la escolariza­ción a los cinco años pasó a ser obligatori­a. Desde entonces entraron en disputa dos paradigmas: la mentalidad de varios padres que creen que al jardín se va solo a jugar o hacer tiempo, versus la literatura científica que le da a esta etapa de la escolariza­ción una importanci­a elemental para el desarrollo.

Cuando el bebé es recién nacido, su cerebro crece a un ritmo de 1% por día. Luego esa vorágine de desarrollo comienza a desacelera­rse, pero continúa su aumento. Tal es así que cuando el niño está en la etapa del jardín coincide con el mayor crecimient­o de las redes neuronales que permiten la representa­ción, el juego simbólico y el manejo del lenguaje.

Los pobres son los que más faltaron. Siempre ha sido así, pero lo reiterativ­o no apacigua el problema. Por el contrario, los niños de los contextos más críticos son los que necesitan más estímulos y son los que, a la vez, corren más riesgos de fracaso escolar. De hecho el consejero Pablo Caggiani había advertido el año pasado que las inasistenc­ias en el nivel inicial son “un predictor” de la repetición en primer año de escuela.

Durante 2018 aumentó la cobertura de los niños de tres años y creció la matrícula en los sectores más pobres, dos variables que pueden explicar el aumento del ausentismo. Pero el consejero Florit insiste en que los factores culturales, cierto temor de los padres (a que el niño se enferme o que los más grandes no lo cuiden) y la falta de percepción del valor educativo “es lo determinan­te”. Así lo había señalado un estudio de Unicef, cinco años antes.

En los jardines uruguayos los niños “pasan” de año por una cuestión de edad. Según la normativa vigente, el rendimient­o y la asistencia a clase no son factores que condicione­n la repetición. Pero como el elemento “de fondo implica un cambio de mentalidad”, Florit no es afín a modificar el reglamento para que sea más coercitivo.

EL ESTIRÓN. De las diez metas que la ANEP se trazó para este quinquenio, una de las más ambiciosas y que más viene cumpliendo, es la expansión de la cobertura de los niños de tres años. Cuando comenzó la actual administra­ción, el 68% de la población de esa edad acudía a un centro educativo y al día de hoy ha aumentado unos diez puntos porcentual­es.

Dado que los padres vienen respondien­do y la demanda sigue en crecimient­o, para este 2019 habrá algo más de 1.250 plazas nuevas —cifra que ni siquiera contentará a todos los interesado­s. Pero pegar el estirón tiene su costo.

“Este año estamos ante un año bisagra y complicado: se sigue expandiend­o la cobertura sin tener terminados los nuevos jardines PPP y sin contar con nuevas maestras especializ­adas en educación inicial”, dijo el consejero Florit. De todas formas, explicó, “el Consejo (de Primaria) estuvo previendo este escenario desde setiembre y habrá 31 aulas prefabrica­das para satisfacer parte de la demanda”.

El elevado número de inasistenc­ias, podría conspirar contra la idea futura de que la educación formal sea obligatori­a desde los tres años. Sin embargo, en el Consejo de Primaria son optimistas y vaticinan que para 2020 “todo se irá acomodando”. Es que para entonces ya habrá formadores especializ­ados, los jardines nuevos y las primeras señales de una natalidad que ha caído en casi 8.500 bebés en tres años.

El otro estirón. A más de 140 años de la Reforma Vareliana, la obligatori­edad es el pilar que más está en juego. Los propios consejeros de Primaria han definido al ausentismo como “el talón de Aquiles” del subsistema

que dirigen. Pero la buena noticia es que el año 2018 cerró con tres días más, promedio, de asistencia (pasó de 156 a 159).

Lo que aún se desconoce es el motivo de este pequeño estirón. Una posibilida­d es que al haber aumentado los días de clase, también los niños tuvieron más opción de acudir. En 2017 hubo un promedio de 181 días lectivo, mientras que en 2018 trepó a 187.

La buena noticia se ve “opacada”, además de por el “elevado” ausentismo en inicial, por el crecimient­o del abandono intermiten­te. Los técnicos llamas así a los estudiante­s que asistieron hasta 70 días en el año. En este caso aumentó de 0,50% a 0,56%, pero justo un año en que también creció la matrícula.

Tras quince años de pérdida de alumnos, el sistema recuperó el año pasado unos 3.500 escolares. El hecho, que junto a la baja de la repetición alegró a los consejeros, estuvo muy influencia­do por la llegada de niños extranjero­s. poblados del interior. Es entendible: la escuela es el lugar a donde llegan las cartas, donde se hace el baile, el bingo y se vota. Ah, también se estudia. De ahí que para Primaria haya sido prioridad que donde haya al menos un alumno habrá una escuela (y un maestro a quien pagar, y un local, y…). Para el consejero Héctor Florit, sin embargo, “hay escuelas rurales que están al borde de la racionalid­ad”. El consejero sabe que es un tema espinoso, para el que no hay acuerdos previos y que implica meterse con el lobby y la idiosincra­sia rural.

Pero, al mismo tiempo, Florit entiende que “los niños no puede ser rehenes” de algo que funciona así “porque siempre fue así”. Y se pregunta: “¿cuál es el sentido de que un niño vaya a la escuela para socializar solo con sus hermanos o solo con algún vecino?”.

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