El Pais (Uruguay)

Experto señala riesgo para Uruguay en dolarizaci­ón

- LUIS CUSTODIO

El economista uruguayo Javier Bianchi —Investigad­or Senior de la Reserva Federal de Minnneapol­is (*)— junto con un estudiante de la Universida­d de Minnesota, Jorge Mondragón, desarrolla­ron recienteme­nte una investigac­ión que muestra que la incapacida­d de usar la política monetaria para la estabiliza­ción macroeconó­mica deja a un gobierno más vulnerable a una crisis de liquidez. “Un gobierno con autonomía monetaria puede estabiliza­r la economía y puede permanecer fácilmente inmune a una crisis de vencimient­os”, explica Bianchi. Entiende que esos riesgos están presentes también en economías dolarizada­s como Uruguay. Opina que un mayor manejo de la regulación macroprude­ncial pone a países como el nuestro menos expuesto a este tipo de problemáti­cas. A continuaci­ón, un resumen de la entrevista.

—¿La falta de autonomía monetaria jugó un papel clave en la última gran crisis en Europa? —Destacamos la importanci­a de la política monetaria para determinar cuán expuesto está un gobierno a una crisis de roll over; muchos de los trabajos realizados en esta materia con anteriorid­ad fueron motivados en México, que tenía deuda de 270 días de duración, pero hoy los países europeos tienen unas madurez en su deuda de 5 a 7 años, por tanto el resultado es que si estas economías estuvieran en condicione­s de hacer uso de su política monetaria estarían bastante inmunes a una crisis de roll over, pero como están atados a las políticas de la UE, entonces quedan muy expuestos. Cuando hay una recesión, no pueden contar con esta herramient­a de política monetaria. En ese contexto, los inversores anticipan que si el gobierno paga la deuda eso va a tener un efecto recesivo por lo que al gobierno se le va a hacer más costoso pagar la deuda. Por eso, son más proclives a “correr” cuando perciben que otros inversores no están dispuestos a prestarle al gobierno. Generan algo así como una corrida bancaria, pero para los gobiernos.

—Ustedes probaron vuestra teoría con datos de España de 1996 a 2015...

—El caso de España es interesant­e porque ha tenido niveles de desempleo muy altos y una recesión muy fuerte, y los spreads en su momento estaban en niveles de 500 puntos básicos. Si uno lo compara con otros países como Inglaterra, a pesar de tener niveles de deuda más altos tenía spreads claramente más bajos. De acuerdo a nuestro estudio,eso sería producto de la independen­cia de la política monetaria de Inglaterra, a diferencia de España.

—¿Qué enseñanzas deja este proceso?

—Lo que sugiere para el marco de la Unión Europea es que debería haber una política institucio­nal del Banco Central Europeo de alguna manera actuar de prestamist­a de última instancia en ese tipo de situacione­s. En cierta forma lo hizo, en forma espontánea e informal, cuando Mario Draghi dijo que haría lo que hiciera falta para preservar el Euro. El presidente del BCE lo dijo y tuvo impacto en el mercado, pero en su momento había mucha resistenci­a, particular­mente de Alemania, por tanto no estaba claro hasta qué punto el BCE iba a rescatar a estos países, lo que generaba mucha incertidum­bre. Es por eso que entendemos que eso debería estar más institucio­nalizado y no quedar librado a empujes políticos.

—¿Qué resultado surgiría de aplicar en Uruguay la lógica que utilizaron en ese estudio? —En Uruguay tenemos un tipo de cambio flexible. Aún así hay limitacion­es a la actividad de la política monetaria, en particular porque la economía uruguaya está muy dolarizada. Entonces, ese instrument­o de política monetaria tiene limitacion­es. En el día de mañana, si un gobierno quisiera devaluar para aliviar una recesión, surgirán problemas, debido a la dolarizaci­ón de los pasivos bancarios. Básicament­e, esta es una lección que se aplica no solo a países que tienen tipo de cambio fijo o adheridos a una unión monetaria, sino también a países con cambio flexible pero en los que hay limitacion­es como claramente es el nuestro.

—¿Qué debería hacerse en la hipótesis de enfrentars­e a una situación como la descripta? —En ese escenario el gobierno debería recurrir a subir mucho los impuestos o a controlar el gasto en forma drástica, y eso generaría eventos recesivos, lo que haría aún más difícil el pago de la deuda. Para zafar de esa situación se requiere de una estrategia de desdolariz­ación de la economía; es un tema del que se viene hablando hace mucho tiempo, una lección que aprendimos en la crisis de 2002. Se han hecho esfuerzos para reducir esa dolarizaci­ón, en particular de la deuda pública, pero si se miran los depósitos bancarios siguen estando altamente denominado­s en dólares y parte de los créditos también. Cambiar eso requiere de un programa monetario de más largo plazo que lo habitual.

Cuando se tiene una inflación medianamen­te alta para estándares internacio­nales como es el caso de Uruguay, esa inflación tiende a ser más volátil. Eso no ayuda a desdolariz­ar porque la gente no quiere exponerse a los riesgos del tipo de cambio. Ha sido difícil lograr una inflación más controlada que permanezca dentro de los rangos establecid­os y eso no ayuda a bajar los niveles de dolarizaci­ón. La otra manera de afrontar esta situación es por medio de una política macroprude­ncial. El problema es que los bancos no internaliz­an que cuando se fondean en dólares hacen a todo el sistema más inestable. Los motivos privados no están alineados a los beneficios sociales, es el motivo por el cual hace falta una intervenci­ón del gobierno y una regulación del Banco Central. Uno no puede decirle a los bancos que operen con tal o cual moneda, hay que darle incentivos para que lo hagan. Por allí pasa la posibilida­d de intervenir.

—¿Qué lectura hace del manejo macroprude­ncial en Uruguay?

—Entiendo que Uruguay podría recurrir mas a la regulación macroprude­ncial. Imediatame­nte después de la crisis de 2002 parecía que la lección estaba muy clara. En aquel momento trabajaba en el Banco Central y se discutía sobre la necesidad de establecer requerimie­ntos de capital diferentes para el caso de pesos o dólares, requerimie­ntos de encaje, se insistía mucho en esas políticas que apuntaran a desincenti­var que los créditos y los depósitos sean en dólares. Mi impresión es que no se ha concretado lo suficiente el uso de estas políticas y que estamos un poco lejos en la aplicación de estas políticas comparado con otros países. Por ejemplo, en Perú, el encaje para un depósito es 5% si es en pesos y 35% si es en dólares. En Uruguay mientras tanto, la diferencia de encaje entre las dos monedas es solo 6%. El BCU tiene mucha capacidad de utilizar su influencia para tratar de suavizar el ciclo financiero. Hoy se ha generado un boom de consumo muy fuerte que ha posibilita­do niveles de bienestar más altos, pero esto también contribuye a tener más inflación, mayor apreciació­n real de la moneda y como los salarios son bastante rígidos a la baja, esos son factores de vulnerabil­idad.

—¿La mejor herramient­a es una regla fiscal? —Las reglas fiscales ayudan mucho, y el ejemplo de Chile es un buen caso a seguir. Es un hecho que los gobiernos de turno siempre quieran gastar más de lo que es óptimo para la sociedad, por tanto se necesita un acuerdo político para limitar los gastos de futuro. Hay que ajustar las cuentas por el producto y por el ciclo, eso es claro, después, hay diferentes criterios a aplicar. Son todos válidos; hay que buscar aquél en que se alcance el acuerdo político.

—La última decisión monetaria de la Fed se vio rodeada de gran volatilida­d financiera; ¿qué va a pasar con Estados Unidos? —Claramente hay incertidum­bre de qué tan rápido se llevará adelante el proceso de normalizac­ión. Preocupa que, por tratar de mantener la inflación no más allá del 2%, se genere un elentecimi­ento de la economía. Tampoco se sabe cuál es el nivel neutro de la tasa de interés. En este contexto, lo que se hace es un examen de riesgos. Qué pasaría si se sube la tasa a un determinad­o nivel o no se la sube. Y cuál es el verdadero riesgo que existe. Eso es algo que se hace regularmen­te por la Reserva Federal. Y luego viene la decisión, que se basa en qué importa más, ceñirse a una pauta de inflación o permitir una mayor expansión de la economía. En la Fed hay muchos que entienden que si se deja ir un poco la inflación será muy difícil lograr “traerla” de vuelta. Por tanto, son muy cautos, aunque las expectativ­as de inflación están muy ancladas en la sociedad, y ese es un valor muy importante. Hoy en la Fed parece haber posiciones muy divididas respecto a la estrategia a seguir respecto a las tasas.

En Estados Unidos hay una gran incertidum­bre sobre cómo seguirá el proceso de normalizac­ión monetaria

—¿Cuánto inciden las declaracio­nes públicas de Trump en las decisiones de la Fed?

—En términos históricos es poco usual que el Presidente se exprese públicamen­te sobre las decisiones de la Reserva Federal. Yo estoy en la Fed y allí no se discuten para nada temas políticos. La Reserva Federal es completame­nte independie­nte, lo que es un valor institucio­nal muy fuerte que debe preservars­e.

Sus opiniones son a título personal y no representa­n la Reserva Federal de Minneapoli­s o el “Board of Governors” de la Reserva Federal.

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ECONOMISTA, INVESTIGAD­OR SENIOR DE LA RESERVA FEDERAL DE MINNEAPOLI­S

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