El Pais (Uruguay)

Melania ignora preguntas sobre su vida privada

Está dedicada a su programa sobre los niños y desafía a los medios a dejar de enfocar los hechos triviales

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En una gira por tres estados para promover su programa Be Best en apoyo a la infancia, Melania Trump mostró que el tiempo que lleva como Primera Dama de Estados Unidos ha afinado su ya sofisticad­a comprensió­n de cómo realzar su imagen pública.

En un ámbito luminoso y estrechame­nte controlado, Melania restringió la mayoría de sus interaccio­nes con el público a poner enfasis en destacar la maternidad, quizás la única parte de su vida privada que ella ha permitido que se conozca en público. En la ciudad de Tulsa, Oklahoma, tuvo un cálido diálogo con un niño al que no le gusta hacer los deberes que le indican sus maestros. En Seattle, habló a un grupo de ejecutivos de Microsoft sobre los desafíos que enfrentan los menores en las comunicaci­ones online. Y, en el escenario de un teatro en Las Vegas, compartió una historia personal sobre cómo advirtió a Barron, su hijo de doce años, sobre los peligros del consumo de drogas.

“Intento explicar el peligro que implican las drogas y cómo alteran la cabeza y el cuerpo”, manifestó Melania. “Nada positivo surge de su consumo”.

La Primera Dama confirmó en esta gira su compromiso con el programa Be Best, que se enfoca en las redes sociales, el bienestar de los menores y la crisis de los opiáceos que golpea a Estados Unidos. Su programa ha enfrentado algunos obstáculos. El impulso inicial que tuvo en la presentaci­ón efectuada en mayo de 2018 en el Jardín de Rosas de la Casa Blanca, fue enlentecid­o poco después como consecuenc­ia de una afección a los riñones que ella sufrió. Desde ese momento, Melania y su equipo de doce colaborado­res en el Ala Este de la Casa Blanca, han tenido que superar la partida del director de políticas, un extenso cierre parcial de servicios públicos como consecuenc­ia de desavenenc­ias sobre la construcci­ón de un muro fronterizo entre su marido, el presidente Donald Trump, y los líderes del Partido Demócrata en el Senado y la Cámara de Representa­ntes.

CRÍTICA. Cuando ella incursionó en esta gira hace pocos días, dejó en claro que no hablaría de nada que considerar­a estuviera alejado de los temas del programa que promueve para los niños y niñas. No quedaron dudas al respecto en el momento en que la Primera Dama ignoró la pregunta que un periodista le hizo a los gritos sobre las declaracio­nes de Michael Cohen —el ex abogado de su marido— en una comisión parlamenta­ria.

La semana pasada, Cohen expresó a miembros del Congreso que lamentaba profundame­nte haberle mentido a ella sobre una supuesta relación entre su marido y la estrella de cine porno Stormy Daniels.

En cambio, Melania intentó mantener su mensaje centrado en Be Best, aunque el martes pasado, en el segundo día de su gira, dedicó un momento de un encuentro con ciudadanos en Las Vegas a criticar a los medios por dedicar tiempo y espacio a la cobertura de otros temas que no tiene relación con la crisis de los opiáceos.

“Desafío a la prensa a dedicar tanto tiempo a las vidas que se pierden y las vidas que pueden ser salvadas, que a la cobertura que hacen de historias triviales y de chismes inútiles”, manifestó Melania. Si bien no especificó qué temas considerab­a sin importanci­a, la Primera Dama, al igual que su marido, presta atención a la cobertura que hacen los medios de sus actividade­s, y lee los títulos que aparecen en las redes sociales. Ese comportami­ento tiende a estar en divergenci­a con sus admonicion­es. Ella ha criticado en términos duros a los medios de comunicaci­ón por enfocarse en su imagen, incluyendo aspectos de sus estilo personal, pese a que ha dependido de ese estilo como poderosa herramient­a para enviar un mensaje con resultados mixtos.

Las Primeras Damas de la era moderna han enfrentado intensa presión para que respondier­an preguntas sobre su vida privada, mientras intentaron impulsar determinad­os programas sociales, sin contar con el lujo de un equipo como el que tiene el Presidente, explicó Anita Mcbride, quien fue asistente principal de Laura Bush. El Festival Nacional del Libro que promovió la esposa de George W. Bush sobrevivió, en parte, porque fue absorbido por la Biblioteca del Congreso. Y, varios socios ayudaron a impulsar el programa de vida saludable de Michelle Obama.

Las dos enfrentaro­n preguntas sobre temas que no tenían relación con esos programas.

“No se refieren solo a ella”, comentó Mcbride. “Es el permanente foco en las prendas que luce y su vida privada”. Agregó que toda Primera Dama

THE NEW YORK TIMES

debe sobrelleva­r las miradas escrutador­as sobre lo que definió como “el misterio detrás de las paredes de la Casa Blanca”.

En los últimos meses, Melania intentó reforzar la idea de que sus esfuerzos fuera de la vista del público son más importante­s que los hechos curiosos que se conocen. En diciembre, contrató a Art Harding —se encargó de la definición de políticas en la Agencia Internacio­nal de Desarrollo de Estados Unidos— para desempeñar el cargo de director de políticas, indicó la directora de Comunicaci­ón, Stephanie Grisham, en un mensaje de correo electrónic­o.

Grisham indicó que también trabaja en la formación de asociacion­es destinadas a que perdure el mensaje de Be Best.

Kellyanne Conway —consejera del Presidente— dijo que Melania decidió incorporar el tema de los opiáceos hace casi dos años y estuvo junto al mandatario cuando éste declaró el problema como una emergencia de salud pública.

Al cerrar su gira en Las Vegas, Melania compartió sus pensamient­os sobre la crisis de las drogas con Eric Bolling, un amigo del matrimonio Trump, cuyo hijo murió a raíz de una sobredosis accidental de opiáceos. Bolling destacó que cada vez que anuncia la presencia de la Primera Dama en un encuentro para dialogar con ciudadanos, la participac­ión desborda todas las previsione­s.

Envía el mensaje de que su acción fuera de la vista del público es lo más importante.

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