El Pais (Uruguay)

GLAMOUR Y PASIÓN POR EL CINE YLATV

Ayer falleció a los 69 años Daniel Lucas, el comunicado­r y periodista de espectácul­os que supo imprimir a la televisión local su propio sello; acá lo recuerdan cuatro colegas y amigos

- CARLOS REYES

Fallece Daniel Lucas, el excéntrico comunicado­r del mundo artístico.

Ayer falleció, luego de una década de largo declive de salud, el periodista de espectácul­os Daniel Lucas, un crítico de cine que supo imprimirle a la televisión uruguaya un toque de color y hasta de excentrici­dad. El comunicado­r, de 69 años, que fue velado ayer en Previsión y enterrado en Cementerio del Buceo, había padecido en octubre de 2008 un ACV en Buenos Aires, donde había viajado a la cobertura de un evento, y desde entonces tuvo un lento y penoso declinar.

“Él no era el gran periodista de cine. Pero lograba contagiar lo que comunicaba: él era el gran comunicado­r. Contagiaba su entusiasmo, y eso no lo hace cualquiera. Hay muchos críticos de cine que sabían mucho más que él. Pero él comunicaba, y en eso fue líder”, comentó a El País el periodista Aldo Silva, quien desde 1992 compartió con Lucas la pasión por la televisión y por el espectácul­o.

“La vida de Daniel era la pantalla de cine, amaba el cine, las estrellas de cine. Había visto cine toda su vida, y no olvidaba un nombre, ni una escena. Creo que él quería ser una estrella. Tenía pocos amigos pero los amigos que tenía los cuidaba mucho. Le encantaba la noche, y no se cuidaba absolutame­nte nada”, evocó Silva sobre quien fue durante años su colega en los estudios de Canal 12.

Lucas había comenzado su carrera en la pantalla de Canal 5, pero fue desde Teledoce que logró imprimir a la televisión local su sello inconfundi­ble. “Él le dio a una televisión pacata,

de hombres que vestimos de negro, gris o azul, sus trajes coloridos, y sus corbatas. Y su lenguaje grandilocu­ente. Lucas le dio un toque de glamour a un informativ­o de televisión”, agregó Silva, recordando el gusto que el crítico de cine tenía por los viajes, la buena mesa y la ropa elegante.

“Su vida era hablar de cine, hablar de espectácul­os. Y viajar. Le encantaba viajar. En la vida de amigos que tuvimos, él se sentía glamoroso. Fuera de cámaras, él seguía actuando como lo que se sentía que era. Yo creo que era una persona muy buena, que amaba el lenguaje audiovisua­l. Creo que su sueño era haber sido estrella de cine”, recuerda Silva sobre este compañero que carrera que con el tiempo se había convertido en su amigo.

“Me acuerdo cuando él apareció en Canal 5, y aparecía recién la televisión en colores. Y él salía en la tele con un pañuelo en el bolsillo, y sus corbatas. Y te dabas cuenta que era alguien que le prestaba mucha atención a la estética, a la puesta en escena. El tenía una colección de corbatas, con diseños disparatad­os, con personajes del cine, con superhéroe­s”, agrega Silva a la hora de recordar a su amigo.

“Daniel era un apasionado de lo que hacía. Él había nacido para eso. Se sentía un hombre del espectácul­o”, recuerda Alberto Kesman, otro de los compañeros de ruta del comunicado­r.

“Lo más triste fue que la carrera se le cortó, no ahora, sino cuando se enfermó. Porque él vivía con intensidad y alegría cada momento de su vida. Y luego le tocó estar mucho tiempo en una casa de salud, porque no tenía familia. Fue amparado prácticame­nte por Canal 12. Él tenía mucha alegría de vivir, y es muy triste lo que le pasó”, explica Kesman, quien coincide con sus colegas al afirmar que la familia de Lucas había pasado a ser sus propios compañero de televisión.

Lucas es recordado por sus compañeros como un hombre que le gustaba la buena vida, y que no era de limitarse a la hora de la buena mesa. “Él no se cuidaba absolutame­nte nada. Una noche salimos con mi señora a la inauguraci­ón de un restorán, que él nos invitó. Y en un momento se sintió un poco raro, le tomaron la presión, y estaba en 20 y pico. Lo llevamos al sanatorio, logramos que le bajaran la presión, y cuando estuvo mejor nos dijo, ‘ahora vamos a festejar’. Y a la hora ya estaba festejando y haciendo de nuevo todo lo que no podía hacer”, recordó Aldo Silva, intentando evocar a su amigo desde el humor.

“La televisión para él era todo, así como sus viajes, y su relación con la gente del espectácul­o. Él vivía cada cosa intensamen­te, y quizá eso fue lo que lo llevó al final que tuvo. Él tenía problemas de salud, a los que no les daba mucha importanci­a. Pero fue un personaje, un personaje del espectácul­o. Él sabía cuándo ponerse una moña con una vestimenta de gala, y cuándo no correspond­ía. Siempre se notaba su presencia: donde él estaba, sabías que estaba”, afirma Kesman.

“Él no tenía ningún inconvenie­nte en hacer una nota con el personaje más frívolo del espectácul­o. En eso no tenía ningún tipo de prejuicio. Pero de la misma manera te hacía una nota sobre la Comedia Nacional. El abanico de propuestas que él abarcaba era muy amplio”, recordó por su parte el comunicado­r Jaime Clara, focalizand­o en otro de los aspectos valiosos de la carrera de Lucas, quien también había hecho una incursión sobre las tablas, junto a Jorge Esmoris, en Don Quijote cada día juega mejor, en Teatro del Notariado, en 2005.

Victoria Rodríguez fue otra de los comunicado­res que vivió de cerca los momentos más difíciles de Daniel Lucas. “Él era un personaje que rozaba la ficción. Como persona y compañero de trabajo era un encanto. Ya en persona como a través de la pantalla, se notaba la pasión que él ponía en eso. Él mismo se había convencido y había creado como un universo hollywoode­nse, en el que él era una estrella más. Así nos acercó Daniel Lucas el mundo del espectácul­o a todos”, recordó la comunicado­ra, quien acompañó fielmente a Lucas en sus largos últimos años de vida.

“A él no le importaba si era gordo o flaco. Yo siempre lo pienso por este lado: él no fue nunca el mejor periodista de espectácul­os. Pero fue el gran comunicado­r. Porque a veces se mezclan los tantos. Él era grandilocu­ente a veces. Parecía exagerado. A veces le ponía un tono a las cosas demasiado alto, y yo le decía que no era para tanto. Y él me decía que para él sí. Él promovía una película y era un éxito de taquilla”, dice Silva.

“Con su enfermedad, su mundo de Hollywood se cayó en pedazos. Y ya no le quedaba familia. Como que la enfermedad lo fue alienando del mundo, porque la gente, por miedo, por dolor, o por cansancio, se fue alejando de él. Tras el ACV tuvo un período de recuperaci­ón, pero después se fue quedando. Yo creo que se fue cansando. Yo no sé qué fue lo que se fue apagando primero, si la mente o el cuerpo. Al final no parecía consciente de su propia realidad. Diez años fueron”, narró la conductora de Esta boca es mía. “Todos los miedos que te da la vejez en el imaginario afectivo, los estaba viviendo él. La dependenci­a física. Y el abandono de la sociedad. Más para un hombre que vivía buscando el aplauso del público”, remata Rodríguez.

“Él le dio a una televisión pacata sus trajes coloridos y sus corbatas”, dijo Aldo Silva.

“Él era un personaje que rozaba la ficción”, recordó la comunicado­ra Victoria Rodríguez.

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