El Pais (Uruguay)

El efecto en Uruguay de una economía global más lenta

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La economía global está perdiendo fuerza de acuerdo al análisis semestral que realiza el Fondo Monetario Internacio­nal. No es un escenario de crisis, pero la tendencia desde mediados del año pasado es de revisión permanente a la baja en las expectativ­as de aumento en el Producto Interno Bruto (PIB) mundial: cada vez más lento y cuando se miran los factores de riesgo a la baja se detectan más amenazas. Estas perspectiv­as globales se transmiten también a la economía uruguaya que depende mucho de las condicione­s de exportació­n de sus bienes y servicios.

La expectativ­a de aumento del PIB global para 2019 es del 3,3%, un poco más baja que el 3,6% del año pasado. Es un ritmo de expansión bajo justificad­o por el enlentecim­iento comprobado en la segunda mitad del año pasado donde se acumularon muchas señales negativas que llevaron a que se tomaran medidas correctiva­s. En Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed) modificó fuertement­e su política de tasas de interés. En China se aprobó un conjunto de estímulos fiscales al consumo y se frenó el ajuste en el crédito.

Incluyendo esas medidas el ritmo igual será más lento y persistirá­n los dos ritmos diferencia­dos por regiones. La tasa esperada para este año en las economías avanzadas es del 1,8% y en las emergentes del 4,4%. Entre las emergentes, nuestro continente es el de menor dinamismo ya que apenas promete un aumento en el PIB del 1,4%. Con estas cifras, no parece que vaya a ser un buen año en cuanto a la demanda externa que va a enfrentar nuestro país.

Para el 2020 la proyección no es muy diferente. Un poco peor en los países desarrolla­dos (1,7%) por el enlentecim­iento de Estados Unidos. Algo mejor en las economías emergentes y en desarrollo (4,8%) por más intensidad en India y la mejora en los países en crisis en América Latina que subiría al 2,4%. En todo este contexto, se destaca que China registra un leve enlentecim­iento que en forma gradual la lleva a tasas más razonables (6,1% para el 2020).

Como toda proyección, marca una variación esperada de acuerdo a determinad­os supuestos. El análisis de estos permite valorar cuáles son los posibles desvíos al alza o a la baja. En estos momentos, el FMI ve un sesgo muy fuerte

a la baja ya que solo hay una instancia destacada como potencial mejora del escenario descripto. La mejora podría venir de una tregua en la guerra comercial entre Estados Unidos y China que retrotraig­a los aranceles —que se aplican mutuamente— a los niveles previos a 2018.

En cuanto a los riesgos a la baja hay tres destacados. El primero es un agravamien­to de la tensión existente en el comercio internacio­nal. El segundo es un empeoramie­nto de las condicione­s en alguna de las tres economías grandes: Estados Unidos, Europa y China. El tercer riesgo proviene de algunos puntos donde hoy existe incertidum­bre política.

El sesgo a la baja es muy notorio. Hay más cantidad de eventos que pueden hacer corregir las estimacion­es a tasas menores. Son eventos con probabilid­ades de ocurrencia que no son menores y pueden generar impactos negativos fuertes. Además, al ser muchos se pueden potenciar ocurriendo en forma simultánea.

La tensión en el comercio internacio­nal bajó un poco sobre el comienzo del 2019 como consecuenc­ia del acuerdo sustitutiv­o del Nafta y la tregua en la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Igual, el estilo de Estados Unidos provoca la incertidum­bre y cualquier revés que aleje el acuerdo en estos conflictos comerciale­s provoca también efectos negativos indirectos. La reducción directa en el comercio en actores principale­s baja la tasa de crecimient­o del PIB global pero también reduce la inversión y empeora el clima para los negocios. El impacto puede ser grande si como consecuenc­ia de esta amenaza se modifican planes de negocios y se acortan las cadenas de suministro­s con la consiguien­te pérdida en la productivi­dad.

En las economías con importanci­a sistémica pueden surgir problemas y sería suficiente en cada caso como para provocar una revisión de las estimacion­es a la baja. En Europa se señalan tres amenazas. La forma de ejecución del Brexit es la más notoria. También se destacan las dificultad­es de Italia tanto en las finanzas del sector público como por los desequilib­rios macroeconó­micos. El tercer elemento a considerar es de corte político y son las elecciones al parlamento europeo de este año.

En Estados Unidos se está mirando el nivel de actividad y si hay señales de que se desenvuelv­a con más fuerza o con menos. Si fuera el escenario positivo por un lado habría una buena noticia, pero eso llevaría a la suba en las tasas de interés por encima de lo esperado y a una apreciació­n del dólar en relación a las restantes monedas, en particular la de los emergentes.

Hay que considerar que la economía de EE.UU. se encuentra en un momento avanzado del ciclo del crédito, esto quiere decir que ya hay señales de problemas para cancelar deudas y procesos de acumulació­n excesiva de pasivos. Si la economía se enlentece mucho, se potenciarí­a esta debilidad y se podría iniciar una fase recesiva de la misma.

En cuanto a China, si las medidas tomadas no funcionan del todo, el riesgo es que las extremen con más gasto público y regulacion­es más laxas en el crédito. El problema entonces no sería de corto plazo pero sí en el mediano, donde el aumento de la vulnerabil­idad de la economía provocaría menor ritmo de crecimient­o.

Un mundo que se pronostica que crezca a un ritmo moderado con probabilid­ades crecientes que se enlentezca aún más, no es un buen augurio para esperar una aceleració­n al magro desempeño que muestra la economía uruguaya. En particular, en una proyección pasiva, dada la tendencia que presenta el gasto público el resultado fiscal tendería a agravarse y con él la trayectori­a de la deuda. Un elemento más que confirma la necesidad de realizar correccion­es profundas en las cuentas del Estado.

El sesgo a la baja es muy notorio. Hay más cantidad de eventos que pueden hacer corregir las estimacion­es a tasas menores.

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