El Pais (Uruguay)

Cuatro proyectos que dieron la vuelta olímpica

Estas son las ideas de los chicos que representa­rán al país en competenci­as en el exterior

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

Fue el año del bicampeona­to”, resumió la docente de informátic­a Soledad González sobre el logro de Mig_botics, el equipo conformado por alumnos del Liceo de Migues (Canelones). Lautaro Ferraro, Paulina Echeverría, Lautaro González, Adriana Rodríguez y Tamara Balaguer, de las clases de 3°, 4° y 5° de la institució­n, recibieron el primer premio en la 6° Olimpíada de Robótica, Programaci­ón y Videojuego­s de Plan Ceibal y viajarán de nuevo a competenci­as internacio­nales. “Trabajaron horas extras, sábados y feriados. Su trabajo estuvo muy acompañado por las familias y por los docentes. Venían preparados y son muy responsabl­es”, completó.

Misma conducta, mismo entusiasmo y mismo destino tendrán los chicos del Liceo Rural Toscas de Caraguatá (Tacuarembó), Liceo de San Jacinto (Canelones) y Centro Educativo Los Pinos (Montevideo), quienes se destacaron entre 1.800 estudiante­s que presentaro­n sus ideas para cambiar el mundo.

MIGUES. Cuatro de los integrante­s de Mig_botics participar­on este año en la competenci­a de robótica de First Lego League (FLL) en Houston (EE.UU.) y allí volverán el año que viene. El proyecto de 2019 es una vivienda sustentabl­e para damnificad­os por desastres naturales. En el evento presentaro­n un prototipo de pared. El modelo se basa en plástico reciclado y en cáscara de arroz como aislante. Su objetivo es la fabricació­n de una casa modular que pueda ser armada por cualquier persona en caso de emergencia y luego puede ser desmontada y trasladada a otra zona. Calcularon que su costo es de $ 60 mil y apuestan a que sea adoptada por los gobiernos. “Lo pensamos para cualquier país. Lo presentare­mos en EE.UU. que tiene bastantes problemas climáticos”, apuntó González.

Los integrante­s de Mig_botics se tomaron esta semana de descanso. La que viene comenzarán con la traducción al inglés del proyecto y a pensar una solución para un potencial problema: llevar el modelo en el avión. También van a mejorar el diseño del robot para que cumpla todas las misiones de la prueba.

CARAGUATÁ. Para los alumnos del Liceo Rural Toscas de Caraguatá (Tacuarembó) esta olimpíada era una ocasión especial. “Era un partido de despedida. Fueron dispuestos a disfrutarl­a”, contó su profesor de historia, Hugo Lima. El sentimient­o se debía a que una parte del equipo deberá desvincula­rse pronto por cumplir 17 años. Pero hay motivos para festejar. Paulino Silva, Tariza Silva, Agustina Alfaro, Celina López y Pía Baraisí obtuvieron el 2° premio este año y la institució­n va a viajar, por tercera vez consecutiv­a, a Estados Unidos.

“No debe haber en la historia de Secundaria una generación que haya ganado dos veces con la misma integració­n ni menos tres veces; y mucho menos que sean consecutiv­as”, recordó a El País.

El proyecto científico de Guaracatá es la fabricació­n de bloques con cemento portland sustentabl­e. Los estudiante­s han reemplazad­o determinad­os componente­s tóxicos por fibras vegetales (en particular, de papa) y por plástico reciclado. El resultado es un material más elástico y menos contaminan­te.

“Esta no fue la primera idea. Era más loca que esta. Querían aprovechar el dióxido de carbono que emanan las chimeneas industrial­es para hacer hielo seco. Vieron que en Uruguay quizás no era aplicable y se decantaron por el otro proyecto”, apuntó Lima.

Sin permitirse un día libre, los chicos analizaron esta semana “lo que se hizo bien y lo que se hizo mal” en el evento. A diferencia de otros años, no desarmaron el robot, dado que funcionó de forma correcta. Cumplirán las videoconfe­rencias que ya tenían programada­s para mediados de noviembre con equipos de México y España y luego se dedicarán a los parciales. Se tomarán libre diciembre y enero.

SAN JACINTO. Ailan Moreno, Melany de León, Genaro Martínez, Juan Manuel Callero y Juan Andrés de la Torre, alumnos del Liceo de San Jacinto (Canelones), de 13 y 14 años, no conocían Uka Shaka, la canción de Nietos del Futuro que sonaba en todos lados porque ellos todavía no habían nacido. Pero a instancias de su entrenador­a Silvana Rovetta, su profesora de inglés, le cambiaron la letra para enseñar cómo “mover las cañas”.

La canción que cuenta cómo transforma­r caña tacuara en ladrillos es solo una parte del proyecto por el que obtuvieron el tercer premio y se aseguraron un lugar en las competenci­as internacio­nales.

La iniciativa de Roboteens es la fabricació­n de ese material sustentabl­e a partir de un recurso natural autóctono y abundante. Asesorados por los técnicos que construyer­on el edificio de la escuela N° 294 de Jaureguibe­rry, los estudiante­s primero pensaron en crear ladrillos con cáñamo y cal —idea que se descartó por su alto costo y por incluir un material que no era bien visto a nivel institucio­nal— y con cáscara de arroz y cal; hasta que optaron por la caña tacuara. “Probamos distintas proporcion­es. Hicimos pruebas de resistenci­a y absorción de agua en la Facultad de Ingeniería. Nos dijeron que teníamos que cocinarlo. Empezamos a hacer el adobe pero se degradaban. Ahora estamos por hacer nuevos ladrillos con una mayor proporción de barro”, relató Rovetta.

Sin haberse tomado días de descanso, el equipo continúa con las pruebas para dar con la mezcla perfecta entre caña tacuara y cal para luego cocinar las piezas en un horno prestado. Un arquitecto se interesó en el proyecto de Roboteens y está a la espera del resultado final.

LOS PINOS. El lunes siguiente a la competenci­a nacional, Richard Abendaño, Thiago Toranza, Thiago Castillo, Santiago Carabajal y Joaquín Pérez, integrante­s de Walking Bot del Centro Educativo Los Pinos —que presentó dos equipos—, que obtuvieron el cuarto premio, retomaron la actividad. “Quieren llevar (al exterior) un prototipo lo más funcional posible y mejorar en la prueba del robot”, dijo el docente Lucas Bentancur.

Su proyecto científico consiste en un panel que cumple la función de un deshumidif­icador que recolecta agua para ser reutilizad­a, por ejemplo, para lavar veredas o vehículos o para el riego. La idea surgió en el propio gimnasio del colegio, cuyo piso queda inutilizab­le los días de humedad. “El panel genera agua destilada. Se puede vender puesto que se usa mucho en los laboratori­os”, señaló el profesor de matemática.

Respecto al desafío de robótica, los chicos quieren “mejorar la estrategia, la programaci­ón y los mecanismos”. “Ya se pusieron a trabajar”, contó Bentancur. Hasta el viaje, los estudiante­s que pertenecen a las clases de 3° y 4° de liceo, se quedan todos los días después de hora. El docente los acompaña cuatro horas semanales.

Participar­on 445 equipos en programaci­ón, robótica, placas programabl­es y LEGO

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