El Pais (Uruguay)

El regreso de un argentino con formación en Uruguay

- RODRIGO GUERRA

El sábado Montevideo... Siempre un honor cantar en el Uruguay”, escribió Andrés Calamaro en su cuenta de Twitter @bradpittbu­ll666. Para acompañar el mensaje, incluyó el videoclip de “Biromes y servilleta­s”, el clásico de Leo Maslíah que versionó para Romaphonic Sessions, un disco íntimo donde el argentino reversiona­ba canciones propias y ajenas de forma cálida y espontánea, con la única compañía de Germán Wiedemer al piano. La relación de Calamaro con Uruguay es bastante estrecha, y el músico se ha referido al tema varias veces. “Me amamantaro­n en Uruguay a Conaprole”, le dijo el músico a El País a principios de octubre.

“Uruguay me enseñó demasiado”, agregó, vía mail, mientras se tomaba un mate y escuchaba Searching For Simplicity, de Gregg Allman. “Mi mentor es Beto Satragni, de Canelones”. Es que antes de convertirs­e en una de las promesas del rock argentino al entrar a Los Abuelos de la Nada y componer los clásicos “Mil horas” y “Sin gamulán”, un Calamaro de 17 años debutó como tecladista del disco B.O.V. Candombe, del grupo Raíces, liderado por Satragni, quien supo ser bajista de Spinetta Jade.

Ya pasaron más de 40 años desde la publicació­n del disco que dio comienzo a una carrera que aportó varios clásicos al cancionero argentino: “Flaca”, “Loco”, “La parte de adelante”, “Cinco minutos”, “Te quiero igual”, “El salmón” y una larga lista de éxitos para llenar varios volúmenes de Greatest Hits. En estos años, Calamaro presentó en Uruguay cada uno de sus proyectos, generando más cercanía con el público local. Para mantener la costumbre, el argentino llegará mañana al Antel Arena para presentar Cargar la suerte, su último disco, que celebrará su primer año en el lugar donde antes estaba ubicado el Cilindro Municipal.

Cargar la suerte, que fue grabado en Los Ángeles con músicos sesionista­s de la Costa Oeste, muestra al cancionist­a en un período de madurez que comenzó con el excelente Bohemio (2013) y que continuó en Romaphonic Sessions (2016). En Cargar la suerte, que está nominado a cuatro Grammy Latino, Calamaro reafirmó su lugar en el podio de los íconos del rock argentino (un lugar que comparte con Charly García, Fito Páez, Indio Solari, Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati) a base de grandes canciones.

Aunque en el álbum no hay espacio para aquellos éxitos inoxidable­s sobre los que se construía Alta suciedad —el disco de 1997 que también fue grabado en Estados Unidos—, Calamaro mantiene la tradición de componer canciones que se vuelven joyas para los fanáticos. Incluso, no sorprender­ía que canciones como “Verdades afiladas” y “Falso LV” le traigan nuevos fanáticos. Volviendo al rock centrado en las guitarras —destaca la guitarra slide yel pedal steel a cargo de Rich Hinman—, el músico encuentra la originalid­ad en canciones como “Tránsito lento”, “Siete vidas” y “Las rimas”.

Además, Cargar la suerte aprovecha al máximo dos cualidades que consolidar­on al músico: una voz que puede pasar desde la delicadeza de un crooner a la crudeza de un rock sucio; y, especialme­nte, letras llenas de imágenes y frases ideales para dedicarle a una pareja o para estamparla­s en camisetas. “El amor en tiempos de ibuprofeno tiene cobertura pero no tiene relleno”, canta en “Las Rimas”. “Cuando ladra la moral, en modal inquisició­n / Me correspond­e cantar a la libertad”, dice la letra de “My mafia”. Pero el ejemplo ideal de la capacidad de visión actual está en “Falso LV”, un rock con buenos arreglos de vientos donde habla sobre la “guillotina” de la moral. Sobre este tema, Calamaro parece tener mucha experienci­a: en los últimos años fue atacado numerosas veces por sus polémicas declaracio­nes en entrevista­s y en redes sociales (ver recuadro).

En la gira de presentaci­ón de Cargar la suerte, el argentino —que en los noventa hizo carrera en España con Los Rodríguez— presenta un repertorio que mezcla las canciones con aquellos clásicos que fue construyen­do a lo largo de más de 40 años de música. En la lista hay lugar para varias de Honestidad brutal ,el disco doble de 1999 que marcó un punto de quiebre en su carrera. “El detonante fue detonarse para el fin los calendario­s de un siglo milenio”, le dijo Calamaro a El País durante su entrevista.

Honestidad brutal resume en 141 minutos lo mejor de la carrera del argentino. Si el oyente acepta el desafío de una escucha concentrad­a va a encontrars­e con varios capítulos confesiona­les en los que reina la crudeza y hasta la visceralid­ad. De allí salieron grandes canciones como “Paloma”, “Los aviones” y “La parte de adelante” para confirmarl­o. Las tres sonarán en el Antel Arena.

Mañana a las 21.00, el músico llegará al Antel Arena para presentar Cargar la suerte, su nuevo disco.

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