EL PROBLEMA ES CUANDO SE CONVIERTE EN ALGO HABITUAL
La psicóloga Margarita Ungo explicó que “en general, el comer emocional es considerado normal porque es algo esporádico. Las personas no lo usan sistemáticamente como una forma de regular sus emociones. Hay momentos en que se nos disparan las ganas de comer por razones emocionales y eso es normal. Pero hay que saber que también está el comer emocional problemático, que es cuando se usa la comida muy frecuentemente con una intención de querer evitar sentir lo que estamos sintiendo”, detalló. Entonces es común que una persona coma porque se sienta sola, porque está triste, irritada, ansiosa. El problema está cuando “eso se va convirtiendo en un hábito que desencadena sus propios mecanismos de perpetuación. Entonces ahí sí hay un problema”.
La profesional agregó que el hambre emocional nos lleva a comer cosas fuera de hora, a consumir productos que no elegimos de un modo racional y que no hacen bien a nuestra salud, comemos de más y hasta podemos tener atracones.
Según la psicóloga, que es directora del Proyecto Mindfulness en Uruguay, es básico tomarse un tiempo para el momento de comer: no es bueno hacerlo mirando la televisión, prestando atención al teléfono celular, mientras seguimos trabajando, o comer muy rápido: “Todas esas cosas llevan a que perdamos la capacidad de autorregulación, entonces ya no podemos captar las señales del cuerpo que nos dicen que estamos lo suficientemente satisfechos. Seguimos comiendo sin atender esas señales y por supuesto sin atender a las señales más reales de nuestro ser de por qué estamos comiendo realmente”. Por eso debemos ser más conscientes en el momento de consumir alimentos: “Hay que aprender a hacerlo atento y no como si estuviéramos en piloto automático. Hay que saborear, porque muchas veces en ese comer apurado no saboreamos la comida. Cuando invitamos con nuestra atención a todo nuestro ser a estar presente en el acto de comer podemos dar satisfacción a todos nuestros sentidos, a todas los tipos de hambre”, sostuvo.