Familia asesinada en medio de guerra entre los narcos
Gobierno de México afirma que las armas llegan de EE.UU.
El Ejército de México atribuyó a un enfrentamiento entre los carteles de la Línea y los Salazar el asesinato de nueve miembros de la familia Lebarón en los límites entre los Estados de Chihuahua y Sonora, a solo 83 kilómetros de la frontera con Estados Unidos. Según el general Homero Mendoza, esa es la principal línea de investigación. Señaló que hay varios datos para sostener su hipótesis. El principal es que el día anterior al asesinato hubo un enfrentamiento entre los dos carteles en la ciudad de Agua Prieta que dejó un muerto y un herido de bala.
Según Mendoza, esto hizo que una célula del cartel de la Línea se movilizara en la zona de la sierra para frenar cualquier entrada de los Salazar y confundió las tres camionetas en las que viajaba la familia Lebarón. Los tres vehículos en los que se movían los 17 familiares eran del tipo Suburban “similares a las que utiliza habitualmente el crimen organizado en la zona”, lo que habría abonado la confusión, señaló el militar. El general también ha asegurado que la familia Lebarón recorría de forma rutinaria los 158 kilómetros que unen Agua Prieta y Bavispe, “por eso se trasladaron únicamente mujeres y menores de edad sin especiales medidas de seguridad”.
La versión oficial, sin embargo, deja dudas sobre cómo fue posible confundir una camioneta ocupada por tres mujeres y 14 niños con una manejada por sicarios, generalmente armados y con chalecos antibala. Una de las mujeres incluso descendió del vehículo para impedir la matanza, pero fue tiroteada.
El secretario de Exteriores, Marcelo Ebrard, confirmó que la Cancillería y la Secretaría de Seguridad de Alfonso Durazo trabajan de forma conjunta debido a que “la familia Lebarón cuenta con la doble nacionalidad”, de Estados Unidos y México. Los representantes de ambas carteras insistieron en uno de los pocos datos confirmados hasta ahora: los casquillos encontrados en la zona fueron disparados por armas de origen estadounidense. Según señalaron, son de la marca Remington y fueron disparados por R15 y M16 de fabricación norteamericana.
El dato, aunque obvio —el propio Gobierno admitió que el 70% de las armas utilizadas en delitos en México tiene origen estadounidense— forma parte de los reproches de baja intensidad que la Administración del presidente Andrés Manuel López Obrador intercambia con su par estadounidense, Donald Trump, para que controle su frontera y frene el tráfico de armas en dirección a México.
En septiembre se conoció un dato que refleja la porosidad fronteriza. El fiscal para la zona norte de Chihuahua detalló que el 90% de las armas utilizadas en homicidios en Ciudad Juárez, que registró ese mes ocho asesinatos diarios, fueron adquiridas en comercios de deportes de Texas y Nuevo México. “Controlar el tráfico de armas es un grave problema porque el contrabando es lo que ha aumentado la capacidad de fuego de los grupos criminales”, añadió Durazo.
Sobre el ofrecimiento de la ayuda militar de Trump para terminar con los carteles, el presidnete Andrés López Obrador solo respondió que permitirá que Estados Unidos acceda a la investigación. “Le agradecemos a Trump su disposición a apoyarnos, pero también le agradecemos que sea respetuoso con nuestra soberanía. Respetamos al senador republicano (Tom Coton, quien reprochó la política de “abrazos y no balazos”) y el editorial del Wall Street Journal (critica con dureza la estrategia de seguridad e insinuaba la posibilidad de una intervención de Estados Unidos), pero no compartimos esas opiniones. Vamos a demostrar que nuestra propuesta funciona”, añadió.