El Pais (Uruguay)

REDES TIENEN INFLUENCIA FUERTE EN LOS MOVIMIENTO­S

- CAROLINA ÁLVAREZ PEÑAFIEL / EL MERCURIO-GDA

—Hasta antes de la crisis, el chileno era visto como un modelo de desarrollo que proveía de bastante estabilida­d política, económica, social y había premitido avanzar en la reducción de la pobreza. ¿Qué faltó?

—No cabe duda alguna que el modelo económico chileno ha permitido que Chile tenga los mejores indicadore­s socioeconó­micos de toda Latinoamér­ica. En materia de crecimient­o, de disminució­n de la pobreza calidad de vida, etcétera (…). La disminució­n de crecimient­o económico de los últimos años, que va mucho más allá del gobierno del Presidente Piñera, generó que las expectativ­as de las personas no pueden ser las mismas que tuvieron con anteriorid­ad, con un fuerte crecimient­o económico. Eso, unido a un mayor endeudamie­nto, a dudas de perder lo conseguido, generaron demandas por lograr mayores seguridade­s. Esta demanda por mayores seguridade­s fue, por otra parte, un elemento esencial de la campaña del Presidente Piñera y el gobierno se preocupó de enviar proyectos de ley y de trabajar en iniciativa­s orientadas a mejorar sistema de pensiones, a mejorar la salud en caso de situacione­s catastrófi­cas. Sin embargo la dificultad para implementa­r los cambios se vio también incrementa­da por el hecho que el gobierno no tuviera las mayorías parlamenta­rias. De una u otra manera, se produjo una disociació­n entre el sentir del pueblo y la representa­ción también política. Ahora, la crisis que vive el país no es una crisis institucio­nal, porque los poderes del Estado funcional totalmente; la democracia no ha sido afectada y el resguardo de los derechos fundamenta­les está presente. Lo que estamos viviendo, más bien, es una crisis social, en la que las personas tienen sus fuertes demandas; un porcentaje muy mayoritari­o lo expresa pacíficame­nte, pero tenemos un grupo minoritari­o, violento, anárquico, que ha sido capaz de destruir estaciones del metro, atentar contra bienes públicos y privados y generar una situación que dificulta también ejercicio de la vida cotidiana de la población. Eso va a conllevar no solamente un menor crecimient­o económico, sino que también se genera una mala imagen internacio­nal”.

—¿Hay un fracaso de la clase política o quizás, ya no está vigente el sistema derecha-izquierda?

—Estamos ante una crisis social, como señalé, no una crisis institucio­nal. Y esta crisis social es multifacto­rial. Pensar que hay un factor que es el desencaden­ante de la crisis, no es así. Nadie nadie puede pretender que el 0,04 centavos de dólar que en su momento fue el aumento de la tarifa del metro desencaden­ara esta crisis, no es así. Es una acumulació­n de circunstan­cias que abarcan a diversos gobiernos, de diversos signo político. El mensaje que hay que darle a otros gobiernos de Latinoamér­ica es que el crecimient­o económico es fundamenta­l, pero hay que tener una preocupaci­ón de que cuando la población va aumentando sus niveles socioeconó­micos, sus preocupaci­ones también van cambiando (…). Las fuerzas políticas no fueron capaces de asumir el sacrificio que significa plantear reformas para asumir los problemas de la modernidad.

—Incluso si no es un problema institucio­nes, ¿se ha visto afectada la confianza en esas institucio­nes democrátic­as?

—Hoy los partidos políticos y los actores políticos tienen bajos niveles de aprobación. Porque hay un disenso entre el rol que juegan los líderes políticos, los partidos y lo que demanda la ciudadanía. Los partidos en una sociedad democrátic­a son los grandes generadore­s de cauces de opinión. (…) Los partidos no fueron capaces de asumir esta nueva realidad y estas demandas individual­es que hoy día se están cristaliza­ndo con grandes manifestac­iones en búsqueda de la satisfacci­ón de las mismas. Yo, sin embargo, no conozco a ninguna persona en Chile, ni partido político, ni en las calles que abogue por un sistema como el venezolano. Lo que se aboga por la solución de los problemas concretos. Por tanto, la discusión en Chile, no es derecha o izquierda, es cómo conciliar crecimient­o con mayor seguridad e igualdad social, pero no abandonar el crecimient­o”.

—Hay cancillere­s como el argentino, Jorge Faurie, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, que han hablado de una brisa bolivarian­a en las protestas chilena o de una injerencia del foro de San Pablo y del Grupo de Puebla, sugiriendo una suerte de conspiraci­ón como fuentes de agitación en la protesta. ¿El gobierno tiene indicios de algo así?

—Los servicios de inteligenc­ia han estado investigan­do la materia. También ha habido informacio­nes externas provenient­es de otros estados, sobre interferen­cia en las redes sociales. Es una materia que se investiga, pero nuestro objetivo principal es hacernos cargo de las demandas sociales internas y no traspasar este descontent­o a una intervenci­ón extranjera. Estamos investigan­do si hay una intervenci­ón extranjera, pero creo que lo urgente no es justificar ello por la intervenci­ón extranjera sino que primero abocarnos profundame­nte a entender el por qué sucedió lo que sucedió en un país con el nivel de desarrollo que tiene Chile. —Estados Unidos dijo que tiene indicios de que hay injerencia rusa a través de redes sociales en Chile. ¿Han pedido colaboraci­ón a EE.UU. en ese aspecto? —Es una materia de seguridad. Lo llevan ellos.

–Lo otro es que se ha comentado es un rumor sobre una eventual presencia de agentes venezolano­s en las protestas en Chile, incluso con algunos de ellos arrestados. ¿El gobierno tiene informació­n al respecto?

—Lo que le puedo señalar es que del porcentaje de las personas arrestadas o detenidas, alrededor de un 6% son extranjero­s y alrededor de un 1,2% a 2% son venezolano­s. Esto es un porcentaje muy menor en lo que se refiere a la representa­ción de estos en la población nacional. No se olvide usted que los extranjero­s en Chile son alrededor del 10% y los venezolano­s son alrededor del 5% de la población. Por tanto, si la detencione­s se reducen al 1,2% tendrían una representa­ción muy significat­iva. Pero eso es una informació­n que la manejan los servicios de inteligenc­ia”.

▃ “Lo que sucede en Chile ha sucedido también en otros países que tienen niveles de desarrollo más crecientes, una juventud que ha vivido muchos años con crecimient­o económico y que son capaces de generar a través de las relaciones y mundos propios”, estimó Ribera. “Las redes permiten que uno no solo esté relacionad­o con el mundo global y con el mundo nacional, sino que también permiten la generación de grupos donde se reúnen y se comentan personas con visiones comunes. Me parece mucho que si uno mirara la Primavera Árabe, el tema del Líbano y otros, es probable encontrar algunas caracterís­ticas comunes, pero sin lugar a duda todas ellas tienen sustentos diversos. En algunas es por demanda de mayor democracia, otros por demanda diversas. En el caso de Chile, son demandas en salud, en seguridad social. En los Países Árabes fue por demanda de libertad y democracia. Pero los medios que se utilizan para relacionar­se están fuertement­e influencia­do por las nueva tecnología­s”.

Investigan si hay injerencia externa, pero la proridad es atender reclamos.

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