REDES TIENEN INFLUENCIA FUERTE EN LOS MOVIMIENTOS
—Hasta antes de la crisis, el chileno era visto como un modelo de desarrollo que proveía de bastante estabilidad política, económica, social y había premitido avanzar en la reducción de la pobreza. ¿Qué faltó?
—No cabe duda alguna que el modelo económico chileno ha permitido que Chile tenga los mejores indicadores socioeconómicos de toda Latinoamérica. En materia de crecimiento, de disminución de la pobreza calidad de vida, etcétera (…). La disminución de crecimiento económico de los últimos años, que va mucho más allá del gobierno del Presidente Piñera, generó que las expectativas de las personas no pueden ser las mismas que tuvieron con anterioridad, con un fuerte crecimiento económico. Eso, unido a un mayor endeudamiento, a dudas de perder lo conseguido, generaron demandas por lograr mayores seguridades. Esta demanda por mayores seguridades fue, por otra parte, un elemento esencial de la campaña del Presidente Piñera y el gobierno se preocupó de enviar proyectos de ley y de trabajar en iniciativas orientadas a mejorar sistema de pensiones, a mejorar la salud en caso de situaciones catastróficas. Sin embargo la dificultad para implementar los cambios se vio también incrementada por el hecho que el gobierno no tuviera las mayorías parlamentarias. De una u otra manera, se produjo una disociación entre el sentir del pueblo y la representación también política. Ahora, la crisis que vive el país no es una crisis institucional, porque los poderes del Estado funcional totalmente; la democracia no ha sido afectada y el resguardo de los derechos fundamentales está presente. Lo que estamos viviendo, más bien, es una crisis social, en la que las personas tienen sus fuertes demandas; un porcentaje muy mayoritario lo expresa pacíficamente, pero tenemos un grupo minoritario, violento, anárquico, que ha sido capaz de destruir estaciones del metro, atentar contra bienes públicos y privados y generar una situación que dificulta también ejercicio de la vida cotidiana de la población. Eso va a conllevar no solamente un menor crecimiento económico, sino que también se genera una mala imagen internacional”.
—¿Hay un fracaso de la clase política o quizás, ya no está vigente el sistema derecha-izquierda?
—Estamos ante una crisis social, como señalé, no una crisis institucional. Y esta crisis social es multifactorial. Pensar que hay un factor que es el desencadenante de la crisis, no es así. Nadie nadie puede pretender que el 0,04 centavos de dólar que en su momento fue el aumento de la tarifa del metro desencadenara esta crisis, no es así. Es una acumulación de circunstancias que abarcan a diversos gobiernos, de diversos signo político. El mensaje que hay que darle a otros gobiernos de Latinoamérica es que el crecimiento económico es fundamental, pero hay que tener una preocupación de que cuando la población va aumentando sus niveles socioeconómicos, sus preocupaciones también van cambiando (…). Las fuerzas políticas no fueron capaces de asumir el sacrificio que significa plantear reformas para asumir los problemas de la modernidad.
—Incluso si no es un problema instituciones, ¿se ha visto afectada la confianza en esas instituciones democráticas?
—Hoy los partidos políticos y los actores políticos tienen bajos niveles de aprobación. Porque hay un disenso entre el rol que juegan los líderes políticos, los partidos y lo que demanda la ciudadanía. Los partidos en una sociedad democrática son los grandes generadores de cauces de opinión. (…) Los partidos no fueron capaces de asumir esta nueva realidad y estas demandas individuales que hoy día se están cristalizando con grandes manifestaciones en búsqueda de la satisfacción de las mismas. Yo, sin embargo, no conozco a ninguna persona en Chile, ni partido político, ni en las calles que abogue por un sistema como el venezolano. Lo que se aboga por la solución de los problemas concretos. Por tanto, la discusión en Chile, no es derecha o izquierda, es cómo conciliar crecimiento con mayor seguridad e igualdad social, pero no abandonar el crecimiento”.
—Hay cancilleres como el argentino, Jorge Faurie, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, que han hablado de una brisa bolivariana en las protestas chilena o de una injerencia del foro de San Pablo y del Grupo de Puebla, sugiriendo una suerte de conspiración como fuentes de agitación en la protesta. ¿El gobierno tiene indicios de algo así?
—Los servicios de inteligencia han estado investigando la materia. También ha habido informaciones externas provenientes de otros estados, sobre interferencia en las redes sociales. Es una materia que se investiga, pero nuestro objetivo principal es hacernos cargo de las demandas sociales internas y no traspasar este descontento a una intervención extranjera. Estamos investigando si hay una intervención extranjera, pero creo que lo urgente no es justificar ello por la intervención extranjera sino que primero abocarnos profundamente a entender el por qué sucedió lo que sucedió en un país con el nivel de desarrollo que tiene Chile. —Estados Unidos dijo que tiene indicios de que hay injerencia rusa a través de redes sociales en Chile. ¿Han pedido colaboración a EE.UU. en ese aspecto? —Es una materia de seguridad. Lo llevan ellos.
–Lo otro es que se ha comentado es un rumor sobre una eventual presencia de agentes venezolanos en las protestas en Chile, incluso con algunos de ellos arrestados. ¿El gobierno tiene información al respecto?
—Lo que le puedo señalar es que del porcentaje de las personas arrestadas o detenidas, alrededor de un 6% son extranjeros y alrededor de un 1,2% a 2% son venezolanos. Esto es un porcentaje muy menor en lo que se refiere a la representación de estos en la población nacional. No se olvide usted que los extranjeros en Chile son alrededor del 10% y los venezolanos son alrededor del 5% de la población. Por tanto, si la detenciones se reducen al 1,2% tendrían una representación muy significativa. Pero eso es una información que la manejan los servicios de inteligencia”.
▃ “Lo que sucede en Chile ha sucedido también en otros países que tienen niveles de desarrollo más crecientes, una juventud que ha vivido muchos años con crecimiento económico y que son capaces de generar a través de las relaciones y mundos propios”, estimó Ribera. “Las redes permiten que uno no solo esté relacionado con el mundo global y con el mundo nacional, sino que también permiten la generación de grupos donde se reúnen y se comentan personas con visiones comunes. Me parece mucho que si uno mirara la Primavera Árabe, el tema del Líbano y otros, es probable encontrar algunas características comunes, pero sin lugar a duda todas ellas tienen sustentos diversos. En algunas es por demanda de mayor democracia, otros por demanda diversas. En el caso de Chile, son demandas en salud, en seguridad social. En los Países Árabes fue por demanda de libertad y democracia. Pero los medios que se utilizan para relacionarse están fuertemente influenciado por las nueva tecnologías”.
Investigan si hay injerencia externa, pero la proridad es atender reclamos.