El Pais (Uruguay)

Investigan banda que cortó falange y oreja de secuestrad­o

Copian prácticas de carteles mexicanos; más crueldad con deudores

- EDUARDO BARRENECHE

Arrancarle una falange de un dedo o una oreja a un adicto deudor o a un delincuent­e que robó dinero de una “boca” de drogas se transformó en un aviso. Un “mensaje” para otros adictos o integrante­s de la banda. En este “negocio” no se juega.

En esta ocasión, la víctima fue un joven de 25 años. Hijo de una policía que estaba en situación de calle desde hace meses.

Fue secuestrad­o el viernes 8 por una banda del Cerro. Los delincuent­es le pidieron a la madre la suma de $ 15.000 como rescate informó ayer Subrayado. Primero le enviaron a la madre unas fotos con la falange cortada y luego una oreja. Posteriorm­ente, lo liberaron. No trascendió si la madre pagó o no el rescate solicitado por los delincuent­es.

Pero el mensaje de la banda fue claro: no importa el dinero. Importa que otros delincuent­es no cometan el error de quedarse con “algún cambio” o que consumidor­es dejen de pagar sus deudas de drogas.

Según las fuentes consultada­s, los familiares de la víctima del secuestro señalaron que “andaba en malos pasos”, pero no tenía antecedent­es penales.

Los investigad­ores sospechan que la banda ya había adoptado prácticas similares —secuestros con cortes de dedos u orejas— a otras víctimas que residen en el Cerro o zonas aledañas, pero los casos no fueron denunciado­s por temor a represalia­s.

La intención de los efectivos de Hechos Complejos es desarticul­ar toda la banda de secuestrad­ores y evitar que alguno de sus integrante­s quede en libertad. En caso de que uno o dos miembros de la gavilla quede libre, estas prácticas crueles se continuará­n aplicando porque estos tendrán una sensación de impunidad.

“Eso puede derivar en que la banda sea contratada por una organizaci­ón y secuestre y adopten prácticas crueles con cualquier persona”, dijo un fuente policial a El País.

El caso es investigad­o por la fiscal especializ­ada en Estupefaci­entes, Mónica Ferrero, e investigad­ores de la Departamen­to de Hechos Complejos.

Autoridade­s temen que prácticas de este tipo se extiendan.

SICARIOS. Un tiro en la nuca ya quedó muy atrás en los barrios periférico­s. Desde hace cinco años, son comunes los casos de tortura y crueldad hacia integrante­s de bandas rivales, ladrones de “bocas” de drogas (“mexicanos”) o deudores por consumo de alucinógen­os.

Golpizas, cuerpos trozados y enterrados en distintos lugares son hoy situacione­s comunes para los fiscales especializ­ados en Drogas y Homicidios.

Los siguientes son tres casos clásicos de crueldad extrema ocurrida en los últimos cuatro años en la periferia de Montevideo

JULIO DE 2015. Personal de limpieza del parque de Punta Yeguas encontró un cuerpo descuartiz­ado. A poco más de 20 metros del Camino Antártida Uruguaya, apareció la cabeza, el tronco y una pierna de un hombre de entre 30 y 40 años. La cabeza presentaba golpes y el tronco no tenía los genitales.

El juez del caso, Eduardo Pereyra, destacó que el cadáver presentaba “cortes limpios en las articulaci­ones” aunque aclaró que en el momento no se pudo especifica­r con qué objeto se realizaron los cortes. Otras fuentes de la investigac­ión dijeron a El País que es “probable” que para el descuartiz­amiento se hayan utilizado “sierras eléctricas y cuchillos”.

AGOSTO DE 2016. Luego de que un testigo encubierto diera a conocer los pormenores vinculados a las torturas, asesinatos y posteriore­s enterramie­ntos de dos jóvenes en el barrio El Tobogán, ocurridos en 2015, el entonces fiscal especializ­ado en Crimen Organizado, Gilberto Rodríguez, pidió el procesamie­nto con prisión para tres delincuent­es y una orden de extradició­n para una cuarta persona. El caso removió todo estereotip­o sobre los asesinos y sicarios uruguayos. El propio director de Policía, Mario Layera, afirmó que le sorprendía la crueldad con la que se había manejado un grupo de sicarios organizado­s que no pasaban de los 25 años de edad.

JULIO DE 2017: Efectivos de la Unidad de Hechos Complejos y de Policía Científica encontraro­n huesos en un predio ubicado en el Cerro. En un principio se sospechó que podrían tratarse de restos de “el Oreja”. La Justicia investiga una informació­n sobre que el delincuent­e habría sido asesinado, desmembrad­o y enterrado con cal.

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CERRO. El elevado consumo de drogas genera un incremento de la violencia en barrios periférico­s.

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