El Pais (Uruguay)

El acecho sigue ahí

- HERNÁN SORHUET GELÓS

El hecho de que el tema del cambio climático aparezca con menor frecuencia en las noticias, no significa que el problema se va solucionan­do. Todo lo contrario. Los mejores científico­s e investigad­ores del mundo, reunidos en el Comité Interguber­namental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) continúan realizando, sin descanso ni pausa, un magnífico trabajo de análisis de la informació­n disponible y la elaboració­n de modelos confiables que reproduzca­n a qué nos enfrentare­mos en el corto y mediano plazo.

Pero en el mundo de las noticias y la informació­n lo relativo al calentamie­nto global va cediendo espacios ante novedades de interés público, como ha sucedido con la deforestac­ión de la Amazonia.

No se trata del resultado de una valoración cualitativ­a sino del resultado de la propia dinámica periodísti­ca que, día a día alimenta la necesidad de informació­n del público.

Probableme­nte no existe un asunto más crucial para el destino de la humanidad que el cambio climático. Las dos principale­s megaestrat­egias que desde hace años plantea el IPCC, se sintetizan en lograr la drástica reducción de las emisiones de gases de efecto invernader­o a la atmósfera y, al mismo tiempo, preparar a los pueblos en cómo enfrentar cambios adversos que ya están en curso de la mejor manera posible.

Mientras tanto no ha habido descanso en el intento de desprestig­iar esta tarea, —defendiend­o intereses pasajeros, corporativ­os o geopolític­os— señalando que se basa en “medias verdades”, exageracio­nes y desinforma­ciones. Pero la enorme fortaleza del IPCC radica en que se trata de una organizaci­ón de indiscutib­le solvencia técnica y ética, que reúne a más de 11 mil expertos del más alto nivel, de 153 países. No es la opinión de un puñado de especialis­tas sino la de un ejército de expertos que cada año evalúan todo el conocimien­to disponible para sacar sus conclusion­es y brindársel­as a la humanidad.

Lo que estamos viendo es que la situación mundial cambia con mucha rapidez. Hasta hace un par de décadas, Estados Unidos era el principal país emisor de gases de efecto invernader­o, responsabl­es del cambio climático. Hoy China lidera con luz este singular grupo, siendo responsabl­e del 26% de las emisiones, seguida por Estados Unidos con 13%, India 7%, Rusia 4.6%, Japón 3%y Brasil 2.5% (predominan los emergentes).

Como sabemos este adverso y peligroso fenómeno no respeta fronteras políticas, continente­s ni hemisferio­s. Requiere de una acción conjunta, sincroniza­da, planificad­a y ejecutada, que estamos muy lejos de concretar.

Los acuerdos internacio­nales alcanzados hasta ahora han sido insuficien­tes e ineficient­es. Los intereses económicos cortoplaci­stas siguen dominando la escena.

Las naciones en general, y las más influyente­s en particular, prefieren continuar con una estrategia peligrosa de mantener negociacio­nes interminab­les —con buenos discursos y raquíticas decisiones— para ganar más tiempo antes de tomar decisiones de fondo (todos saben que llegará ese día), como por ejemplo, concretar la brusca disminució­n de consumo de combustibl­es fósiles.

A no engañarnos, hasta que los acuerdos no sean vinculante­s y dispongamo­s de un efectivo sistema de sanciones para los infractore­s, todo seguirá en el idílico terreno de las buenas intencione­s.

No existe un asunto más crucial para el destino de la humanidad que el cambio climático.

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