El Pais (Uruguay)

El laberinto boliviano y el llamado a las elecciones

- CLAUDIO FANTINI

Bolivia tambalea al borde del abismo. Su deriva sólo puede caer en una brutal dictadura o en una guerra civil. Para alejarse de esa disyuntiva abismal, la única salida es retomar la institucio­nalidad perdida.

Cuando un sistema derrapa fuera del encuadre constituci­onal, el único esfuerzo válido es el de retorno a la legalidad. Y quizá la única vía para salir del caos y regresar a las institucio­nes, sería mediante un acuerdo entre el partido de Evo Morales y sus adversario­s para que a la presidenci­a interina la ocupe Mónica Eva Copa.

Esta senadora del MAS era la segunda en la bancada que lideraba Adriana Salvatierr­a, quien ocupaba la presidenci­a de la cámara alta hasta que renunció por la misma razón que el presidente, el vicepresid­ente y también el titular de los diputados, rompiendo la línea sucesoria. Esa razón fue los ataques y amenazas a familiares de altos funcionari­os del gobierno y de los jefes legislativ­os del MAS.

La sesión del pasado jueves en la que los legislador­es del MAS nombraron a Copa titular de la cámara alta, otorga una legitimida­d que Jeanine Añez no puede exhibir.

Sin una votación del Congreso que nombrara presidenta del Senado a Añez, por entonces vicepresid­enta, la designació­n de esta senadora por el partido Unidad Democrátic­a carece de clara legitimida­d.

En el debate sobre las interpreta­ciones de la Constituci­ón para las situacione­s excepciona­les, el MAS puede alegar, con lógica constituci­onal, que la titularida­d de la bancada correspond­e al partido que tiene mayoría y no a quien ocupa la vicepresid­encia, cargo que correspond­e a la segunda fuerza de la cámara.

Si Añez y los dirigentes conservado­res que, en alguna medida, ejercen el poder detrás del trono, Luis Camacho y Marco Pomari, no negocian con el MAS una salida institucio­nal de ese tipo, el país podría continuar en el umbral de la guerra civil. Hasta el momento, insisten en mantener a Añez, señalando que, si no hay acuerdo para convocar a elecciones desde el Congreso, ella las convocará por “decreto presidenci­al”.

El problema es que un comicio convocado por decreto desde una presidenci­a viciada de ilegitimid­ad, sólo puede alumbrar un gobierno también viciado de ilegitimid­ad. Y el problema boliviano continuarí­a. Por lo tanto, a esa elección debe convocarla el Congreso, estando éste presidido por un senador o senadora pertenecie­nte a la fuerza que tiene la mayoría.

La idea insinuada por Evo Morales de una mediación de Rodríguez Zapatero no sirve, porque el ex presidente español ha demostrado falta de ecuanimida­d en sus supuestas mediacione­s en Venezuela, donde lo actuado sólo fue útil para el régimen de Maduro.

Por la misma razón está invalidado de mediar Ernesto Samper, representa­ndo a Unasur. Y también la OEA, debido al desafortun­ado pronunciam­iento que hizo en sesión extraordin­aria su titular, Luis Almagro, trasponien­do los límites que correspond­en a la diplomacia.

La mediación ofrecida por la ONU, la Unión Europea y la iglesia podría ser útil para un acuerdo que deben negociar el partido que perdió el poder con las fuerzas que se apoderaron del gobierno. Ahora bien, aceptar la presidenci­a interina de la senadora Mónica Copa para conducir la transición hacia elecciones, debería tener como contrapart­ida la aceptación por el MAS de que Morales no puede postularse.

El intento de fraude que estropeó el comicio del 20 de octubre, desatando el trágico caos que generó vacío de poder, lo invalida como aspirante a una reelección, que además viola los límites establecid­os por la Constituci­ón y ratificado­s por la mayoría de los bolivianos en el referéndum del 2019.

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