El Pais (Uruguay)

Muchas gracias Ing. Daniel Martínez

- A. Mas | Montevideo

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No es en forma irónica el título de la carta sino todo lo contrario. Gracias a sus afirmacion­es quizás muchos adolescent­es y jóvenes del país puedan entender lo que fue nuestro querido Uruguay.

Usted, al comienzo del debate presidenci­al, ocupó parte de su tiempo en resaltar que con solo 16 años ya estaba militando, que con 24 años se había independiz­ado, trabajaba de boletero en un cine, tenía 2 hijas y se recibía de Ingeniero. ¡Aplaudible por donde se lo mire! Yo también quisiera para mis nietos que hoy el Uruguay fuera como entonces, que con un empleo que no sea de primer nivel puedan independiz­arse, formar familia, seguir estudiando y recibirse.

Hoy los jóvenes tienen más de 30 y los padres deben cederle alguna pieza o fabricarle­s un apartament­ito en el fondo, si trabajan deben tener al menos dos empleos para mantener solo el diario vivir con su pareja y por ende no pueden estudiar. Si sus padres logran apoyarlos para que estudien lo más probable es que sus carreras duren el doble que la suya debido a los problemas de paros, profesores, cupos etc. Y, si logran terminarla, deben emigrar por la falta de empleo digno.

Por eso le reitero señor Ing. Daniel Martínez, debe usted agradecer haber vivido, estudiado y trabajado en esa época que usted hoy critica sin medir en sus palabras que todo cambió para mal desde el momento justo en que usted menciona que comenzó a militar para su partido.

Yo tengo 4 años más que usted, cuando a los 16 años usted comenzó su militancia, yo debí exiliarme pues mi gran pecado fue ser hijo de un gerente general de una empresa norteameri­cana, cargo que mi padre se ganó ingresando a la misma sirviendo café mientras estudiaba “auxiliar contable” becado en La Sagrada Familia, cambiando horas de estudio por ayudar como monaguillo.

Fue amenazada mi familia, nos tiraron bombas molotov, hubo intentos de homicidio hacia mi padre y gracias al señor Castiglion­i, jefe de inteligenc­ia de la época, luego asesinado por el MLN, se pudo descubrir y avisar a mi familia que el secuestro que seguía en la lista de los ya efectuados, sería el mío.

Debí abandonar mi ingreso a facultad, donde con seguridad, yo también hubiera logrado un título como el suyo y luego de mucho tiempo pude volver para hacer vida “normal” no como egresado universita­rio sino como simple empleado.

Reitero: mi pecado fue “ser hijo de un gerente general de una empresa norteameri­cana”, y la militancia que usted ejerció llevó a destrozar todo de lo que usted gozó y usufructuó.

Esa educación que le permitió recibirse y tener un excelente nivel hoy ya no existe y si piensa usted lo contrario, por favor, ¿explíqueme porqué esas hijas que tuvo a los 24 años no siguieron sus pasos y estudian en EE.UU.?

¡Muchas gracias Sr. Ing Daniel Martínez!

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