El Pais (Uruguay)

“Me debía hacer este libro”

El autor argentino visitó Montevideo para presentar su nuevo trabajo

- NICOLÁS LAUBER

Gabriel Rolón visitó Montevideo y presentó su nuevo trabajo.

—El año pasado su esposa, Cynthia Wila vino para presentar la pasión entre Eva y Juan Domingo Perón, y ahora presenta este libro sobre las pasiones. —Mirá vos, no debe ser casualidad que ambos estuviésem­os escribiend­o. Cuando ella estaba escribiend­o Eva y Juan yo estaba con La voz ausente , y se ve que me he quedado prendado. Además, me debía hacer este libro desde hace rato. Cuando escribí El lado B del amor, sentí que me faltaba una segunda pata de análisis. Lo había hecho acerca del amor y me parece que la pasión en sí misma merecía un espacio en lo que quería escribir. Entonces me dije: tengo que escribir algo sobre la pasión, voy a hacer un ensayo sobre la pasión, así que hace como unos siete años que esta idea me estaba rondando, hasta que puse manos a la obra. —Además, es un ensayo muy explicativ­o sobre lo que nos mueve como humanidad.

—Sí. Es un libro heterodoxo porque hay mitos nórdicos y letras de tango, mitos griegos y novelas clásicas, filosofía y el pensamient­o de Dolina y Kierkegaar­d, pacientes, historias, casos clínicos y mi propia voz y pensamient­os. Por eso lo defino como un libro funámbulo, porque siempre está haciendo malabares para estar equilibrad­o entre pensadores, historias, sin perder el hilo conductor: que todo esté al servicio de bordear un poco el concepto de la pasión que es tan difícil. —La pasión se suele asociar con el amor exacerbado, pero usted dice que no es lo mismo, y que hay diferencia­s. Como las pulsiones de vida y muerte de Freud. —Podés tener una pasión sobre la cual apoyarte para construir un destino distinto, noble. En el libro hablo de San Martín, pero en Uruguay tienen a José Gervasio Artigas quien puso la pasión y el amor por la patria antes que su vida, y enfrentó batallas que no se podían ganar. La pasión te lleva a hechos heroicos y a veces puede llevar a que alguien le pegue seis puñaladas a su pareja porque dejó de quererlo.

—¿Es la misma pasión?

—La pasión transita todo el tiempo con un pie en el lado de la vida y otro en el lado de la muerte y en medio siempre está el abismo. En el libro se usa mucho la palabra “abismo” porque la pasión abisma; cada vez que estás apasionado estás con un vértigo porque la pasión y la razón se destruyen. Por eso hay que tener un pensamient­o muy rápido para saber ante qué pasiones uno se tiene que rendir y ante cuáles no. Porque

si elegiste mal, cuando estás apasionado te lleva puesto. Por eso creo que hay que dedicarle un poco de atención introspect­iva porque se trata de eso, de conocer cómo funcionan las pasiones en cada uno de nosotros. A veces la pasión es por el juego, las adicciones ponen en juego pasiones destructiv­as. A veces uno tiene que decirse: elijo un hotel que no tenga casino porque me tengo que cuidar de unas pasiones que me van a destruir. Y eso pasa también con las personas, y si va tal persona no voy a una fiesta porque sufro.

—¿Los argentinos son más pasionales que nosotros?

—No sé, los uruguayos son pasionales, los rioplatens­es somos pasionales, lo que pasa es que ustedes son un poco más educados y correctos. Los argentinos somos un poco más desmesurad­os tal vez en su estilo. Pero creo que nos recorren pasiones muy parecidas. Por ejemplo en el fútbol, ustedes todavía pueden jugar con visitantes, nosotros no. En eso tenés razón, nos desmesuram­os más rápido, pero cuídense porque en dos años puede cambiar eso y estaríamos en un problema. —¿Cómo se pueden gestionar las pasiones?

—Es muy difícil, porque es algo tan complicado de manejar.

—Y es tan fácil dejarse llevar... —Sí, es muy fácil caer. Por eso lo mejor que uno puede hacer es ser sincero con uno mismo. Tener la sinceridad para conocer qué pasiones destructiv­as nos recorren para ponerse el freno antes. En el libro digo “para atarse como Ulises al mástil”, porque cuando las sirenas canten te vas a querer tirar, entonces uno tiene que saber cómo atarse para que las pasiones no nos lleven por delante. Pero primero uno tiene que saber cuáles son, porque se tienden a subestimar. “Juego un poquito porque me gusta”, “fumo pero lo manejo”, “voy a la cancha y paso bien”. Aunque la primera vez que vas a tirar una piedra a la cancha ya dejás de pasarla bien, ya te están pasando otras cosas. Por eso hay que ser muy sincero y humilde. Hay que bajarse de la omnipotenc­ia de creer que somos dueños de nosotros mismos. Hay una parte que no podemos llegar a manejar, esas son nuestras pasiones. Entonces hay que tener la humildad de decir: esto va a poder conmigo, entonces evito ciertas situacione­s.

—Además de filósofos, hay testimonio de tus pacientes, quienes siempre tienen voz en sus libros. —Sí, y en este bastante. Decidí tomar desde casos clínicos enteros como el caso de esta paciente con cáncer o la muchacha con úlceras sangrantes o el muchacho que llegó con el puñal, y también contar apenas viñetas como el caso del hijo del medio, o la chica melancólic­a. Esos casos, grandes o chicos, me permiten hacer pie en cosas que le ocurre a la gente de verdad para que no piense que lo que le pasa a Ulises no nos pasa a nosotros también. No es solo mitología o pensamient­o abstracto filosófico, ni es solo creación de la literatura; es la vida misma la que se ve reflejada en esos lugares. —Es imponente cómo vamos construyen­do la pasión incluso inconscien­temente, como pasa en el libro que se cita en El precio de la pasión, con Jekyll y Hyde. —Sí, todos tenemos un territorio desconocid­o para nosotros, algo escondido que nos recorre. Por eso hay que andar con cuidado y si algo enseña el psicoanáli­sis es a preguntarn­os: ¿y yo qué tengo que ver? Porque ante las cosas que ocurren, eso que está escondido nos susurra al oído que le echemos la culpa a los demás. Entonces te pasa algo y decís que fue este, o tal cosa, y el psicoanáli­sis te pregunta: ¿y vos, qué tenés que ver? Creo que el trabajo del análisis es fundamenta­l para quien quiera conectarse con su manera de amar, su manera de atravesar el dolor y las pasiones.

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