Más información y mejor educación
Uruguay, País Natural” es un eslogan que desde hace muchos años se difunde por el mundo, promoviendo el turismo y promocionando las exportaciones de alimentos. Pero lejos está de reflejar la realidad local en materia de conservación y de compromiso social con ella.
¿Cómo cambiar esta situación? La única manera eficaz es con más información y mejor educación, para que cada persona se transforme en un agente de cambio a su escala.
A veces algunos valiosos esfuerzos suelen pasar desapercibidos.
Se publicó el Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles del Uruguay, de los expertos uruguayos Santiago Carreira y Raúl Maneyro. Se trata de un trabajo de recopilación e investigación muy valioso para el país, utilizando el tradicional formato de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) —la oenegé mundial más prestigiosa en la materia. Primero elaboraron la Lista Roja (2015), que detalla las especies en problemas, y las categorías en las que han sido incluidas. La Lista es un material técnico muy confiable, dirigido a los tomadores de decisiones y a los académicos.
Pero el libro constituye un paso más ambicioso. Consiste en un material que sintetiza los datos biológicos, descriptivos y taxonómicos de las especies nativas de anfibios y reptiles (ranas, sapos, lagartijas, víboras, tortugas) que se hallan en peligro de extinción en nuestro país. Mantiene las categorías referidas al riesgo que corre cada especie y, al mismo tiempo, aporta invalorable información acerca de las amenazas que enfrentan, y cuáles son las medidas más aconsejables para revertir su actual situación y asegurarles la conservación.
Parte del problema que se aborda en esta publicación radica en el desconocimiento casi absoluto que tiene la sociedad uruguaya sobre las especies de nuestra fauna autóctona.
Nadie está predispuesto a valorar, proteger y cuidar lo que desconoce. Ese es el principal punto de partida para la solución del problema.
La gente ignora qué especies pueblan nuestro territorio. Por esa razón, en principio, no “nos mueve el piso” enterarnos que de las 48 especies nativas de anfibios, el 25% de ellas está amenazado de desaparecer, o que de las 70 especies propias de reptiles, el 13% corre igual riesgo.
Y hay novedades peores. La lagartija de Cabo Polonio (Contomastix charrúa) “se fue” para siempre. Un lugar tan emblemático y singular de nuestra maravillosa costa oceánica contaba con un pequeño reptil exclusivo, único. Pero ya es solo un recuerdo. Desapareció debido a que no se implementaron a tiempo las medidas de conservación que la protegiera de la presión de la gente, y de la acción depredadora de animales domésticos (perros y gatos).
Más de un lector distraído podrá pensar: “¿y qué importa una especie más o una menos?”. Si algo nos ha enseñado la ciencia es que los ecosistemas que disfrutamos y aprovechamos todos los días, son el resultado de la compleja trama de toda la vida que los sostiene.
No cabe duda de que está plenamente justificado el enorme esfuerzo que hay detrás de esta publicación, por su intención de llegar a la mayor cantidad de personas posibles y así contribuir a modificar sus actitudes hacia la fauna y los ecosistemas de nuestro país.
Somos pocos, lo que ayuda a que el deterioro y la contaminación no alcancen niveles serios.