El Pais (Uruguay)

Superar la influencia tóxica

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La delegación uruguaya a la asunción del nuevo gobierno argentino, dio una lección de civismo y democracia. La imagen del presidente saliente, Tabaré Vázquez, y su sucesor, Luis Lacalle Pou, entrando brazo con brazo a saludar a Alberto Fernández, recorrió el mundo. Fue al mismo tiempo una potenciaci­ón del alicaído “poder suave” que tiene nuestro país, particular­mente en la región, de ser una isla de estabilida­d y diálogo. A la vez que dejó más en evidencia lo lamentable de algunos gestos del nuevo gobierno argentino, en especial de la expresiden­ta Cristina Kirchner, cuya gesticulac­ión avinagrada solo potencia lo peor de la imagen que cultivó durante su mandato.

Ahora bien, hay que cuidarse mucho de que esa imagen no nos haga caer en el conformism­o.

La principal razón es porque basta que un país, o una persona, se descanse confiado en alguna cualidad o talento, para que el mismo empiece a erosionars­e. El precio que se debe pagar todos los días por tener un rasgo positivo, es cuidarlo de manera incesante y diligente. Y si no veamos lo que ha sucedido con la seguridad o la educación en Uruguay.

Durante muchos años fuimos, despegados, el país más seguro de América Latina, y el que contaba con un sistema de educación pública más abarcativo e igualitari­o. Y sin embargo, en las últimas décadas, los números crudos muestran que hemos caído en forma dramática en ambos rubros. La tentación negativa de los últimos gobiernos ha sido compararno­s con los vecinos, algo que todavía nos muestra en lugares relativame­nte positivos en ambos rubros. Pero si vemos nuestra tendencia y la de quienes nos rodean, es muy claro que no hemos hecho las cosas bien. Tal vez por culpa justamente del conformism­o y la autoconfia­nza que nos da esa comparació­n.

Algo parecido nos está empezando a ocurrir con la convivenci­a política.

Es muy linda la imagen de Tabaré y Luis mano a mano en Buenos Aires. Pero la actitud del gobierno saliente, tal vez a consecuenc­ia de la ira de mandos medios frustrados por ser desalojado­s de posiciones de privilegio que creían eternas, no está siendo para nada en la misma línea. Desde la decisión de no subir las tarifas, hasta la noticia publicada ayer por El País sobre decisiones internas de UTE en materia de inversione­s, que afectarían de manera dramática el balance a corto plazo de la empresa, son prueba de un revanchism­o miope, y de una política de tierra arrasada, que está en las antípodas de lo mostrado por los dos líderes máximos del país.

Luego tenemos el episodio del show musical financiado por los contribuye­ntes de Montevideo, y convertido en una tribuna para el autobombo y el “postureo” indecente del intendente provisorio este que tenemos en la capital. Y cuyo pico de notoriedad vino con la actitud de una cantante que expuso un video manipulado del presidente electo, para insultarlo y someterlo a cualquier clase de ofensa por parte del público.

No hay que confundir los tantos. La señorita, amparada por la libertad de expresión que muchos de sus correligio­narios siempre están deseando coartar cuando se trata de informació­n u opinión que no comparten, tiene todo el derecho a decir lo que quiera o a mostrar las imágenes que hagan feliz a su corazón. Eso es indiscutib­le, y nunca hay que confundir buen gusto, educación o elegancia, con derecho a la libre expresión.

Ahora, un artista debería tener claro que sus acciones tienen consecuenc­ias. Y que cuando ya sea por el talento o la

Es muy linda la imagen de Tabaré y Luis en Buenos Aires. Pero la actitud del gobierno saliente, tal vez a consecuenc­ia de la ira de mandos medios frustrados por ser desalojado­s de posiciones de privilegio que creían eternas, no está siendo para nada en la misma línea.

sensibilid­ad particular uno tiene la posibilida­d de estar frente a miles de personas, eso implica una responsabi­lidad.

Cuando se aprovecha una instancia financiada por la sociedad en general, para insultar y agraviar a un líder político, lo que se está haciendo es insultar y agraviar a toda la gente que lo votó, a la que representa, y que incluso, en buena medida, están financiado esa plataforma a la que se le ha dado acceso. El doble estándar que usa mucha gente cercana al oficialism­o con estas cosas, poco menos que pidiendo la censura de un medio cuando dice o publica una informació­n que creen los perjudica, y a la vez festejando este tipo de actos, es muy dañino.

Uruguay vive un momento político muy especial. Atravesamo­s una campaña sangrienta (para nuestros antecedent­es), y el fin de una era siempre mueve instintos de los más bajos. Esto no quita que ha habido excesos de todos los ámbitos, incluso de nuestra parte. Pero es momento de bajar la pelota al piso.

Si algo tiene de bueno estar tan cerca de un país como Argentina, es poder apreciar las consecuenc­ias de una cultura política tóxica y sectaria. Todos tenemos la responsabi­lidad de cuidar no llevar al país a un camino similar.

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