El Pais (Uruguay)

Mitos que resurgen ante la COP25

Datos falsos sobre la crisis climática que se viralizaro­n en el marco de la cumbre de Madrid

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Con la celebració­n en Madrid de la cumbre del clima, la COP25, han crecido en las redes sociales numerosas falsedades, manipulaci­ones y prejuicios sobre la realidad de la crisis climática, entre ellos, algunos de los mitos negacionis­tas más extendidos.

CONSENSO. Se dice que “no hay consenso científico” y es falso. Al menos un 95% de los científico­s expertos en este campo considera que hay pruebas suficiente­s para sostener la existencia de un cambio climático causado en buena medida por las actividade­s humanas.

Ese consenso se canaliza fundamenta­lmente a través del Grupo Interguber­namental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el principal órgano internacio­nal para la evaluación de este fenómeno, creado en 1988 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial y del que 195 países son miembros.

HUMANOS. También circula que lo que sucede “no es culpa del ser humano, sino del Sol y de los ciclos naturales”. Las tres causas naturales de la variabilid­ad del clima son: las manchas solares, un indicador cuya periodicid­ad es de unos 11 años; los cambios en los ciclos orbitales de la Tierra, que operan en escalas de miles o cientos de miles de años; y las perturbaci­ones por erupciones volcánicas.

“Desde que hay registro instrument­al, hace más de cien años, ninguna de las tres causas naturales explican el calentamie­nto global y los patrones son completame­nte distintos”, señala el investigad­or del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s, Fernando Valladares.

1998. Es falso que el calentamie­nto global se detuvo en 1998. A este mito contribuyó un Informe de Evaluación del IPCC, completado en 2014, en el que se afirmaba que la temperatur­a media “había mostrado una tendencia lineal de un incremento mucho menor durante los últimos 15 años (19982012) que en el período de los 30 a 60 años anteriores”.

Pero el calentamie­nto no se ha detenido. La temperatur­a global media para 2015-2019 va camino de ser la más cálida de cualquier otro período equivalent­e registrado,

Uno de los mitos dice que la culpa no la tiene el hombre, sino el Sol y los ciclos naturales.

un grado por encima de los tiempos preindustr­iales (1850– 1900).

La doctora María José Sanz, directora científica del Basque Centre for Climate Change, recuerda que en 1998 hubo un pico de subida de casi 0,7 grados por el fenómeno meteorológ­ico El Niño, pero la tendencia general solo se puede medir con largas series históricas y revela que la temperatur­a media sigue creciendo.

BENEFICIOS. Otro mito es que los efectos del calentamie­nto son buenos para el hombre. Si bien favorece las oportunida­des de negocio de algunos sectores y puede incluso mejorar la salud de quienes viven en alta montaña o al norte del paralelo 50, la población beneficiad­a sería menos del 5% del total, precisa Valladares.

El resultado neto es negativo para la humanidad y el aumento de fenómenos extremos generará numerosas pérdidas económicas y de vidas humanas.

En los últimos 25 años, el nivel del mar ha subido una media de 8 centímetro­s (en algunas zonas, más de 20). En las próximas décadas, las áreas inundables afectarán tan solo en España a unas 200.000 personas, según un reciente informe de la organizaci­ón Climate Central. Y, entre otros fenómenos extremos, habrá olas de frío que afectarán a ecosistema­s y poblacione­s no preparadas para ello.

El cambio climático también elevará los riesgos de incendios, ciclones y grandes sequías, desencaden­ará la salinizaci­ón de acuíferos próximos a la costa, reducirá la disponibil­idad de agua, dificultar­á la conservaci­ón del frío en instalacio­nes industrial­es alimentari­as, amenazará el suministro eléctrico en grandes ciudades.

OZONO. Muchos dicen que si la capa de ozono se recupera es porque no hay crisis climática. Esto surge de cuando hace poco se hizo viral una confusión muy extendida sobre el ozono y el calentamie­nto global. Y es que el agujero de la Antártida se está cerrando gracias a la aplicación del Protocolo de Montreal (1987), que redujo drásticame­nte la emisión de gases CFC, pero la recuperaci­ón de esa capa “no ahorra al planeta ningún calentamie­nto”, como resume Valladares.

Son dos fenómenos distintos, que se influyen poco mutuamente, y ninguno de los dos es causante del otro. La capa de ozono protege la vida en la Tierra de los rayos ultraviole­tas del Sol, pero el calentamie­nto no lo provoca el efecto directo de la radiación solar, sino la radiación infrarroja reflejada por el planeta y atrapada por los gases de efecto invernader­o, fundamenta­lmente el CO2.

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