“Es un momento de revolución de las conciencias”
—El cuerpo está muy presente en Los sonámbulos.
—Es una película muy erótica sin serlo estrictamente. Hay una atmósfera de erotismo contenido, de sexualidad reprimida, pero latente, a punto de estallar y de estallarse.
—¿Cómo te atravesó ese rango de tensión erótica permanente?
—No vamos a spoilear, pero hay que decir que es interesante la presencia del cuerpo del abusador en primer plano y no el de la abusada. Una toma de posición de la directora.
—El marido le dice a Luisa, tu personaje: “Dejate de escarbar tratando de encontrar la mierda que somos”. Grave y sintomático: somos conscientes de lo que somos, pero no lo digamos. ¿Se puede aplicar a muchos otros aspectos de la sociedad?
—Mucha gente ha naturalizado ese tipo de reflexiones, al punto tal que no las registra como algo alarmante. La película apela a esas mentalidades que prefieren no escarbar tanto, a dejar ese material en el inconsciente y que actúe ahí. Pero eso tiene un residuo. Además, en las mujeres aparece algo físico, por eso la concepción de la histeria. Ahí aparece lo concreto de la injusticia de no poder decirlo.
—¿Es cierto que sos casi psicóloga?
—Así es. Llegué hasta cuarto año de la carrera en la Universidad de Buenos Aires.
—Hoy transitás a Luisa en cine. En teatro, el año pasado, fue el turno de aquella mujer arrepentida de cumplir el mandato marital en Matate
amor. En televisión, tu María Elena Fuseneco de Casados
con hijos. Todos personajes con una paleta de colores muy rica, que permiten ser abordados desde las herramientas de la psicología. ¿Considerás que haber cursado la carrera te sumó para interpretar ficción?
—Mis viejos me obligaron a estudiar una carrera universitaria. La actriz y la psicóloga se peleaban dentro de mi cuerpo. Seguí con la carrera hasta que no pude más. Pero, claro, me sirvió y me sigue sirviendo. Es un conocimiento muy profundo el de la psicología o el de la filosofía. Es muy útil para la composición de los personajes.
—¿Y para la vida?
—Es un dolor de ovarios... Mi hija me dice: “No me psicologices”.
—En tu personaje está atravesado por el vínculo con su hija: profundo y con culpas.
Los sonámbulos,
—En nuestra sociedad, desde que una nace atravesada por el mandato de la maternidad, aparece la culpa.
—¿Con qué tiene que ver?
—Está relacionado con la experiencia de traer hijos a este mundo tan podrido. La culpa aparece porque esa persona, tu hijo, que es a quien más querés, está viviendo en un mundo tan difícil, donde te matan, te segregan, te violan.
—Participás activamente del movimiento feminista. A partir de estas luchas por el cambio de paradigma, ¿percibís que se modificó la dinámica del medio artístico?
—Sí, claro, cambió todo. Estamos viviendo un momento de revolución de las conciencias, lo cual es muy interesante porque no solo convoca a algo político. Es algo muy profundo lo que estamos viviendo. Por supuesto que el medio cambió. ¿Cómo no va a cambiar?
“El conocimiento de la psicología es muy útil para componer los personajes”.