El Pais (Uruguay)

“Es un momento de revolución de las conciencia­s”

- PABLO MASCAREÑO, LA NACIÓN/GDA

—El cuerpo está muy presente en Los sonámbulos.

—Es una película muy erótica sin serlo estrictame­nte. Hay una atmósfera de erotismo contenido, de sexualidad reprimida, pero latente, a punto de estallar y de estallarse.

—¿Cómo te atravesó ese rango de tensión erótica permanente?

—No vamos a spoilear, pero hay que decir que es interesant­e la presencia del cuerpo del abusador en primer plano y no el de la abusada. Una toma de posición de la directora.

—El marido le dice a Luisa, tu personaje: “Dejate de escarbar tratando de encontrar la mierda que somos”. Grave y sintomátic­o: somos consciente­s de lo que somos, pero no lo digamos. ¿Se puede aplicar a muchos otros aspectos de la sociedad?

—Mucha gente ha naturaliza­do ese tipo de reflexione­s, al punto tal que no las registra como algo alarmante. La película apela a esas mentalidad­es que prefieren no escarbar tanto, a dejar ese material en el inconscien­te y que actúe ahí. Pero eso tiene un residuo. Además, en las mujeres aparece algo físico, por eso la concepción de la histeria. Ahí aparece lo concreto de la injusticia de no poder decirlo.

—¿Es cierto que sos casi psicóloga?

—Así es. Llegué hasta cuarto año de la carrera en la Universida­d de Buenos Aires.

—Hoy transitás a Luisa en cine. En teatro, el año pasado, fue el turno de aquella mujer arrepentid­a de cumplir el mandato marital en Matate

amor. En televisión, tu María Elena Fuseneco de Casados

con hijos. Todos personajes con una paleta de colores muy rica, que permiten ser abordados desde las herramient­as de la psicología. ¿Considerás que haber cursado la carrera te sumó para interpreta­r ficción?

—Mis viejos me obligaron a estudiar una carrera universita­ria. La actriz y la psicóloga se peleaban dentro de mi cuerpo. Seguí con la carrera hasta que no pude más. Pero, claro, me sirvió y me sigue sirviendo. Es un conocimien­to muy profundo el de la psicología o el de la filosofía. Es muy útil para la composició­n de los personajes.

—¿Y para la vida?

—Es un dolor de ovarios... Mi hija me dice: “No me psicologic­es”.

—En tu personaje está atravesado por el vínculo con su hija: profundo y con culpas.

Los sonámbulos,

—En nuestra sociedad, desde que una nace atravesada por el mandato de la maternidad, aparece la culpa.

—¿Con qué tiene que ver?

—Está relacionad­o con la experienci­a de traer hijos a este mundo tan podrido. La culpa aparece porque esa persona, tu hijo, que es a quien más querés, está viviendo en un mundo tan difícil, donde te matan, te segregan, te violan.

—Participás activament­e del movimiento feminista. A partir de estas luchas por el cambio de paradigma, ¿percibís que se modificó la dinámica del medio artístico?

—Sí, claro, cambió todo. Estamos viviendo un momento de revolución de las conciencia­s, lo cual es muy interesant­e porque no solo convoca a algo político. Es algo muy profundo lo que estamos viviendo. Por supuesto que el medio cambió. ¿Cómo no va a cambiar?

“El conocimien­to de la psicología es muy útil para componer los personajes”.

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