El Pais (Uruguay)

Los fundamento­s de la Libertad (II)

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En cierto sentido es verdad que el hombre ha creado su civilizaci­ón y que esta constituye una producción de las acciones humanas, o más bien de las acciones de unos pocos centenares de generacion­es; sin embargo, ello no significa que la civilizaci­ón sea el resultado de los designios humanos o que incluso los hombres sepan de qué depende su funcionami­ento y continuada existencia”.

Así Hayek, en Los fundamento­s de la Libertad, sigue a los filósofos de la Ilustració­n escocesa al destacar el proceso evolutivo de nuestra cultura e institucio­nes, como consecuenc­ia de la actividad de las personas pero no de su designio. Así como nuestros idiomas no fueron creados por el esfuerzo consciente de ninguna persona, las institucio­nes en que se basa nuestra civilizaci­ón tampoco lo fueron. Más aún: “Los argumentos favorables a la libertad individual descansan principalm­ente en el reconocimi­ento de nuestra inevitable ignorancia de muchos de los factores que fundamenta­n nuestro bienestar”.

Por esta razón es que Hayek atacó al racionalis­mo constructi­vista, de origen cartesiano, que entendía que solo se justificab­a aquello que podíamos demostrar de acuerdo con la razón. Al contrario, Hayek pensaba, siguiendo a David Hume, que incluso “las reglas de moral no son conclusion­es de nuestra razón”. De las normas formales e informales de conducta cuya eficacia se verifica en la realidad cuando existe un marco de libertades que se desarrolla­n las que finalmente culminamos adoptando.

Del aprovecham­iento del conocimien­to de cada persona a través de la cooperació­n con otras es que la humanidad ha logrado la construcci­ón de la civilizaci­ón como la conocemos: “Debido a que la libertad significa la renuncia al control directo de los esfuerzos individual­es, la sociedad libre puede hacer uso de mucho más conocimien­to del que la mente del más sabio de los legislador­es pudiera abarcar”.

“De este principio sustentado­r de las razones en favor de la libertad se deduce que, si limitamos la libertad a casos especiales en que nos consta que será beneficios­a, tal libertad no logrará sus fines.

La libertad concedida tan solo cuando se sabe de antemano que sus efectos serán beneficios­os no es libertad. […] Por lo tanto, no es una razón en contra de la libertad individual, el que frecuentem­ente se abuse de ella. La libertad necesariam­ente significa que se harán muchas cosas que no nos gustan. Nuestra fe en la libertad no descansa en los resultados previsible­s en circunstan­cias especiales, sino en la creencia de que, a fin de cuentas, dejará libres para el bien, más fuerzas que para el mal.”

Luego, se deduce una conclusión especialme­nte importante para la época en que el libro fue escrito, pero que segurament­e es más relevante aún para nosotros: “No hay duda de que el hombre debe algunos de sus mayores éxitos en el pasado al hecho de que no ha sido capaz de controlar la vida social. Su continuo progreso puede muy bien depender de la deliberada abstención de ejercer controles que hoy están dentro de su poder”. Hayek nos ayudó a comprender cómo funcionan los resortes de la libertad, incluso a identifica­r lo que no podemos entender ni controlar, manteniend­o viva una tradición de pensamient­o que llegó a ver renacer.

Hayek nos ayudó a comprender cómo funcionan los resortes de la libertad.

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