El Pais (Uruguay)

La mafia brasileña está detrás de los ataques a policías

Inteligenc­ia del Estado y la Fiscalía manejan esa línea de investigac­ión

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▃▃ Datos por separado manejados por Inteligenc­ia del Estado y la Fiscalía hacen suponer que una célula uruguaya del Primer Comando de la Capital (CPP) está detrás de las rapiñas a policías para robarles armas y chalecos antibalas.

Una fuente de la Fiscalía dijo a El País que en la investigac­ión a los líderes de la célula se hablaba de robar pistolas Glock y los chalecos a los efectivos.

Inteligenc­ia del Estado maneja la informació­n de que el PCC roba esos implemento­s para cometer asaltos a bancos o protegerse de bandas rivales.

Ayer ocurrieron tres incidentes más con policías. En lo que va del año, 82 efectivos han sufrido un homicidio, un intento de homicidio, rapiñas, atentados y hurtos.

Amediados de 2019 los servicios de Inteligenc­ia de Brasil alertaron a Inteligenc­ia del Estado y a la Dirección de Investigac­iones de la Policía que una célula del Primer Comando de la Capital (PCC), una de las principale­s mafias de la región, se había instalado en Uruguay. La informació­n brasileña tenía un solo nombre: Fernando. Ni siquiera el apellido. También mencionaba que esta persona estaba en prisión y había reclutado a varias más.

Tras una investigac­ión de la fiscal especializ­ada en Estupefaci­entes, Mónica Ferrero, y de la Policía, la “cabeza” del PCC fue desarticul­ada. La investigac­ión se denominó “Operación Magnesio”. Sin embargo, siguen en libertad casi un centenar de sus miembros.

Inteligenc­ia del Estado y la Fiscalía creen que esos integrante­s del PCC están hoy detrás de los ataques a policías. Ocurrieron 82 en lo que va del año.

“El Primer Comando de la Capital (en Uruguay) hablaba de robar armas a policías, que es lo que está ocurriendo. También decía que había que rapiñar chalecos antibalas, que es lo que está sucediendo ahora. El grupo delictivo uruguayo tenía contactos reales con Brasil y era enorme”, dijo a El País una fuente del caso.

El viernes 7, El Observador consignó que en la investigac­ión liderada por Ferrero surgió de las escuchas telefónica­s que los delincuent­es pretendían atacar a la Policía para obtener armas y chalecos.

¿Para qué quiere una organizaci­ón delictiva tantas armas y chalecos antibalas?

Cuando una persona cae preso en una cárcel con influencia del Primer Comando de la Capital, otros reclusos le brindan protección a cambio de servicios. En el momento en que ese interno sale en libertad, deberá pagar la “protección” mediante un asalto a un banco elegido por el PCC.

Según una fuente de Inteligenc­ia, se necesitan armas automática­s y chalecos antibalas para realizar el atraco.

“Por eso es que hoy se roban tantas pistolas Glock y chalecos a los policías”, agregó la fuente.

Ambos implemento­s también sirven de protección durante enfrentami­entos contra otras organizaci­ones mafiosas. Por ejemplo, en Brasil, el Primer Comando de la Capital tiene como rivales al Comando Rojo (CV) y al Tercer Comando de la Capital ( TCC).

Otra hipótesis manejada por la Policía es que las rapiñas de pistolas Glock a efectivos tienen como objetivo el tráfico de armas hacia

Brasil. En el mercado negro brasileño, la Glock es un arma codiciada: es muy liviana, automática y tiene un gran poder de fuego.

Según una fuente de Inteligenc­ia, subfusiles, escopetas y pistolas Glock uruguayas valen cinco veces más en el mercado norteño, donde está prohibida la venta de armamento a particular­es.

En Uruguay, el valor de una pistola Glock, de 19 tiros, promedia los US$ 1.400; una escopeta calibre 12, US$ 750 y un rifle, US$ 830. Los subfusiles automático­s no son de venta al público.

En 2017, un informe de Inteligenc­ia Policial, al que accedió El País, señaló que el tráfico de armas a Brasil pasaba por la frontera seca. El documento refería a la “Operación Leo”, donde fueron detenidas 12 personas, entre ellas dos propietari­os de armerías de Artigas y Tacuarembó. Los dueños de las armerías fueron procesados con prisión por reiterados delitos de tráfico interno de armas.

A fines de junio de 2016, efectivos de Inteligenc­ia realizaron la “Operación Cerrojo” que terminó con el procesamie­nto con prisión de un empresario que importaba y vendía armas de grueso calibre.

La investigac­ión policial detectó que el acusado tenía en su poder 50 rifles AR 15 —un subfusil de guerra utilizado por fuerzas especiales— y 30 Glock. La mayoría de esas armas terminaron en manos de delincuent­es en Brasil, según informes de Inteligenc­ia Policial.

Otra hipótesis es que las armas tienen como destino el mercado negro brasileño.

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 ??  ?? PREVENCIÓN. Policías adoptan medidas defensivas para evitar ser rapiñados; los gremios policiales piden chalecos y armas con chips.
PREVENCIÓN. Policías adoptan medidas defensivas para evitar ser rapiñados; los gremios policiales piden chalecos y armas con chips.

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