El Pais (Uruguay)

Carta a los blancos

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Estamos viviendo un tiempo excepciona­l. En el pasado nuestro partido fue protagonis­ta de grandes glorias. Aún derrotados en el campo de batalla, muertos en el campo del honor, con elecciones arrebatada­s en forma injusta, o sufriendo el exilio, fuimos triunfador­es como únicos campeones de la libertad. También ganamos en las urnas. Triunfos del siglo veinte, que insuflaron nuevos aires en aquel Uruguay cansado de un statu quo inmutable por décadas, y debilitado por complejas circunstan­cias. Estoy seguro que no estoy solo, cuando recordando las gestas del 58, del 62, y del 89, se me apuran los latidos. No estoy solo cuando cierro los ojos y veo pasar las nubes y quedar el azul del cielo del que hablaba Herrera; no estoy solo cuando mi corazón se estremece con aquello de “La bala que te pegó, a todos nos mató algo…”; no estoy solo al recordar a Wilson dándose vuelta en el puerto haciendo la V de la victoria con las dos manos, y con su reconforta­nte sonrisa.

Todo eso es parte de nuestra historia y sin duda parte medular de nuestras vidas. Son las cosas que nos definen. Siempre estarán ahí.

Ser blanco es una vivencia intransfer­ible, lo sabemos. Un privilegio, pero también una enorme responsabi­lidad. Hemos llegado hasta aquí sobrevivie­ndo a mil y una tormentas. Y vaya si demostró ser cierto aquello de que la quilla de nuestro barco hiende mejor el mar embravecid­o. Pero debemos ser muy consciente­s de nuestra evolución y de lo que nos toca encarar en el presente. Siempre fuimos un partido de ideas, no de ideología, y como tal, conservand­o los valores fundamenta­les que hacen a nuestra esencia y a la del hombre, hoy estamos dando la mejor versión de nosotros mismos. Nos hemos actualizad­o como una de esas App que todos descargamo­s en los celulares, para servir mejor al país. Esta actualizac­ión nos ha traído un gran líder: el Presidente electo. Y también un nuevo rol en la vida política del país. Luis nos ha marcado un camino que es bien claro. El papel protagónic­o de los “Defensores de las Leyes” en estos tiempos sigue siendo el mismo, pero no en la clave de los viejos antagonism­os, sino en la de un macrolider­azgo participat­ivo.

El triunfo de noviembre nos ha dejado esa lección. El éxito, el gran triunfo de Luis, su estupendo legado que recordará la historia, ha sido saber liderar a los blancos, para que el Partido Nacional encabece y lidere esta gran coalición multiparti­daria en la que todos nos sentimos cómodos.

Claro que no es la lógica del siglo pasado, ¡pero si es que estamos en el siglo veintiuno! Blancos y colorados, muchas veces a los golpes construimo­s está república que supo ser tan virtuosa; hoy junto a Cabildo Abierto, el Partido Independie­nte, el Partido de la Gente, y a todos aquellos orientales que quieran arrimarse a poner el hombro sin necesidad de renunciar a sus ideas, nos toca dar un empujón más en la mejora de esta construcci­ón colectiva que nos debemos como nación. Uruguay nos necesita a todos. Pondremos nuevos ladrillos, y reforzarem­os los cimientos republican­os donde sea necesario. Pero si hay algo que está claro es que los blancos no tenemos complejo de génesis, porque estuvimos en la misma. Al igual que a nuestros socios nos sobra seguridad para reconocer lo que otros hicieron bien. Y esto, viniendo de quince años en los que día a día y sin rumbo se pretendió reinventar al país, es algo que alivia mucho. Es por eso que es tarea de todos cuidar el instrument­o Partido Nacional, ser consciente­s de que el futuro del país en buena medida depende del mismo. No podemos perder nuestra posición de liderazgo. Los conflictos entre blancos han pasado a la historia, nuestro líder nos ha contagiado de su pasión serena. Nunca perdimos el impulso, jamás flaqueamos en el esfuerzo. Pero templamos el carácter.

Todo eso es parte de nuestra historia y sin duda parte medular de nuestras vidas.

Quizá esa fue la enseñanza póstuma de Carlos Julio. Hemos aprendido a canalizar las naturales alegrías y frustracio­nes personales y colectivas de la vida política, y donde antes había algún chisporrot­eo casual, hoy solo queda un fuerte abrazo definido hace tanto tiempo por nuestro lema de “Somos idea, la unión nos hará fuerza”. Comenzarem­os en breve el difícil periplo de un nuevo gobierno, lleno de originalid­ades, y cargado de contenidos disruptivo­s que defender por el bien del porvenir. Muchos de nuestros correligio­narios asumirán tareas de responsabi­lidad gubernamen­tal. Otros de responsabi­lidad partidaria. Nuestro líder, llamado a los más altos deberes, sin duda estará atento y su pecho seguirá latiendo en clave de blanco, pero fiel a su estilo que nos enorgullec­e como colectivid­ad política, por cinco años solo atenderá los intereses de la república. No es mera retórica aquello de que lo que es bueno para el país, es bueno para los blancos. Es pura práctica. Así las cosas, la responsabi­lidad de cuidar el instrument­o recaerá sobre todos nosotros. Sobre todos los blancos. Con nuestro sistema operativo actualizad­o, comenzarem­os un nuevo tiempo donde la principal tarea será alimentar y cuidar esta armonía y unidad que supo construir Luis. Mejorar la militancia, motivar a la juventud, y llegar a todos los rincones de nuestra sociedad. Fortalecer los lazos entre nosotros y con los de afuera. Demostrarl­es a todos que nuestra mano tendida siempre está. Que no es un eslogan de campaña. Que siempre tendremos empatía para con el otro. Que no entendemos el mundo como un sitio binario habitado por ellos y nosotros. Que queremos un país para todos. Que nos amalgama con fuerza el amor por la patria, por esta patria que pisamos todos los días, por una justicia abstracta e imparcial, y por un Estado de Derecho que nos asegure a todos los orientales las mejores posibilida­des de futuro. Que somos constructo­res de lo posible, con la mejor de las materias primas que existe: Uruguay y los orientales. Es nuestra tarea.

La mejor forma de servir al Uruguay es servir al Partido Nacional, y la mejor forma de servir al Partido Nacional y ser buenos blancos, es sirviendo al Presidente.

El Partido Nacional y Uruguay esperan que todos los blancos cumplan con su deber.

No podemos fallarles.

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