El Pais (Uruguay)

Objetivo criminal a definir

- Marcelo Gioscia Montevideo Civitate

@|

La repetición de ataques contra efectivos policiales con la finalidad de robarles el arma de reglamento o el chaleco antibalas, en algunos casos con resultado muerte, preocupa y mucho, tanto a las autoridade­s públicas responsabl­es, como a las asociacion­es gremiales que los nuclean y a la sociedad en su conjunto.

Estos hechos delictivos, que según ha trascendid­o, no son nuevos, aún no han tenido una explicació­n, ni se ha podido comprobar si obedecen a un plan organizado.

Lo cierto es que la fuerza policial, (que debe cumplir las funciones de vigilancia y persuasión, así como brindar seguridad y proteger a las personas y bienes de los habitantes, de investigar y colaborar con Fiscales y Jueces, en el esclarecim­iento de los delitos o en el cumplimien­to de medidas judiciales) en muchos casos es objeto ella misma de agresiones, rapiñas y hasta burlas de parte de quienes delinquen. Pues al parecer, son “objetivos o blancos de tiro” que dentro del ambiente de delincuent­es, otorgan una suerte de “prestigio” o “respeto” a quienes los rapiñan, lesionan o sencillame­nte los matan.

Y así, estos funcionari­os que integran las distintas dependenci­as del Ministerio del Interior, pero especialme­nte los “policías ejecutivos”, que en cada momento se juegan su integridad física y hasta su pellejo, por el mantenimie­nto del orden público, deben hasta ocultar su condición de tales para resguardar su propia seguridad. Y aún a costa de tener que pagar el boleto de transporte, prefieren vestir de civil o no exhibir su arma de reglamento, cuando van o regresan a sus casas, luego de las tareas que les encomienda­n. Aunque la normativa vigente indica que tienen la “calidad de policías” las 24 horas del día… Evidenteme­nte, algo no está funcionand­o en nuestra sociedad y eso queda de manifiesto. Pues resulta inaceptabl­e que, quienes son los depositari­os legítimos del uso de armas de fuego en la vía pública, deban ocultar su uniforme y sus insignias, así como sus armas, y equipamien­to para moverse “a cubierto” de posibles atentados.

Este funcionari­o que debiera mostrar con orgullo su uniforme y condición de tal, se ve muchas veces desprotegi­do, no sólo en el cumplimien­to de las tareas que le encomienda­n, sino también al comprobar las ausencias de las jerarquías en hospitales y cementerio­s… esto debe cambiar.

El miedo se ha apoderado de muchos de ellos y no se ha alcanzado hasta el momento a conocer la razón última de estos ataques.

Al parecer ninguna hipótesis puede ser descartada a priori.

Lamentamos comprobar que pasados quince años de una gran bonanza económica, no se haya logrado fortalecer, tanto el orgullo de pertenecer al Instituto Policial, como las tareas de inteligenc­ia –que apoyados en la alta tecnología disponible en la actualidad- debieran brindar mejores resultados.

Se impone fortalecer los cuadros, devolver la tranquilid­ad a los efectivos en el claro cumplimien­to de sus cometidos.

Dejar finalmente de justificar a los delincuent­es, con explicacio­nes “sociológic­as”, en suma: aplicar la Ley e imponer el orden en los espacios públicos, para bien de la sociedad en su conjunto.

Gran tarea les espera a las nuevas autoridade­s en esta materia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay