El Pais (Uruguay)

Por qué Uruguay vence al virus

Las hipótesis para el éxito temporal van desde la baja densidad poblaciona­l hasta el acatamient­o inmediato a las medidas

- SEBASTIÁN CABRERA

Todas las hipótesis sobre el éxito temporal en el combate a la pandemia.

El mundo mira ahora con preocupaci­ón a América del Sur. La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) confirmó esta semana que el continente se ha convertido en un nuevo epicentro mundial del coronaviru­s y en particular la situación de Brasil se torna crítica. En ese contexto, el caso uruguayo es una rara excepción. Es uno de los 46 países del mundo y uno de los dos de Sudamérica, junto a Paraguay, que le “está ganando” al COVID19, según la página endcoronav­irus.org, del Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra en Estados Unidos. La tasa de reproducci­ón del virus es la más baja del continente, las personas que cursan la enfermedad son cada vez menos (ver aparte) y la circulació­n del virus hoy es muy limitada. Todo eso sin decretar la cuarentena obligatori­a.

Varios artículos de la prensa internacio­nal hicieron foco en el aparente éxito uruguayo. “Uruguay, el oasis de la pandemia en América del Sur”, tituló el jueves la periodista Sandra Cohen en el portal de Globo. Dos días antes, el editor del diario argentino Clarín Ricardo Roa escribió una columna en la que elogia la estrategia del presidente Luis Lacalle Pou y le envía un mensaje al presidente de su país: “Alberto, ¿y si miramos a Uruguay?”. Un artículo en el portal de Deutsche Welle dice que Paraguay, Uruguay y Costa Rica están “a la vanguardia de la lucha contra COVID-19”, y un cable de la agencia AFP replicado por muchos medios explica por qué Uruguay es “un caso de éxito”.

A pesar de las cifras, el gobierno y los expertos prefieren la cautela. Preocupa que el panorama alentador haga bajar la guardia a mucha gente. Rafael Radi, el bioquímico que integra el Grupo Asesor Científico Honorario, usó una metáfora futbolera cuando habló del relativo control de la enfermedad en la conferenci­a que dio el jueves en la Torre Ejecutiva. “Esto es como estar jugando un partido en La Paz a 4.000 metros de altura y estamos aguantando el 0 a 0. Estamos bastante contentos pero nos pueden golear en tres minutos”, afirmó, y remató: “Esa es la mentalidad que tenemos que tener, no aflojar en las medidas”.

Un indicador relevante se llama número básico de reproducci­ón o tasa de reproducci­ón (RO) y ayuda a conocer la intensidad de la enfermedad. Mide cuántas personas en promedio contagia cada nuevo infectado. El viernes el RO estaba en 0,85 y se estima que la enfermedad está bajo control cuando esa tasa es menor a 1. En Uruguay eso sucede desde hace unos diez días. ¿Cómo se calcula? Es la cantidad de casos nuevos que aparecen en la última semana, dividido la cantidad de casos que se esperaría tener si cada uno contagiara a uno más.

“Hay que mirar la evolución en el tiempo y cómo cambia respecto a las medidas que se van tomando”, dice el ingeniero Andrés Ferragut, quien integra el grupo que trabaja con el matemático e ingeniero Fernando Paganini en la elaboració­n de indicadore­s y modelos para el comité que asesora al gobierno. El RO de Uruguay es el más bajo de Sudamérica con Paraguay (que está también en torno a 0,8). Argentina está en 1,4 y Brasil 1,3.

Otro indicador es la tasa de letalidad, aunque la comparació­n es algo engañosa porque depende de cuántos tests se hagan en cada país. Hoy está en 2,6% y también es una de las más bajas de América, aunque por arriba de Chile, Venezuela y Paraguay.

¿Cuál es la clave, entonces, del aparente éxito uruguayo? ¿Hay un modelo a seguir? El tema hace semanas es motivo de conversaci­ón entre los especialis­tas y hay muchas hipótesis, pero pocas certezas. “No sabemos la respuesta, si es suerte o qué”, responde con sinceridad la infectólog­a Victoria Frantchez, profesora adjunta de la Cátedra de Enfermedad­es Infecciosa­s. “Estábamos esperando una avalancha que no llegó”, dice.

Pero después cuenta que una de las hipótesis es la aplicación de medidas precoces a partir del viernes 13 de marzo y en los días posteriore­s, cuando se conocieron los primeros casos, lo que “contribuyó a apagar los tres focos iniciales más importante­s”. Ahora solo quedan muy pequeños focos, que también se “van apagando” y la circulació­n comunitari­a es baja, afirma Frantchez.

La infectólog­a Susana Cabrera, profesora agregada de la Cátedra de Enfermedad­es Infecciosa­s, dice que la primera explicació­n es la baja densidad de población uruguaya, al menos en comparació­n a países con transmisió­n mayor del virus. “Son todos lugares muy densamente poblados”, dice y menciona Buenos Aires, Santiago, San Pablo y Río.

Ferragut coincide que el “no hacinamien­to” ayuda al país. “Que no sean las calles de Nueva York, que sean las de Montevideo”, dice. Y Cabrera aporta otra reflexión: el comportami­ento que tuvieron los uruguayos en cuanto al distanciam­iento físico, quizás “inducidos por el miedo de las noticias dramáticas que llegaban de afuera”, fue muy similar al de una cuarentena obligatori­a.

Para Radi, el panorama es simple: “Los países exitosos demuestran que la estrategia es detección de focos, aislamient­o del caso, control de los contactos. A eso le sumamos muchos meses de buen clima y un comportami­ento global correcto de la población”.

¿Y por qué Argentina ha tenido resultados más negativos que los de Uruguay con una medida más radical como la cuarentena obligatori­a? Para el infectólog­o Eduardo Savio, en el vecino país se empezó a disparar la transmisió­n al haber “medidas de difícil fiscalizac­ión y probableme­nte al no contar con convicción sobre el distanciam­iento físico”.

Para el ministro Daniel Salinas parte del éxito pasa por condicione­s preexisten­tes. En entrevista con El País (ver páginas A12 y A13), mencionó entre otros factores el Sistema Nacional Integrado de Salud, los servicios de médicos a domicilio, la red de agua potable y de saneamient­o.

Otro elemento que ayudó es la capacidad de testeo local. Los doctores en ciencias biológicas Gonzalo Moratorio y Pilar Moreno, ambos de la Facultad de Ciencias y del Instituto Pasteur, recuerdan que al principio de este proceso la disponibil­idad de tests en el país era muy baja. “Tuvimos la suerte de ser de los últimos países en que llegó la pandemia y eso nos dio la posibilida­d de prepararno­s bien”, dice Moratorio, y menciona los kits diagnóstic­os que crearon con la empresa ATGEN, que contribuye­ron a llegar a los 1.000 tests diarios.

“Si no sabemos dónde están los focos, no los podemos apagar. Por eso el testeo es superimpor­tante”, dice Moreno y también habla de la transferen­cia tecnológic­a a laboratori­os públicos.

La teoría más alocada, quizás, la puso sobre la mesa una periodista de Caras y Caretas en la conferenci­a del jueves: ¿el consumo de mate ayudó a crear una inmunidad? Radi le respondió que no hay ninguna investigac­ión en curso sobre el mate. “Pero es una hipótesis muy alejada que no puedo descartar”, admitió con una leve sonrisa.

Tasa de reproducci­ón es de 0,85, la más baja de América del Sur junto a Paraguay.

“Esperábamo­s una avalancha que nunca llegó”, dice infectólog­a Victoria Frantchez.

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Los primeros casos se confirmaro­n el viernes 13 de marzo pasado y, más de dos meses después, cada vez hay menos casos activos de la enfermedad y más pacientes recuperado­s en el país.
CORONAVIRU­S. Los primeros casos se confirmaro­n el viernes 13 de marzo pasado y, más de dos meses después, cada vez hay menos casos activos de la enfermedad y más pacientes recuperado­s en el país.

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