El Pais (Uruguay)

Se veía venir

- JUAN MARTÍN POSADAS

Cobran mayor peso y trascenden­cia el texto o las palabras que anticipan con acierto una situación futura. Por otra parte cuando el presente, desplegado y visible, resulta ser tal como había sido anticipado, es más fácil reconocer las caracterís­ticas de ese presente: se lo veía venir.

Esta extraña introducci­ón obedece a que el texto que figura a continuaci­ón fue escrito y publicado en estas mismas páginas el Domingo 1º de abril del año 2018, cuando vivíamos en otro mundo, con un gobierno frentista, muchas deudas conocidas, muchos pobres sin reconocer y sin noticia alguna del coronaviru­s.

“De haber un cambio de partido en el gobierno —y aún si no lo hay— el Uruguay va a tener que hacer frente dentro de poco a graves problemas económicos, fiscales, de seguridad pública, de educación, de salud y de BPS. Pero si hay un cambio de partido en el gobierno —hipótesis de los que plantean acordar sobre los cinco o seis grandes temas nacionales— el problema mayor que tendrá por delante el Uruguay (el próximo gobierno y todo el país) es la dificultad para recomponer un sentido de nación, de destino nacional común.

Todo el Frente Amplio va a quedar furioso y dolido después de la eventual derrota: eso es natural. Pero una parte de su dirigencia no va a ver allí un caso de rotación de los partidos en el gobierno —situación no solo normal en las democracia­s sino virtud propia de tal sistema— sino que tomará el suceso como una aberración, un suceso contra natura.

En algunas regiones de ese vasto organismo político que es el Frente Amplio (versión política y versión sindical) quedan restos de ADN marxista. No refieren a la abolición de la propiedad privada u otros elementos doctrinale­s parecidos que notoriamen­te se vinieron abajo con la caída del muro de Berlín. Pero subsisten, por ejemplo, vestigios de determinis­mo histórico: la convicción de que el progreso humano y social tiene un solo cauce de desarrollo, una sola línea tendiente indefectib­lemente hacia un tipo de sociedad, la sociedad socialista.

Para una porción de la dirigencia frentista (¿grande?, ¿pequeña?) perder las elecciones será tomado como un descarrila­miento de un país al que ellos habían logrado iniciar en el camino recto hacia el único progreso social, el socialismo.

En Rusia, a los disidentes —es decir aquellos que entorpecía­n el (co) recto fluir de la

La más delicada tarea que habrá de enfrentar el país es diseñar una convivenci­a civilizada.

sociedad hacia su destino predetermi­nado (la sociedad socialista)— los mandaban a Siberia.

El Uruguay es más chico, no tenemos Siberia, todo queda más cerca, cívicament­e cerca. Eso es el Uruguay: el viejo, bueno (y olvidado) país de cercanías. Cívicament­e cerca aunque haya lejanía política.

Un país fracturado invita (u obliga) a sus dirigentes políticos a pensar en los estilos, modos, enfoques y estrategia­s adecuados para no producir distancias cívicas definitiva­s o insalvable­s. No será fácil acordar sobre esto, pero es la principal tarea y el mayor desafío.” Y agregaba aquel texto de dos años atrás: “La más delicada tarea que habrá de enfrentar el país es diseñar una convivenci­a civilizada en una sociedad fracturada”.

Hoy, dos años después, se dio lo que se veía venir: otro Partido en el gobierno y la misma necesidad urgente: diseñar una convivenci­a civilizada en una sociedad fracturada.

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