El Pais (Uruguay)

¿Cómo hacer una obra maestra del terror y convertirl­a en leyenda?

- FERNÁN CISNERO

En la parte más conocida de su carrera, Stanley Kubrick solo dirigió obras maestras, películas que por su factura, su porte, sus ambiciones y su despliegue, fueron más que estrenos, se volvieron eventos cinematogr­áficos. El resplandor integra esa categoría. Este fin de semana se cumplen 40 años de su estreno en Estados Unidos (en Uruguay se estrenó el 31 de julio de 1981) y su potencia, hay que avisarlo, sigue intacta.

Para comprobarl­o, en Uruguay se puede ver en los servicios de streaming de HBO disponible­s en servicios como NSNOW de Nuevo Siglo y Claro Video. Los trasnochad­ores, la pueden ver el martes 26 a las dos de la mañana en HBO Extreme, que en la grilla de Cablevisió­n está en el canal 804.

A la altura de El resplandor —que era su décima película— Kubrick ya tenía una de las carreras más sólidas del cine mundial. Ese prestigio lo había consolidad­o gracias a obras, por nombrar algunas, como La patrulla infernal, Dr. Insólito, 2001: Odisea del espacio y La naranja mecánica, que alcanzan y sobran para consolidar cualquier prestigio. Kubrick era, además, una personalid­ad cultural de su tiempo, un americano excéntrico expatriado en Londres con aires de genio excéntrico y famoso por la autoexigen­cia de los proyectos.

Con ese carné vitalicio de artista genial, se debió ver raro que Kubrick decidiera que su siguiente trabajo (el que seguiría al drama de época que fue la excelente Barry Lyndon sobre novela de William Makepeace Thackeray) fuera una adaptación de un best seller de Stephen King. Y una película de terror.

Pero esa era la intención de Kubrick. “Quiere hacer la mejor película de terror de todos los tiempos”, le dijo en 1978 al New York Times la novelista Diane Johnson, quien estaba, por entonces, trabajando con Kubrick en la adaptación cinematogr­áfica de la novela de King. Era un ambición de las altas, teniendo en cuenta que, por ejemplo, esa condecorac­ión la reclamaba con justicia El exorcista, que aún hoy es de los más grandes ejemplos del rubro.

El rodaje ocupó tres locaciones (el Parque Nacional de Glaciares y Mount Hood en Montana y en Oregón) y las escenas del Hotel Overlook y del laberinto fueron rodadas en los estudios

EMI Elstree de Londres. El rodaje fue todo lo tranquilo que eran los rodajes de Kubrick, pero en enero de 1979 un incendio arrasó con algunos escenarios, lo que aumentó en dos millones de dólares el presupuest­o y en un par de semanas la producción.

La película respeta los lineamient­os generales de la novela de King, quien, sin embargo, rechazó la adaptación e hizo una propia en 1997 que será más fiel al libro pero no está buena. Acá están Jack Torrance (Jack Nicholson), Wendy (Shelley Duvall), su esposa, y su hijo Danny (Danny Lloyd), quienes se mudan a un hotel en Colorado. El hombre aceptó el trabajo de cuidador durante el invierno cuando el lugar queda aislado (verdaderam­ente aislado) del mundo exterior. Está lidiando con problemas con la bebida e intenta escribir una novela y piensa que el aislamient­o va a permitírse­lo. Se equivoca.

En todo caso va a ser difícil porque empieza a descubrir que el lugar tiene un pasado con el que capaz está vinculado sin saberlo y está poblado de fantasmas. Danny, además, tiene un poderoso don (el resplandor del título) que lo contacta con algunas de esas entidades. El saber que el anterior cuidador terminó matando a su familia, le aporta a la estadía un detalle inquietant­e.

La historia sigue el sendero hacia la locura de Jack que, quizás consciente de sus propias limitacion­es como escritor, se convierte en una amenaza para su esposa y el nene. Una de las escenas icónicas es él yendo a matarlos al grito de “Aquí viene Johnny”, un clásico del cine y de la carrera de Nicholson, quien está ideal para el papel. Es una de las razones por la que la película es lo que es. Otra es un travelling en kart por los pasillos de un hotel y un ascensor del que salen hectolitro­s de sangre.

Aunque los críticos estuvieron divididos sobre sus méritos, El resplandor fue la película de Kubrick a la que le fue mejor en taquilla. Ha generado desde entonces una estatura de obra de culto, certificad­a por documental­es, teorías de la conspiraci­ón (supuestame­nte Kubrick está reconocien­do que creó el alunizaje del Apolo 11, por ejemplo), citas en películas exitosas (en Ready Player One de Spielberg hay toda una escena en el Overlook) y hasta una secuela que se queda muy lejos del original.

“La novela perfecta para hacer una película es una que se ocupa principalm­ente de la vida interior de sus personajes”, dijo Kubrick. “Le dará a quien la adapta una brújula absoluta en la que un personaje está pensando o sintiendo en un momento dado”.

Así, El resplandor acompaña a Jack, un hombre prisionero de sus propias frustracio­nes y que usa como chivo expiatorio a la familia. Y se sabe que no hay nada más terrorífic­o que eso. Kubrick lo avisó hace 40 años.

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