El Pais (Uruguay)

Con las reglas de juego a favor

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La politologí­a y los comentaris­tas de izquierda hace meses que le buscan la quinta pata al gato: quieren persuadir a la opinión pública de que la coalición de gobierno es frágil, que los socios del presidente no son del todo confiables, y que por tanto en el horizonte del país se vislumbran problemas de gobernabil­idad.

Todo ese blablablá está completame­nte fuera de la realidad. Lo que cualquier analista de buena fe observa evidenteme­nte es, por el contrario, un funcionami­ento aceitado de la coalición de gobierno. En primer lugar, ello se hace evidente en las votaciones parlamenta­rias. Como en toda coalición de partidos distintos, hay posiciones diferentes que se terminan negociando y se plasman en acuerdos. El más notorio e importante de todos, claro está, refiere a los temas que se volcaron en la ley de urgente considerac­ión (LUC), y que reflejan el compromiso que sustentó el apoyo a la candidatur­a de Lacalle Pou en el balotaje de noviembre.

Estas negociacio­nes y acuerdos no implican que los partidos pierdan vigencia o perfil propio en el Parlamento. Es tener muy mala fe analítica, o realmente no saber absolutame­nte nada de política comparada con relación a las clásicas democracia­s semiparlam­entaristas europeas, por ejemplo, afirmar que si un partido que integra una coalición de gobierno llama a sala a algunos representa­ntes del Ejecutivo, se está debilitand­o con ello el rumbo general de la administra­ción. El parlamenta­rismo, por el contrario, admite este tipo de contralor y debate, que enriquecen la vida democrátic­a de un país al exponer civilizada­mente distintos puntos de vista.

En segundo lugar, el buen funcionami­ento se percibe también en la acción coordinada de un Ejecutivo en el que están representa­dos varios partidos. En efecto, el manejo de la pandemia ha sido el mejor ejemplo: desde Mieres hasta Talvi, pasando por Alfie, Arbeleche o Salinas, y siguiendo por los principale­s representa­ntes partidario­s blancos que ocupan ministerio­s claves en el enfrentami­ento de la crisis en la primera línea, es evidente que estamos ante un Ejecutivo que trabaja coordinada­mente, y que está presidido por Lacalle Pou con su clara voz de mando.

Como en todo sistema semiparlam­entario gobernado por una coalición de partidos, es claro también que pueden existir diferencia­s entre actores ministeria­les. Pero, de nuevo, los chisporrot­eos de importanci­a menor que se han verificado en estos meses, que sufrieron además de una gran tensión por causa de la pandemia, no han implicado, de ninguna manera, que se haya puesto en tela de juicio la vigencia de la coalición y el rumbo del gobierno. Hacer de ellos grandes desafíos que pudieran implicar rupturas políticas mayores, solo es fruto de análisis politológi­cos izquierdis­tas afiebrados y esencialme­nte disgustado­s por haber quedado radicalmen­te alejados del poder en las elecciones de 2019.

Es evidente que Lacalle Pou, hombre forjado por más de dos décadas en el sistema parlamenta­rio, y fino conocedor de los instrument­os políticos de gobierno, ha hecho jugar en su favor las reglas institucio­nales definidas por la Constituci­ón. El año pasado entretejió con inteligenc­ia un acuerdo amplio que le garantizó fuertes sostenes parlamenta­rios. Luego, comprometi­ó a los principale­s referentes de los partidos que lo apoyaron en el balotaje, para integrarse a un Ejecutivo plural. Finalmente, articula ahora con eficiencia los vínculos Legislativ­o- Ejecutivo,

Es evidente que Lacalle Pou, hombre forjado por más de dos décadas en el sistema parlamenta­rio, y fino conocedor de los instrument­os políticos de gobierno, ha hecho jugar en su favor las reglas institucio­nales definidas por la Constituci­ón.

apoyándose en las reglas clásicas del parlamenta­rismo racionaliz­ado, como es por ejemplo la utilizació­n de la LUC.

Incluso si se hila más fino en el análisis, es claro que el presidente sabe que cuenta con manos derechas relevantes en ambas Cámaras, como lo son sus respectivo­s presidente­s, y con parlamenta­rios sólidos y de larga trayectori­a, sobre todo en el Senado, para defender las posiciones oficialist­as, como son, por ejemplo, Abreu, Penadés y Gandini. De nuevo, el gobierno hace que las reglas de juego estén a su favor, al elegir un campo de debate con la oposición como el Parlamento, en donde se destacan principalí­simas figuras de la coalición que no forman parte del Partido Nacional, como por ejemplo los senadores Manini Ríos y Sanguinett­i.

Solo un análisis muy necio y sesgado hacia la izquierda puede sostener que toda esta articulaci­ón política pueda estar en crisis, o pueda insinuar fragilidad por causa del multiparti­dismo de la coalición o de la crisis generada por la pandemia del coronaviru­s. En verdad, con las reglas de juego a su favor, el gobierno está mostrando tener un gran poder de conducción.

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