Ceguera tiene causa prevenible
El diagnóstico a tiempo solo lo realiza el oftalmólogo con el examen de presión ocular
El glaucoma afecta al 3% de uruguayos. No tiene cura, pero se controla.
El glaucoma es la causa más común de ceguera irreversible en Uruguay. “Es una enfermedad que, si bien no tiene cura, puede controlarse. Es parecido a lo que ocurre con la diabetes o con la presión arterial; con un diagnóstico precoz y a tiempo se puede controlar mediante tratamiento y así evitar el desenlace final que sería una ceguera”, señaló el oftalmólogo Martín Sánchez, secretario de la Asociación Uruguaya de Oftalmólogos (ASUO).
Existen dos grandes grupos de glaucoma: el glaucoma crónico simple, que es el que afecta a más del 90% de la población enferma y es el más grave; y los glaucomas secundarios, que alcanzan a menos del 5% de los afectados y pueden padecer incluso recién nacidos o niños. “Generalmente son por una patología específica, ya sea de anatomía del ojo o genética”, explicó Sánchez.
El gran problema que tiene el glaucoma es que no presenta síntomas específicos, por lo cual la forma de detectarlo es mediante el examen de rutina que realiza el oftalmólogo al que habitualmente se concurre por problemas de visión creyendo que se necesitan lentes.
Los cambios visuales son graduales. Inicialmente se afecta la visión periférica y con el tiempo también la pérdida visual afecta la visión central en forma progresiva. Los portadores de glaucoma pueden no presentar síntoma alguno hasta etapas avanzadas de la enfermedad.
“En Uruguay, los únicos capacitados para hacer un diagnóstico correcto son los oftalmólogos porque es un diagnóstico clínico y paraclínico. ¿Qué significa eso? Que no solo se detecta mediante un examen de paraclínica sino también con la observación del paciente tomando la presión, con el fondo de ojo u otros elementos clínicos”, detalló Sánchez.
De allí surge un diagnóstico de certeza o de presunción si hay dudas. Si ocurre esto último, el profesional puede pedir exámenes paraclínicos complementarios.
El especialista advirtió que los controles que se hacen en las ópticas, aunque se practiquen con aparatos, no sirven para determinar la presencia del glaucoma.
CONTROL. La frecuencia de visita al oculista va a depender de si se está dentro del grupo de riesgo. Es una enfermedad que va aumentando con la edad, fundamentalmente en quienes tienen más de 40 años. A ellos se les suman las personas con antecedentes familiares de glaucoma, lo que no significa que sea una enfermedad hereditaria, pero hay más predisposición genética a contraerla. También están en zona de riesgo quienes han tenido tratamientos muy prolongados con medicaciones tipo corticoides.
Otros factores que lo favorecen es la raza (aumenta en la raza negra), antecedentes de traumatismos o inflamaciones oculares, miopía y factores vasculares, de jaqueca o de migraña, además de personas con presión ocular elevada.
En cuanto a quienes padecen diabetes o hipertensión arterial, si bien no está demostrado que sean más propensos a contraer glaucoma, se los incluye en el grupo de riesgo. “Los diabéticos y los hipertensos arteriales son enviados por los cardiólogos o los endocrinólogos a consulta oftalmológica por su patología. Venís como diabético y te hago el fondo de ojo, que es lo mismo que le hacemos al que tiene glaucoma, y te lo encuentro, pero en realidad no puedo saber si tenés el glaucoma por la diabetes o porque venís más a la consulta conmigo por esa patología”, explicó Sánchez.
Lo que se recomienda entonces es que toda persona mayor de 40 años concurra a un control con el oftalmólogo quien, luego de examinarlo, determinará si tiene que volver en uno o dos años.
“Puede pasar que no tengas nada o que se dé lo que llamamos borderline o casos dudosos y ahí va a depender de cada situación. No todos los pacientes son iguales, entonces los controlás cada tres o seis meses, y valorás si tenés que medicarlo o no”, acotó el especialista.
TRATAMIENTOS. Una vez que se diagnostica el glaucoma, comienza el tratamiento y seguimiento, que son individualizados.
El tratamiento estándar consiste en gotas o colirios que se aplican de por vida por tratarse de una enfermedad crónica. Hay de muchos tipos: van desde las que se colocan una vez al día a las que llegan a tres o cuatro veces por día. “Depende de cómo responde el paciente a esa medicación porque a veces con una gota no alcanza y hay que agregarle otra”, explicó Sánchez.
La alternativa es la aplicación de láser en el ojo. “Hay que aclarar que lo que hace es controlar la presión por un tiempo, que puede variar en cada persona, pero no te cura. Es como si te estuvieras aplicando gotitas. Lo que te da es una calidad de vida mejor porque no tenés que estarte poniendo gotitas por un tiempo”, acotó.
El láser tiene un efecto perentorio, de entre uno o dos años, depende del paciente. Las aplicaciones varían porque se hace por zona del ojo, pero normalmente se puede usar hasta dos veces.
Hay una tercera opción que son los tratamientos quirúrgicos. “Acá hay toda una discusión a nivel mundial porque hay quienes los recomiendan de entrada y quienes no. Como se ha visto que normalmente con las gotas se controla y muy bien, se deja la cirugía como último recurso porque una vez que operás, si la cirugía no funciona, ya no podés volver atrás. Podés reoperar pero no te va a responder, no es tan fácil”, aclaró el oftalmólogo.
Hay dos tipos de cirugía: la convencional y la que coloca implantes de drenaje que se llama válvula y que lo que hace es bajar la presión ocular.