BRASIL, DRAMA Y RECESIÓN
La incertidumbre está acentuando una fuga de capitales extranjeros
Incertidumbre acentúa la fuga de capitales extranjeros. Datos de la economía se conocerán el viernes.
En Brasil se agrava la crisis sanitaria por el avance del coronavirus; la tensión política aumenta con el allanamiento de la residencia del gobernador de Río de Janeiro; y en lo económico, los datos que se darán a conocer el viernes sobre el primer trimestre del año auguran que el país está al borde de la peor recesión anual de su historia. Tres escenarios en los que ningún gobierno quisiera estar.
Las alarmas sobre el desploma de la economía brasileña se multiplican desde marzo, cuando la pandemia del nuevo coronavirus empezó a hacer sentir sus efectos. La producción industrial cayó un 9,1% respecto a febrero y el sector de servicios 6,9%. La producción de automóviles prácticamente no existió (-99%).
El Instituto Brasileño de Economía de la Fundación Getúlio Vargas (IBRE/FGV) prevé una contracción del PIB de 1% respecto al trimestre anterior y un crecimiento de 0,3% frente al mismo período de 2019. Lo peor vendrá en el segundo trimestre, con una contracción del PIB de 9,6% en comparación con el primero y de 10,4% interanual. El desempleo promedio, de 11,9% en 2019, será de 18,7% en 2020, según el IBRE/FGV.
El gobierno apuesta por una recuperación a partir de junio y su última revisión prevé una caída del PIB de 4,7%, superior a la de 2015 (-3,5%) y 2016 (-3,3%). El hundimiento, para el mercado, será de casi 6% y podría llegar, según ciertos analistas, a 10%.
La incertidumbre económica se debe tanto a la pandemia como a la guerra del presidente Jair Bolsonaro con los demás poderes y en particular con los gobernadores que ordenaron medidas de confinamiento, a quienes acusa de arruinar la economía. Además, Brasil se ha convertido en el segundo país con mayor número de infectados por COVID-19 y en el sexto en número de muertos, con más de 23.000 óbitos.
Si se confirma la previsión oficial de una recesión de 4,7% en 2020, el PIB brasileño, que representa un tercio del de toda América Latina, habrá tenido un incremento promedio de apenas 0,11% en diez años.
El agravamiento de la pandemia del COVID-19 en Brasil ha comenzado a erosionar la imagen del país en el exterior y golpeado la confianza de los inversores extranjeros.
La inversión extranjera directa en Brasil se desplomó desde 5.100 millones de dólares en abril de 2019 hasta 234 millones de dólares en abril de 2020, la menor cifra para este mes desde 1995, informó ayer martes el Banco Central.
La bolsa de San Pablo es un reflejo de esta desconfianza: los inversores extranjeros retiraron en abril 5.070 millones de reales (unos 940 millones de dólares) tras haber sacado en marzo 24.210 millones de reales (unos 4.484 millones de dólares).
Para Bolsonaro, el desgaste de la imagen exterior de Brasil es responsabilidad de la “prensa mundial de izquierda” y no de la grave crisis sanitaria por el coronavirus.
De acuerdo con el economista Henrique Castro, profesor de la Escuela de Economía de la FGV, “el escenario brasileño es de mucha incertidumbre” y eso lleva a los inversores extranjeros a percibir de “arriesgada” la economía del país.
La fuga de capital extranjero del mercado brasileño comenzó a sentirse ya el año pasado y, según Castro, puede ser explicado por “el lento ritmo de las reformas brasileñas”.
Las críticas a Bolsonaro se multiplicaron en los últimos días en la prensa internacional, que tachó al mandatario brasileño de “el hombre que rompió Brasil” (Telegraph) y definió la situación del país de “un desastre económico y de salud públisin ca que puede crear un ambiente todavía más propicio para la política del miedo y la irracionalidad” (Financial Times).
Según Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la FGV, Brasil está pasando por un “proceso de desgaste internacional inédito”, aunque los indicios de este desgaste ya se sintieron a finales de 2018, cuando Bolsonaro fue elegido presidente con un discurso “autoritario y antidemocrático”. “Esto se agravó con la crisis de los incendios de la Amazonia y ahora se encuentra en su auge con la crisis de la pandemia y la mala gestión de la situación”, relató a EFE.
“Es un Gobierno autoritario, que niega la ciencia y que no tiene una buena gestión de la economía. Solo tiene aspectos negativos” y, por eso, el mundo “percibe que el país está a la deriva, que es un barco sin rumbo a merced de una persona a quien no le importa el bienestar de la población”.
Los mayores riesgos de este desgaste, añadió Stuenkel, residen en la posibilidad de sufrir “boicots de sus productos en Europa”, “perder influencia internacional” y quedar “completamente aislado” y “sin ningún aliado”, sobre todo en caso de que el presidente estadounidense, Donald Trump, no sea reelegido en noviembre.
Para peor, las proyecciones sanitarias no son buenas. La cifra de muertos en Brasil podría alcanzar los 125.000 para inicios de agosto, de acuerdo a un estudio del Instituto de Medición y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (IHME), publicado el lunes, después de que el número de muertes diarias de Brasil superara al de Estados Unidos.
Brasil registró hasta ayer martes 24.512 muertes por coronavirus, totalizando 391.222 casos de la enfermedad en el país, según un balance publicado por el Ministerio de Salud. Según los datos oficiales, hubo 1.039 muertes en las últimas 24 horas.