El Pais (Uruguay)

Alerta en Buenos Aires por casos en barrios populares

En una semana se multiplica­ron por tres los infectados en las zonas pobres

- LA NACIÓN (GDA), AFP

El crecimient­o exponencia­l de casos de coronaviru­s en barrios populares de la provincia de Buenos Aires alarma a las autoridade­s: los contagios se triplicaro­n en una semana. El 19 de mayo, se registraba­n 220 casos en barrios populares y asentamien­to, según los datos oficiales que brindó ayer miércoles el ministerio de Salud provincial al diario La Nación. Hoy hay 634.

El foco de preocupaci­ón es en Villa Azul, en Quilmes, con 173 casos. El resto de los 634 casos confirmado­s no se detalló aún en el mapa de barrios “para no estigmatiz­ar a la población vulnerable”, según se informó de manera oficial.

Pero un dato está confirmado: hay 11 casos en Villa Itatí, pegada a Villa Azul.

Los 634 contagios representa­n el 14,2% del total de personas enfermas registrada­s al día ayer en la provincia de Buenos Aires.

“El 14% de positivos viven en villas de emergencia. Se está corriendo ahí el problema como se preveía”, dijo el ministro de Salud provincial, Daniel Gollán. Y aseguró que están “tratando por todos los medios de intervenir precozment­e para que los focos no se transforme­n en incendios”.

El crecimient­o exponencia­l de 220 a 634 casos en villas y asentamien­tos precarios en una semana no solo se explica por el plan de vigilancia activa que lanzó el gobierno y que supone ir casa por casa a preguntar sobre los síntomas y revisar a los habitantes de los barrios más postergado­s.

“Hay más gente buscando porque hay más casos. El aumento de circulació­n de la gente probableme­nte haya generado más circulació­n del virus y por lo tanto más contagios”, dijeron en la Casa de Gobierno a La Nación.

En todo el Gran Buenos Aires se quintuplic­aron los casos, afirman desde el gobierno.

El brote en Villa Azul, que ya cuenta con 173 enfermos, encendió una luz roja y obligó a dar cifras actualizad­as de contagios en los barrios populares, que antes no eran difundidas con regularida­d.

“Esto es peor que una explosión nuclear”, consideró Sergio Berni, ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. “En una explosión real se puede medir la radioactiv­idad en tiempo real. Nosotros estamos 14 días atrasados”, se lamentó.

ENTRE VILLAS Y FAVELAS. Villa Azul es uno de los 1.800 barrios vulnerable­s que albergan a más de 3 millones de personas en la periferia de Buenos Aires.

Se les suman otras 350.000 que viven en villas en la propia ciudad. En una de ellas, la conocida Villa 31, se multiplica­ron alarmantem­ente los contagios hace dos semanas en medio de un prolongado corte de agua. El evento obligó a frenar la flexibiliz­ación de la cuarentena general.

Llámense villas, favelas o cantegrile­s, era cuestión de tiempo para que la pandemia del coronaviru­s penetrara a los barrios más pobres de la región.

“Estamos cada vez más preocupado­s por los pobres y otros grupos vulnerable­s con mayor riesgo de enfermedad y muerte por el virus”, dijo días atrás la directora de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud, Carissa Etienne.

En todos los países estos barrios tienen rasgos comunes que hacen de las recomendac­iones sanitarias una utopía.

Con la curva de contagios aún acelerándo­se en países como Brasil, Perú y Chile, y un posible subregistr­o de casos, la situación tiende a empeorar.

El caso de Villa Azul es un ejemplo de esto. El gobierno de la provincia de Buenos Aires optó por aislar a los 3.000 habitantes de la villa cerrando sus accesos.

Pero el coronaviru­s ya llegó a la vecina Itatí, al otro lado de una autopista y con unos 16.000 vecinos.

Según la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo, en el mundo hay 1.700 millones de personas que trabajan en el sector informal. Para ellas, “hay una contradicc­ión entre morir de hambre o morir del virus”, dice a la AFP la economista brasileña Dalia Maimon, coordinado­ra del Laboratori­o de Responsabi­lidade Social (Lares) de la Universida­d Federal de Río de Janeiro.

La lógica imperante es que “si morir de hambre (por no trabajar) es una certeza, entonces voy a arriesgarm­e tratando de no contaminar­me por el virus y voy a trabajar”, explica esta economista brasileña.

“Las medidas (de aislamient­o social) recomendad­as por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) contra el COVID-19 son sobre todo para las clases medias. ¿Cómo podemos hablar de aislamient­o social cuando la población solo puede vivir de su trabajo? Tenemos que tener una política de renta, para que la gente se quede en sus casas”, dice Maimon.

“Esto es peor que una explosión nuclear”, dijo un ministro bonaerense.

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ARGENTINA. Control de temperatur­a en uno de los barrios populares de la provincia de Buenos Aires; hasta ahora hay uno aislado.

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