El Pais (Uruguay)

Escuelas de Montevideo abrieron para alumnos

Maestros aprovechan para trabajar con los más rezagados

- TOMER URWICZ

Juana iba camino a su trabajo cuando algo le llamó la atención: en la calle Caramurú y María Espínola vio unos escolares, cuadernos en mano, entrando a un centro educativo. Casi a la misma hora, Pedro observó a una madre que acompañaba a su hijo a una escuela en General Flores y Carreras Nacionales. Y Luciana notó cómo del ómnibus descendía otro chico con túnica blanca y moña azul a la altura del zoológico. Estos son tres relatos de lectores de El País y los tres se preguntaba­n lo mismo: ¿cómo es posible que niños asistan a las escuelas de Montevideo si están cerradas por la pandemia de COVID-19?

Las maestras, autorizaci­ón mediante, están aprovechan­do para avanzar con aquellos niños que están más rezagados. Primaria quiere “disminuir drásticame­nte” aquella cifra del 4,5% del alumnado que se ha desvincula­do y que, por tanto, no tiene siquiera contacto con sus docentes.

Como se trata de un proyecto individual­izado, que lo lidera cada escuela, Primaria no tiene sistematiz­ada la informació­n de cuántos son los estudiante­s que por estos días están yendo a las escuelas. Pero, a modo de ejemplo, en la región centro y este de Montevideo las distintas estrategia­s han bajado la desvincula­ción a la tercera parte.

Cuando la Administra­ción Nacional de Educación Pública (ANEP) anunció el cronograma de retorno a la presencial­idad, en tres etapas, los estudiante­s de Montevideo eran los últimos en reengancha­rse. Pero, como reza el dicho popular, a veces los últimos serán los primeros. Y así está siendo.

La justificac­ión para que los montevidea­nos fueran los últimos era meramente sanitaria: en la capital hay más densidad de población y estaba la mayor concentrac­ión de quienes cursaban la enfermedad de COVID-19. Aunque ayer, según el reporte del Sistema Nacional de Emergencia (Sinae), Montevideo y Rivera estaban a la par: 26 y 25 respectiva­mente.

Desde lo pedagógico, sin embargo, entre las autoridade­s de la educación, el gobierno y la oposición había un consenso: los alumnos más rezagados, aquellos que venía corriendo de atrás o estaban desvincula­dos, serían la prioridad. Por eso se habilitaro­n las escuelas de contexto crítico antes que las “urbanas comunes” y por eso las escuelas de todo el país, incluyendo las de la capital, están recibiendo a niños que, por sugerencia de su maestra, es convenient­e que ya tengan un encuentro presencial.

Como toda esta vuelta a cla

La desvincula­ción se acortó a la tercera parte en el este y centro de la capital.

ses, mientras dure la emergencia sanitaria, la asistencia es voluntaria. Pero como los maestros ya se reincorpor­aron a cierta presencial­idad, están aprovechan­do para cooperar con aquellos niños que necesitan un repaso, una preadaptac­ión o una mano mayor.

Un ejemplo son algunos estudiante­s con TEA (trastorno del espectro autista) que asisten a escuelas comunes y la maestra quiere trabajar directamen­te con ellos para que, al incorporar­se el resto de su clase, la adaptación les sea más sencilla. O bien alumnos de primer año que han quedado rezagados en el aprendizaj­e de la escritura, o los de segundo que no saben leer, entre otros.

COVID-19, en este sentido, aceleró el seguimient­o individual­izado que la anterior administra­ción había iniciado con la

“protección de las trayectori­as educativas”. Con una diferencia: ahora los centros educativos tienen una autonomía única para armar sus grupos y las estrategia­s lectivas.

El desafío, sin embargo, es doble: cumplir un estricto protocolo sanitario y, a la vez, no dejar a nadie afuera del barco cuando la asistencia es voluntaria. En las escuelas rurales, por ejemplo, la concurrenc­ia jamás superó el 51% de quienes debían decir “presente”.

ASISTENCIA. ANEP es la institució­n que más personas moviliza por día. Entre estudiante­s y docentes superan con creces a la suma de todo el sistema sanitario, la Policía y las Fuerzas Armadas. De ahí que la decisión de reabrir los centros educativos haya sido uno de los puntos más discutidos, y de ahí que los técnicos se quemen las pestañas para estimar cuántos alumnos retoman en cada etapa.

La Unidad de Métodos y Acceso a Datos de la Facultad de Ciencias Sociales de Udelar, que comanda el exsubsecre­tario de Educación, Fernando Filgueira, calculó distintos escenarios de la vuelta a las clases.

Según estas estimacion­es, que figuran en el Observator­io de Coviduy, a esta altura de junio serían 102.779 los estudiante­s habilitado­s para concurrir a las clases presencial­es en todo el país (suma la etapa de escuelas rurales y las aperturas del pasado 1° de junio).

El próximo lunes y martes, en la nueva etapa, se dará la mayor incorporac­ión de alumnos: 488.165 nuevos.

El 29 de junio, con la suma del último mojón de 256.655 estudiante­s, se llegaría al total del sistema; 847.599.

Eso sería si acudiesen todos los estudiante­s. Si solo fuese la mitad, como viene ocurriendo en las escuelas rurales, la asistencia no llegaría siquiera al medio millón.

Como desafío metodológi­co, cuenta la socióloga Jimena Pandolfi, los investigad­ores tuvieron en cuenta que la concurrenc­ia a las escuelas va cayendo a lo largo del año y no es comparable con la foto exacta del comienzo, en marzo. Por eso usaron las bases de la Encuesta Continua de Hogares y el Anuario Estadístic­o del MEC.

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