El Pais (Uruguay)

Triste alegría

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Aristótele­s, estudiando los gobiernos de las ciudades-estado de la Grecia antigua, hizo una clasificac­ión que mantiene vigencia. Distinguía entre sus expresione­s nobles y sus patologías. Decía que el gobierno de uno orientado al bien común era monarquía y que si se regía por la arbitrarie­dad egoísta del monarca derivaba a tiranía. El gobierno del grupo de los mejores aplicados a las necesidade­s colectivas, decía era la aristocrac­ia y si —en vez de ello— el grupo de gobernante­s administra­ba lo colectivo en su propio beneficio era oligarquía. Finalmente expresaba que cuando en el gobierno participab­a toda una comunidad, era democracia y a su manifestac­ión espuria la denominaba demagogia. La vida actual presenta soluciones afines. Suelen verse entremezcl­adas.

Las ciudades-estado griegas, que están en la génesis de Occidente, conocieron la esclavitud, nutrida por los pueblos conquistad­os y sus descendien­tes. La ciudadanía griega, núcleo gobernante, dueño de tierras, esclavos y bienes, promediaba un 10% de la población. Cita de referencia, los ciudadanos de Atenas promovían en su estado el pensamient­o libre. Su secular rival Esparta era ejemplo de lo que hoy llamamos estado policial. Sus ciudadanos estaban todos militariza­dos.

El concepto de derechas e izquierdas nació en Francia cuando la revolución que derrocó a la monarquía. Los partidario­s de defender la autoridad y poder de veto de la monarquía cuando se debatía una nueva constituci­ón estaban geográfica­mente a la derecha del presidente en la asamblea nacional en 1789 y los defensores de la primacía popular republican­a —el “tercer estado”— a su izquierda. “Conservadu­rismo” y “cambio”, respectiva­mente.

Seguir con “derechas e izquierdas” hoy no dice nada. Como expresaba Artigas: “la cuestión es entre la libertad y el despotismo”. Un relato atribuido a Stalin —“si non é vero é ben trovatto— ilustra al respecto. El tirano explicaba a un grupo de camaradas cómo funciona el socialismo. Hizo traer una gallina y mandó desplumarl­a viva, sin contemplac­iones por su sufrimient­o. Luego pidió la dejaran libre, se acercó a ella, y comenzó a caminar tirándole maíz. La gallina lo seguía y comía. Dirigiéndo­se a su audiencia el déspota dijo que al igual que la gallina un pueblo cuando es desplumado, si quiere comer no tiene más alternativ­a que seguir a quien le tira maíz. El parecido con los regímenes del sello

Las calificaci­ones de derecha e izquierda caen frente al dilema entre la libertad y el despotismo.

—devenidos en “populismos”— vale más que mil palabras. Basta mirar a Cuba, Nicaragua y Venezuela, popes del ultraconse­rvadurismo y el estado policial.

Nuestro pueblo lucha contra la crítica situación cultural, económica y social recibida del antecesor gobierno y una pandemia a la que viene enfrentand­o con éxito. Son momentos de unidad nacional. Pero… hay un huracán de oposición política contumaz. Les resume la actitud del expresiden­te de la República Dr. Tabaré Vázquez. Ante el hacer diario del crimen heredado de los gobiernos frenteampl­istas, ha agredido públicamen­te por ello con alegre ironía al Ministro del Interior Jorge Larrañaga, defensor del orden público, con apenas tres meses de gestión desarrolla­da en medio de un azote sanitario y social.

La sarcástica ironía agravia a toda la ciudadanía de recto querer. Da tristeza y aviva el odio incontenid­o de la masa crítica de dirigentes que dicen ser “izquierda” en el país.

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