El Pais (Uruguay)

Condena a un ex soldado por homicidio

- C.I. 744.518-2 | Montevideo

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Si bien soy un abogado que ejerció el derecho durante más de 50 años – en las áreas de derecho civil, comercial, administra­tivo, laboral, etc. etc. – jamás lo hice en derecho penal, por lo que no me correspond­e entrar a terciar en cuanto a la aplicación de normas del derecho interno, así como de los Convenios Internacio­nales. Sin embargo, quiero formular estas reflexione­s ante una sentencia recienteme­nte dictada sobre hechos ocurridos hace unos 50 años.

Todos sabemos lo que significa en el ámbito militar la orden del superior – aún si hubiera existido en la causa a la que nos referimos que mucho dudamos - y los efectos que causa su incumplimi­ento por lo que quiero recordar algunos elementos al respecto.

Durante la Primera Guerra Mundial, el soldado aliado que se negaba a salir de la trinchera a pelear, era fusilado al instante por el comandante o jefe del pelotón al que pertenecía.

En el Juicio de Nuremberg, los acusados sólo fueron los Jefes y Jerarcas, no así al personal de tropa, el que de hecho fue relevado de toda responsabi­lidad por seguir órdenes del superior.

Sin conocer el proceso judicial a que fue sometido el soldado respecto al cual recayó una sentencia de condena gravísima y al margen de las normas nacionales e internacio­nales respectiva­s, pongo totalmente en duda las pruebas que utilizó la Justicia para dictar esa condena, ya que descarto la existencia de prueba fehaciente – vista en vivo y en directo - lo que me lleva a recordar algo similar a lo que ocurre en casi todos los juicios de divorcio por riñas y disputas.

En estos procesos, las clásicas riñas y disputas graves y continuas ocurren en el ámbito interno del domicilio de la pareja; por lo que los testigos utilizados para así probarlo, todos sabemos que jamás o casi jamás, presenciar­on los hechos, y ningún Juez se puso en inquisidor para ver si lo que declaraba era cierto. Pero una cosa es un divorcio y muy otra una condena penal, leve, grave o gravísima.

Es evidente que al conglomera­do del partido hoy de oposición – formado en su origen por varias fracciones o partidos, y unidos luego al grupo Tupamaro que robó, secuestró y mató a muchas personas inocentes - le conviene mantener vivo y latente todo lo que ocurrió hace casi 50 años, de forma de tratar de mantener una cohesión y adherencia a sus, muy discutible­s, principios.

Como síntesis de todo este razonamien­to pretender hoy, luego de transcurri­dos tantos años condenar a un integrante del cuerpo militar de la época, totalmente intrascend­ente en cuanto al poder que podía ostentar, me resulta de una injusticia totalmente aberrante; como aberrante también me resulta que el F.A. persista en su política de procurar mantener vivo ese sentimient­o “anti militar” como forma de sustentar en él, parte del motivo para mantener la adhesión de sus adherentes.

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