Condena a un ex soldado por homicidio
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Si bien soy un abogado que ejerció el derecho durante más de 50 años – en las áreas de derecho civil, comercial, administrativo, laboral, etc. etc. – jamás lo hice en derecho penal, por lo que no me corresponde entrar a terciar en cuanto a la aplicación de normas del derecho interno, así como de los Convenios Internacionales. Sin embargo, quiero formular estas reflexiones ante una sentencia recientemente dictada sobre hechos ocurridos hace unos 50 años.
Todos sabemos lo que significa en el ámbito militar la orden del superior – aún si hubiera existido en la causa a la que nos referimos que mucho dudamos - y los efectos que causa su incumplimiento por lo que quiero recordar algunos elementos al respecto.
Durante la Primera Guerra Mundial, el soldado aliado que se negaba a salir de la trinchera a pelear, era fusilado al instante por el comandante o jefe del pelotón al que pertenecía.
En el Juicio de Nuremberg, los acusados sólo fueron los Jefes y Jerarcas, no así al personal de tropa, el que de hecho fue relevado de toda responsabilidad por seguir órdenes del superior.
Sin conocer el proceso judicial a que fue sometido el soldado respecto al cual recayó una sentencia de condena gravísima y al margen de las normas nacionales e internacionales respectivas, pongo totalmente en duda las pruebas que utilizó la Justicia para dictar esa condena, ya que descarto la existencia de prueba fehaciente – vista en vivo y en directo - lo que me lleva a recordar algo similar a lo que ocurre en casi todos los juicios de divorcio por riñas y disputas.
En estos procesos, las clásicas riñas y disputas graves y continuas ocurren en el ámbito interno del domicilio de la pareja; por lo que los testigos utilizados para así probarlo, todos sabemos que jamás o casi jamás, presenciaron los hechos, y ningún Juez se puso en inquisidor para ver si lo que declaraba era cierto. Pero una cosa es un divorcio y muy otra una condena penal, leve, grave o gravísima.
Es evidente que al conglomerado del partido hoy de oposición – formado en su origen por varias fracciones o partidos, y unidos luego al grupo Tupamaro que robó, secuestró y mató a muchas personas inocentes - le conviene mantener vivo y latente todo lo que ocurrió hace casi 50 años, de forma de tratar de mantener una cohesión y adherencia a sus, muy discutibles, principios.
Como síntesis de todo este razonamiento pretender hoy, luego de transcurridos tantos años condenar a un integrante del cuerpo militar de la época, totalmente intrascendente en cuanto al poder que podía ostentar, me resulta de una injusticia totalmente aberrante; como aberrante también me resulta que el F.A. persista en su política de procurar mantener vivo ese sentimiento “anti militar” como forma de sustentar en él, parte del motivo para mantener la adhesión de sus adherentes.