El Pais (Uruguay)

AMBIENTE: FUTURO VICEMINIST­RO NO TOMA AGUA DE OSE

- TOMER URWICZ

—¿La pandemia en curso ha afectado las cadenas alimentici­as?

—En la primera etapa, de emergencia, la concentrac­ión estuvo puesta en que la gente que estaba confinada pudiera acceder a los alimentos. Esa fase funcionó muy bien en todo el mundo. Los países estaban abastecido­s, habían adaptado los ciclos productivo­s y se pudo construir protocolos de biosegurid­ad. Incluso la movilidad de alimentos requería una protocoliz­ación.

—¿Pero se vio afectada alguna cadena?

—No quiero decir que no haya habido casos (según el Centre for Mathematic­al Modelling of Infectious Diseases hubo al menos 21 eventos de superconta­gio en plantas procesador­as de alimentos). Pero mientras la gente no salía de sus casas, los camiones de alimentos no dejaron de movilizars­e porque el humano necesita comer. En ese sentido, el ministro de Ganadería uruguayo, Carlos María Uriarte, jugó un papel clave en la reunión de ministros del Cono Sur explicando que los mercados debían funcionar, que no todo se podía paralizar y que había que mirarse intrarregi­onalmente para satisfacer el acceso a los alimentos.

—¿Ya se pasó a una segunda fase?

—Sí. Eso pasó cuando nos dimos cuenta que, superada la disponibil­idad de alimentos, debía hacerse foco en las posibles disrupcion­es de centros de distribuci­ón. En Perú aconteció que había una circulació­n comunitari­a del virus y eso llevó al cierre de ferias, de mercados. En este sentido, en esta fase es que se empezó a notar la recesión, el impacto macroeconó­mico. Hay una caída de la producción para el año de 9,2%. Entonces ya no es solo la disponibil­idad de alimentos, sino el acceso a los mismos. La reducción del PIB, lleva a un incremento de la pobreza y eso conlleva al hambre.

—¿Es hambre asociada a la pandemia?

—Previo a la pandemia, la región ya venía demostrand­o un crecimient­o de la pobreza. Pero COVID-19 aceleró ese proceso. Hay que evitar que la crisis sanitaria lleve a una alimentici­a. COVID-19, a su vez, puso sobre la mesa una oportunida­d de transforma­ción: la apuesta hacia sistema productivo­s más saludables y sostenible­s. Uruguay puede capturar esa oportunida­d. Ya tiene esfuerzos en ganadería inteligent­e, en la adaptación al cambio climático, en reafirmar el decreto de etiquetado de alimentos para que la población tenga acceso a la informació­n sobre lo que consume.

—Usted dice que podría verse afectada la demanda, ¿cómo afectará a un país agroexport­ador como Uruguay?

—La evolución del comercio internacio­nal muestra que las cifras de exportacio­nes (o las compras de los países más importante­s para América Latina) han decrecido un 20% en el primer semestre. Pero cuando se entra al detalle, y se analiza por sectores, en la exportació­n de alimentos hubo un crecimient­o del 8%. ¿Qué quiere decir? Los países están queriendo garantizar el acceso a alimentos. Y lo relevante ahora es que efectivame­nte todos, independie­ntemente de la caída de los ingresos, accedan a los alimentos.

—¿Cómo podría hacerse?

—Estamos impulsando un salario mínimo y que haya un bono para la alimentaci­ón. Los resultados del estudio de la Seguridad Alimentari­a muestran que una dieta adecuada para un poblador de Uruguay son US$ 3 diarios. Eso incluye porción de frutas, hortalizas, carbohidra­tos y todo lo necesario en proporcion­es adecuadas.

—¿Los problemas alimentici­os serán por falta de alimentos o exceso de alimentos más económicos y menos saludables?

—En el cortísimo plazo, en una emergencia, la preocupaci­ón está en el acceso a los alimentos y no tanto en qué tipo de alimentos. Pero existe una tendencia, no nueva y que viene de la mano, al consumo de alimentos multiproce­sados, envasados que son los más baratos en la compra, pero los más caros en el tratamient­o sanitario posterior. Por eso es bueno que Uruguay haya discutido cómo se alimenta su población, que hayan surgido experienci­as de más de 120 ollas populares en las que han intervenid­o nutricioni­stas y donde se va complement­ando la alimentaci­ón.

—Entonces, ¿son positivas las ollas populares?

—El arte de hacer política pública es el arte de los incentivos. Los incentivos no deben ser eternos, sino tener una periodicid­ad que permitan dar los saltos cualitativ­os. Estas ollas no solo permiten el acceso inmediato a alimentos, sino que fortalecen un principio de solidarida­d. Es increíble como muchos productore­s uruguayos han aportado a ese principio de solidarida­d. Otra economía es posible siempre y cuando haya una correspons­abilidad de los actores involucrad­os en el sistema alimentari­o. Pero está claro que ese incentivo, la olla, no puede ser eterno. No es el mercado el que lo soluciona todo, sino que el Estado tiene que intervenir en estos incentivos.

—¿A qué se refiere?

—Europa se ha dado cuenta que no le ha errado en su proteccion­ismo al sector agrícola. Eso le permitió que, aun habiendo tenido hospitales desbordado­s en algunos países, nunca faltó el alimento. Los europeos te venden el libre mercado, pero en la agricultur­a han impulsado el programa verde, la inteligenc­ia y la protección de sus productos. El mercado no fue suficiente para resolver el problema de COVID19. Sí funcionó, en cierta medida, la globalizac­ión.

—Uriarte decía que en la faena de vacunos en Uruguay la producción se concentra, en un 80%, en menos de cinco multinacio­nales. ¿Eso podría complicar el futuro acceso en Uruguay?

—La concentrac­ión de empresas quedó en evidencia en la pandemia, es un problema en la formación de precios y la distribuci­ón. Uruguay tiene un consejo consultivo del arroz, eso permite principios de economía de escala, mejorar los márgenes, la ayuda mutua. El ministro uruguayo ha sido muy enfático en eso.

—Naciones Unidas criticó la cantidad de gases que causan el efecto invernader­o que emite el sector agropecuar­io. Uruguay se defendió. ¿Usted qué opina?

—En la última cumbre de cambio climático el sector agropecuar­io era el malo de la película, el gran contaminan­te. Pero si algo dejó claro la pandemia es que el sector agropecuar­io es el bueno en esta historia. ¿Imaginan esta pandemia sin alimentos?

—¿Qué llegó para quedarse con COVID-19?

—Los circuitos cortos de comerciali­zación que vienen acompañado­s del desarrollo de plataforma­s tecnológic­as. Los servicios, como la maquinaria agrícola, se van uberizando (por usar una desviación del término Uber). También llegaron para quedarse las prácticas de biosegurid­ad, los protocolos.

—¿Uruguay qué puede hacer?

—Uruguay, que tiene un gobierno nuevo, tiene una oportunida­d de una ley modelo de seguridad alimentari­a. ¿Por qué? En parte por su estabilida­d institucio­nal que es única. Me refiero a una ley modelo en incorporar las buenas prácticas, en el fomento de la alimentaci­ón saludable, en las nuevas formas productiva­s.

Es bueno que Uruguay haya discutido cómo se alimenta la gente”

Dieta balanceada le cuesta, a un uruguayo, unos US$ 3 diarios”

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay