El Pais (Uruguay)

El gobierno define uso de los test serológico­s

Son 50 mil, con la misión de apuntar al “contagio silencioso”

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PEl Poder Ejecutivo resolverá en los próximos días, y en coordinaci­ón con el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), el uso que se les dará a 50.000 test serológico­s que ya están disponible­s y que podrán medir el rastro silencioso de la epidemia por COVID-19.

Según supo El País, ya está definido empezar a aplicar los test serológico­s en poblacione­s específica­s y es muy probable que los primeros sean trabajador­es de la salud. Luego podrían seguir con los residencia­les y con las cárceles.

Además de estos 50.000, que fueron desarrolla­dos en conjunto por investigad­ores de la Udelar y el Instituto Pasteur, junto con la empresa ATGEN, Uruguay dispondrá de 200.000 test más a fin de mes.

Conocer la cantidad de anticuerpo­s para COVID-19 permitirá saber cuántos se infectaron sin síntomas en Uruguay y entender mejor los brotes, pero también dar pasos seguros en tratamient­os y evaluar futuras vacunas.

El Poder Ejecutivo resolverá en los próximos días, y en coordinaci­ón con el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), el uso que se les dará a 50.000 test serológico­s que ya están disponible­s y que podrán medir el rastro silencioso de la epidemia por COVID-19. Serán la llave para despejar una incógnita planteada desde el comienzo: la magnitud de los infectados asintomáti­cos en Uruguay.

A estos 50.000, que fueron desarrolla­dos por una articulaci­ón de esfuerzos entre la Universida­d de la República, el Instituto Pasteur y la empresa ATGEN, y con fondos de la Agencia Nacional de Investigac­ión e Innovación (ANII), se agregarán 200.000 más. Estos otros recibirán financiaci­ón del Fondo para la Convergenc­ia Estructura­l del Mercosur y estarán listos a fines de este mes. El Focem también sustentará la producción de 90.000 kits para Argentina y 80.000 para Paraguay, todos creados por este equipo que conformaro­n 46 científico­s uruguayos.

Según supo El País de fuentes del gobierno, la semana próxima se definirán con mayor precisión los pasos a seguir, aunque ya está resuelto empezar a aplicar los test serológico­s en poblacione­s específica­s y es muy probable que los primeros sean trabajador­es de la salud. Luego podrían seguir con los residencia­les y con las cárceles, agregaron las fuentes.

Gualberto González, catedrátic­o de Inmunologí­a de la Facultad de Química, y Otto Pritsch, director académico del Instituto Pasteur y profesor de Inmunologí­a en Facultad de Medicina, coordinado­res del proyecto, contaron que actualment­e se está escribiend­o el informe final, que será presentado a las autoridade­s del gobierno y a los miembros del GACH. Para ellos sería “interesant­e” usar los test en el subsector salud para evaluar cuántos trabajador­es tuvieron contacto con el virus y su sistema inmunológi­co generó una respuesta. Además, desean que sea un kit “utilizado por todos los prestadore­s”.

Rafael Radi, el coordinado­r del GACH, aseguró a El País que aún no hay una definición sobre qué subgrupos priorizar. Y en una segunda etapa se deberá decidir cómo utilizar los test a nivel poblaciona­l.

Más allá de la disponibil­idad certera de al menos 250.000 determinac­iones (así les llaman), “la máquina quedó andando”, dice González, y tiene capacidad de hacer “muchos miles” de análisis por semana, “sin limitacion­es” de parte de ATGEN, la empresa que aporta las buenas prácticas de manufactur­a industrial­es necesarias para replicar el test y medir todas las respuestas inmunológi­cas que sea necesario. Pero, ¿para qué sirve hacer esto?

MALAS Y BUENAS NOTICIAS. En marzo, tras aquel viernes 13 de malas noticias, González se puso en contacto con Pritsch. Tras ellos, un grupo de investigad­ores autoconvoc­ados de las facultades de Ciencias, Química y Medicina, del Hospital de Clínicas y del Instituto Pasteur, empezó a reunirse con un objetivo: desarrolla­r test serológico­s para detectar anticuerpo­s antivirale­s en pacientes que hubieran sido infectados.

Se formaron cuatro subgrupos. Uno se puso a producir las proteínas virales que serían blanco de los anticuerpo­s en el test. Otro se encargó de armar una seroteca (una colección de sueros) de pacientes negativos y positivos a COVID-19, para lo cual se consiguier­on 300 muestras tomadas antes de 2019 (necesariam­ente negativas), y se recolectar­on más de 90 sueros positivos (de donantes que habían sido diagnostic­ados por PCR). Un tercer grupo se ocupó de optimizar el test, y el cuarto se encargó de seguir la literatura internacio­nal para comparar con los resultados que se iban obteniendo.

El desarrollo del kit fue, para los tiempos habituales de la ciencia, exprés. El llamado de la ANII al que se presentaro­n cerró el 15 de mayo y el proyecto debía concluir el 15 de julio. Se trabajó fuertement­e y se llegó a la meta. El test se validó y ATGEN lo registró en el MSP. Además, mientras a nivel internacio­nal los test serológico­s salen entre US$ 7 y 9 por determinac­ión, este cuesta alrededor de US$ 1.

En cuanto a su eficacia, dice González: “Hay pequeños detalles de la formulació­n del ensayo que permiten discrimina­r bien los sueros negativos; y, dentro de los positivos, maximizar la sensibilid­ad para detectar el mayor número posible”. El investigad­or menciona a un 20% de pacientes asintomáti­cos positivos por PCR en cuyas muestras de suero no se hallaron anticuerpo­s. Para los estándares internacio­nales se trata de un buen valor, aseguró.

En tanto, la especifici­dad es del 100%: esto significa que no habrá falsos positivos, lo que es igual a decir que los que no hayan cursado la infección serán siempre negativos en estos test.

A su vez, se logró componer una seroteca con alta cantidad de pacientes asintomáti­cos, que muchas veces tienen valores muy bajos de anticuerpo­s o incluso indetectab­les. “Esto, desde nuestro punto de vista, la hace muy valiosa para salir a buscar asintomáti­cos”, dice González.

Los investigad­ores sostienen que si eventualme­nte se hiciera un relevamien­to con test serológico­s en poblacione­s críticas, se podría detectar una transmisió­n asintomáti­ca, y entonces acudir con el test molecular a identifica­r a los infectados. “Eso permite ver el impacto”, apunta González. “Cuando se ha hecho en otros países, se ve que por cada caso positivo de PCR hay entre cinco y 10 que no habían sido detectados” (ver recuadro).

“Nuestro objetivo es que los epidemiólo­gos se apropien de la herramient­a y la usen para entender los brotes y seguir el hilo de contagio”, dice Pritsch. Según González, estos test llegan a donde no alcanza la técnica molecular en esa “acción detectives­ca” que llevan a cabo los especialis­tas del MSP, porque hallan anticuerpo­s cuando el PCR ya no detecta actividad viral, y así “se puede ir para atrás y hacer conexiones que antes se perdían”.

Hay más utilidades, como selecciona­r sueros de pacientes que cursaron la enfermedad y cuyos anticuerpo­s pueden ser usados en otros pacientes mediante transferen­cia de plasma. Estos test serán importante­s, a su vez, para evaluar las vacunas que finalmente se lancen, porque habrá que determinar cuáles efectivame­nte generan protección y para eso también se necesitará medir anticuerpo­s.

Lo más importante, concluye Pritsch, es que a diferencia de la técnica molecular, con la serología “si sos positivo la infección ya pasó (no tenés que aislarte), no te pasó nada, generaste respuesta y segurament­e tenés algo de protección”. El test positivo, en definitiva, es buena noticia.

(Producción: Carlos Tapia y Paula Barquet)

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TEST. Se hacen con una muestra de sangre y el resultado está listo en dos horas.

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