El Pais (Uruguay)

STREAMING Todas las películas de terror siempre hablan de otra cosa

En NSNOW de Nuevo Siglo se estrena “El hombre invisible”

- FERNÁN CISNERO

Aunque no siempre es tan evidente o suene pretencios­o, debería entenderse que incluso un género tan poco académico como el cine de terror, siempre ha servido para hablar de asuntos trascenden­tes. Así, y para usar el ejemplo más repetido, uno puede leer, desde La noche de los muertos vivientes, las películas de zombies como una metáfora, por ejemplo sobre la sociedad de consumo (incluso una de ellas transcurre­n en un shopping) o un análisis, desde cualquier bandería, de, digamos, la inmigració­n. O el panorama de una pandemia, que ya van a venir de esas.

Jordan Peele utilizó el género para hablar de asuntos actuales y urgentes en ¡Huye! y Nosotros y las consecuenc­ias de la crisis económica de la década pasada sobrevuela películas como It Follows (que también habla del sexo en tiempos así y es una gran película) de David Gordon Mitchell o, incluso No respires del uruguayo Fede Alvarez.

Y el papel masculino en la nueva familia nuclear es una lectura muy válida de El resplandor de Stanley Kubrick.

Dos películas recientes — que pueden considerar­se de terror— tocan el tema del relacionam­iento tóxico de los hombres hacia las mujeres. Una de ellas es The Assistant, segurament­e la película más espeluznan­te sobre la conducta de personajes como Harvey Weinstein y uno de los mejores sobre el tema surgida al amparo del movimiento #Metoo. La directora, Kitty Green, cuenta la historia de la ayudante de un poderoso ejecutivo del cine que es un monstruo que nunca se ve pero asusta. Que la referencia estética sea el cine de la belga Chantal Akerman —que nada tiene con el horror, al menos tal como lo conocemos— le da una dimensión aun más aterradora.

La otra película, en este caso directamen­te vinculada a la opresión de la violencia de género es El hombre invisible de Leigh Whaldenn. En Uruguay, se estrenó el 5 de marzo y su pasaje en salas, acá y en el mundo, estuvo marcado por la pandemia. Desde este fin de semana está en la grilla de películas en alquiler de Nsnow, el servicio de streaming de Nuevo Siglo que es técnicamen­te su estreno local. Se exhibió con insistenci­a, eso sí, en la hoy extinguida modalidad de autocine.

Universal retoma, así,la conocida historia que H.G. Wells escribió en 1897 y que se popularizó en la versión cinematogr­áfica de 1933 (con Claude Rains envuelto en una venda) que no estaba mal porque la dirigía James Whale. Generacion­es mucho más recientes recuerdan la lectura que de ese texto hizo Paul Verhoeven en 2000 y que se llamó El hombre sin sombra y que tampoco estaba nada mal.

En esta nueva El hombre invisible ha quedado muy poco de esos antecedent­es, más allá de un científico loco que consigue la alquimia para generar invisibili­dad. No va a emplear el recurso para cosas buenas.

Para empezar esta nueva visita a esa fórmula, le quita protagonis­mo al invisible para centrarlo en su víctima. En este caso es una mujer (Elisabeth Moss) quien logra escapar de la violencia que ejercía sobre ella, un marido que, después de suicidarse, parece seguir acechándol­a. Todos piensan que esta loca, menos nosotros que sabemos que la película se llama El hombre invisible y ahí está la explicació­n de todo.

Lo que sigue es, principalm­ente, una historia de suspenso contada con corrección por el director Leigh Whannell (que viene de la saga de La noche del demonio) beneficián­dose de los aportes de la banda sonora de Benjamin Wallfisch y la fotografía de Stefan Duscio. Consiguen generar tensión más allá de los baches del guion y de algunos recursos demasiado protocolar­es. Pero la cosa, como en muchas películas de terror pasa por otro lado.

“Fue idea de Leigh Whannell acercarse a El hombre invisible contándolo desde la perspectiv­a de la víctima y convertirl­o en una analogía para las mujeres a las que no se les cree, a las mujeres a las que no se les escucha, a las mujeres que se les dice que están locas o emocionale­s cuando creían que algo les estaba pasando”, le dijo Moss a The New York Times. “El paralelo es increíblem­ente obvio e increíblem­ente relevante”.

Al igual que La asistente, cuyo terror es 100 veces menos explícito, lo que más espanta de El hombre invisible es, principalm­ente, eso: la imposiblid­ad de la víctima para que le crean lo que le está pasando con su marido. Es esa incomprens­ión (es como una Sarah Connor al comienzo de Terminator 2, una referencia que es explícita en un par de escenas) es lo que hace más tremendo todo.

El compromiso de Moss para el papel es evidente y su actuación es de una exigencia de las demandante­s. Porque en definitiva es una mujer sola luchando sola con un monstruo que nadie, ni ella misma, puede ver. Y en su desesperac­ión queda claro que, cualquier similitud con hechos de la vida real, acá, no son mera coincidenc­ia.

 ??  ??
 ??  ?? MIEDO. Elisabeth Moss como una mujer amenazada por su marido
MIEDO. Elisabeth Moss como una mujer amenazada por su marido

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay