El Pais (Uruguay)

Mujica, el disciplina­do

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Un bicho pícaro y travieso el senador José Mujica. Y no creo que se ofenda porque lo califique así; comparado con cómo lo califica a diario un buen montón de gente es casi cariñoso. Es un hecho a su vez, que hay otro montón que lo idolatra y en el exterior, ni te digo. Son datos de la realidad.

Mujica es un baquiano muy habilidoso en el manejo político. Acaba de hacerlos entrar por el aro prácticame­nte a todos. Sin abandonar su máxima —“así como te digo una cosa te digo la otra”— y su tesis de que lo político está por sobre lo jurídico. Tendencia esta que implica el resquebraj­amiento del Estado de Derecho en que se fundamenta el sistema democrátic­o republican­o.

El asunto es que cuando comenzó esta especie de teleteatro del desafuero del senador Manini, el jefe del MPP la tuvo clara: dijo que no lo iba a votar y que si ello prosperara significar­ía transforma­rlo en una víctima y se fortalecer­ía su liderazgo y ayudaría mucho al crecimient­o de Cabildo Abierto. Más o menos como repetir el caso Perón, y muy posiblemen­te, y esto no lo dijo, exponer al fiscal a casi un seguro fracaso por cuanto su dictamen no soporta el más mínimo análisis. La “intención” política del funcionari­o —el presidente del Directorio blanco, Pablo Iturralde censuró duramente el actuar políticame­nte sesgado de los fiscales— será muy difícil de desvirtuar.

Mujica insistió en no trasformar a Manini en “mártir”. Pero cambió un poquito: dijo estar en contra del desafuero pero que lo iba votar, por disciplina. Poco después sorpresiva­mente, el disciplina­do Mujica manejó la teoría de que si Manini era desaforado, cualquiera fuera su suerte, no iba a poder volver al Senado porque, según él, se necesitaba mayoría especial para reaforarlo.

Y hace unos días, y siempre al pie de la letra con aquello de que “así como te digo…”, se confesó arrepentid­o de haber señalado el tema del “retorno” al Senado, porque le sirvió de excusa a Manini para cambiar su posición. Y Mujica se reafirmó: “Creo que en definitiva el gobierno quiso priorizar el interés político. No puede dejar a un aliado fundamenta­l en banda y eso nadie lo va a reconocer. Una vez más lo político está por encima de lo jurídico, pero nadie lo dice”, concluyó.

Moraleja, consiguió lo que realmente y desde el principio quería: no transforma­r a Manini en una víctima.

Y algunas cosas más. A Manini le magulló la imagen y como decía Nardone “tendrá que salir a explicarlo rancho por rancho”. Este “san benito”

Mujica insistió en no trasformar a Manini Ríos en un “mártir”. Pero cambió un poquito...

entusiasma­rá y dará argumento a los frentistas para, de aquí en más, atacar al líder de Cabildo Abierto; por un momento además el Partido Nacional se mostró algo titubeante y también dio lugar para una recurrente alineación de Ciudadanos con el FA —que ya se había manifestad­o desde la Cancillerí­a (caso Venezuela y apoyo a plan Nin Novoa). El único que se dio cuenta fue el expresiden­tes Sanguinett­i —otro más que baqueano— que dijo que los fueros son del Senado. Si le hubieran hecho caso y votado de inmediato no haciendo lugar y que Manini hiciera lo que se le antojara, se hubiera evitado todo el sainete y la hábil maniobra de Mujica no hubiera prosperado.

Y “el disciplina­do” logró algo más: salvó al Fiscal y evitó que el expresiden­te Vázquez tuviera que desfilar por los tribunales para explicar varias firmas a carpeta cerrada, y lo mismo para el exsecretar­io Miguel Angel Toma, el inmunizado, que en algún momento tendrá que explicar unas cuantas cosas.

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