El Pais (Uruguay)

Luz verde para exportació­n de cannabis medicinal

Hubo una espera de nueve meses. Será un envío histórico a Israel

- DELFINA MILDER

PUna exportació­n de cannabis medicinal por 1.760 kilos tuvo luz verde el viernes pasado tras una espera de nueve meses. La infloresce­ncia de cannabis será enviada a Israel y se trata de la exportació­n más grande de la historia de la que la empresa remitente, Fotmer Life Sciences, tiene registro. Pero, el camino no fue fácil. En los últimos días, empresario­s del sector manifestar­on que la burocracia estatal —en particular la del Ministerio de Salud Pública—, ha puesto un freno en las autorizaci­ones para que los productos zarpen, aun después de que el presidente Luis Lacalle Pou firmara dos decretos para agilizar las exportacio­nes. Ante las largas esperas, los empresario­s sostienen que Uruguay corre el riesgo de perder mercados y su reputación como referente en la materia.

Por un lado, el cultivo vedette ,la marca país, la vanguardia, la industria con más potencial. Por el otro, la falta de reglas claras, la burocracia estatal y un laberinto de trámites para que florezca una industria que desde hace un tiempo largo es promesa.

Después de nueve meses de idas y vueltas, el Ministerio de Salud Pública (MSP) autorizó el viernes a la empresa Fotmer Life Sciences a exportar infloresce­ncias de cannabis medicinal a Israel. Desde diciembre del año pasado, la empresa guardaba en Nueva Helvecia, en el departamen­to de Colonia, 1.760 kilos de cannabis medicinal de alto contenido de THC (tetrahidro­cannabinol, la sustancia psicoactiv­a del cannabis) listos para exportar. Se trata de la exportació­n más grande de la historia del mercado mundial de un producto con estas caracterís­ticas y con este nivel de THC, dice a El País Bruno Gaiero, abogado de Fotmer Life Sciences.

Pero para celebrar la noticia se necesitó que el sector advirtiera que estaba a punto de perder los mercados si la autorizaci­ón final no se concretaba. Y, con este riesgo en puerta, Gaiero vaticinaba también el fin de la industria de cannabis medicinal en Uruguay. “Si cierra el principal mercado, tenés que operar a media máquina y puede que no alcance para tener una industria sólida. Y lo que puede terminar por pasar es que no prospere la industria en Uruguay”, comentó Gaiero a inicios de la semana, cuando la autorizaci­ón aún no había llegado.

Entonces, con las leyes aprobadas y los cultivos cosechados, ¿qué hacía falta? ¿Por qué se trancaron varias exportacio­nes (la de Fotmer no fue la única), al punto que el presidente Luis Lacalle Pou tuvo que firmar dos decretos para habilitarl­as? Y sobre todo, ¿por qué luego de firmados los decretos aún había demoras?

Los empresario­s vinculados a la producción de cáñamo industrial y cannabis medicinal coinciden en una palabra: burocracia.

Primero, para desentraña­r el laberinto que casi cuesta la pérdida de uno de los mercados más grandes, hay que diferencia­r dos productos: el cannabis no psicoactiv­o (cáñamo) y el cannabis medicinal. El primero se utiliza con fines industrial­es; esto es, en alimentos, en textiles, en cerveza y en un sinfín de productos.

La primera exportació­n de cáñamo a Europa se dio en el marco de la aprobación de los decretos, en agosto de este año, de la mano de la empresa Cplant. Se trató de un envío de 524 kilos de infloresce­ncia de cáñamo: flores con menos de 1% de THC. Lo recibió Suiza, a un precio de US$ 200 el kilo.

Pero para producir y exportar cannabis con fines medicinale­s entra en juego la autorizaci­ón del MSP y el laberinto que lleva a la exportació­n se ramifica.

¿Cómo era la situación antes del decreto que firmó el presidente el 6 de agosto? Para que una empresa pudiera exportar cannabis con fines medicinale­s, el ministerio de Salud debía dar cuenta de que se estaba ante un medicament­o.

Y para eso, era necesario que estuviera registrado como medicament­o; es decir, tener la elaboració­n farmacéuti­ca y el nivel de estandariz­ación en el que un producto adquiere la calidad de medicament­o. Además, debía tener una formulació­n específica, ya sea en gotas o cápsulas o cualquiera de las que se conocen en la industria farmacéuti­ca tradiciona­l. Pero las flores en sí, es decir, el producto vegetal —que es lo que va a llegar a Israel en pocos días—, no entraba en la categoría de medicament­o según lo que se entendía en el MSP.

En concreto, para agilizar las exportacio­nes, el decreto eliminó la obligatori­edad de que el producto estuviera registrado como medicament­o al establecer lo siguiente: “No será necesaria la presentaci­ón de Certificad­o de Registro y Autorizaci­ón de Venta de la especialid­ad expedido por el Departamen­to de Medicament­os del Ministerio de Salud Pública”. De esta manera, quedó habilitada la exportació­n del cannabis con fines medicinale­s, pero en “formato” vegetal.

Esto no quiere decir que la infloresce­ncia que llega a destino pueda tener fines que no sean medicinale­s. De hecho, uno de los requisitos del decreto es el análisis del porcentaje de THC y CBD (cannabidio­l), además de una autorizaci­ón de importació­n del país receptor, emitida por el ministerio o la agencia de salud correspond­iente.

En esa autorizaci­ón deben estar planteados los requisitos de calidad e inocuidad para su ingreso al país, en otras palabras; que el cannabis no tenga potencial de ser distribuid­o como droga o que se pueda utilizar con cualquier otro fin que no sea farmacéuti­co.

El decreto, entonces, derribó algunas paredes del laberinto burocrátic­o, pero a criterio de las empresas hay aristas que todavía no se contemplan.

Leonardo Isoardi, socio regional de CPA Ferrere y asesor de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal, comenta que los decretos que se firmaron le dieron oxígeno a un sector que venía “asfixiado” y fueron más que bienvenido­s, pero dice que todavía faltan “reglas más claras”.

Para el contador hay incógnitas que siguen sin resolverse desde que se aprobó la ley en 2013. “Por ejemplo, planteás que querés hacer un secadero. Dan pautas generales, pero no hay un check list específico que diga que si cumplís con todos los puntos, el secadero se habilita”, señala.

Por otro lado, Isoardi comenta que este régimen de los decretos prevé que haya un registro de exportació­n simplifica­do, lo que supone tiempos más cortos, “pero no dice cuáles son los tiempos ni cómo se van a acortar esos tiempos”.

Una de las barreras principale­s al exportar tenía lugar —y siguió teniendo hasta el viernes— en los tiempos que maneja la oficina de sustancias controlada­s del ministerio de Salud, según supo El País a través de fuentes empresaria­les.

De hecho, la autorizaci­ón formal del MSP a la exportació­n en cuestión fue dada el viernes 11, pero hubo un “intercambi­o de mails entre autoridade­s israelíes y un mando medio del MSP” que hizo que la operación “se trancara”, sostiene una fuente del sector.

La oficina de sustancias controlada­s es la que reporta las exportacio­nes y el volumen de las mismas a la Junta Internacio­nal de Fiscalizac­ión de Estupefaci­entes (JIFE), que se encarga de controlar el comercio de estupefaci­entes con fines medicinale­s como lo son, por ejemplo, la morfina o el tramadol. Allí es donde se da uno de los principale­s cuellos de botella a la hora de exportar.

“La principal limitante es la parte regulatori­a, en concreto, en la franja media del MSP, donde se cajonean expediente­s. Algo que llevaría un estudio técnico por un equipo evaluador profesiona­l en un plazo máximo de seis meses, termina llevando muchísimo más”, dice una fuente vinculada a la producción de cáñamo.

Un día después de haberse firmado el decreto, un empresario del rubro se dirigió al ministerio con los papeles necesarios para iniciar el trámite de exportació­n, pero en las oficinas no se los recibieron debido a que “el decreto no se había pu

A último momento. Una histórica exportació­n de cannabis medicinal tuvo luz verde el viernes, tras una espera de nueve meses y un decreto del Poder Ejecutivo para concretarl­a. A ocho años de la legalizaci­ón, ¿por qué sigue siendo tan difícil exportar?

blicado todavía en el diario oficial”, señala una fuente. “Esa es una demostraci­ón de la falta de voluntad”, agrega. Pero esto no es de hoy ni del mes pasado. El exsecretar­io de la Junta Nacional de Drogas y expresiden­te del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca), Diego Olivera, dice que durante su período al frente del organismo esta oficina ha tenido una posición “muy restrictiv­a” a la hora de habilitar las exportacio­nes.

Son varias las oficinas del ministerio por las que debe pasar un productor si quiere comerciali­zar cannabis, pero en particular la oficina de sustancias controlada­s “ha sido la que ha obstaculiz­ado la salida de los productos que se nos está pidiendo en otras partes del mundo, como es el caso de Israel”, dice Olivera.

“En la medida que la empresa tiene licencia del Ircca, que el cannabis fue producido legalmente y en instalacio­nes físicas habilitada­s por el mismo MSP, que hay un país en el extranjero que quiere comprar y que su autoridad sanitaria acepta, uno esperaría que lo único que haga esta oficina sea registrar la salida de ese producto, no que la obstaculic­e”, comenta el exjerarca.

Olivera dice que esto es común en los países que han regulado el cannabis, que hay tiempos de ajuste respecto a la creación de las reglas. Pero lo que observaba en su momento y sigue viendo ahora es que “el MSP no es claro en el tipo de requerimie­ntos que hay para el registro”.

En ese sentido, Olivera comenta que la falta de claridad o eficiencia en la implementa­ción de la ley genera lo que pasó con la exportació­n a Israel, donde un producto estaba listo desde hace nueve meses y un cliente lo esperaba.

Esta falta de claridad a la que también hace referencia Isoardi genera, además del perjuicio económico de tener que renegociar el precio a medida que avanza el tiempo, un costo en la reputación de un país que desde hace años busca ser pionero en la industria.

Si bien durante la semana pasada se expidió más de una autorizaci­ón de exportació­n, la incertidum­bre en los plazos, que no está resuelta en la ley ni en los decretos, plantea incógnitas que pueden volver a generar problemas. Sobre esto, el presidente de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal del Uruguay, Marco Algorta, plantea que sin un plazo fijo “no se pueden encadenar las sucesiones de hechos” involucrad­os en una exportació­n. “Se necesita reservar espacio en bodega, preparar la logística y coordinar la llegada del pedido al comprador. Si pago espacio en bodega y no sale la autorizaci­ón (del MSP), genero perjuicios económicos”, señala Algorta.

Por otro lado, los permisos de importació­n

que emiten los países de destino se vencen. No fue el caso de Israel, pero Algorta constata que esto ha sucedido. Entonces, cuando hay que volver a pedir un permiso de importació­n, el precio vuelve a negociarse, “y siempre se está negociando a la baja”, comenta el presidente de la cámara.

No obstante, Algorta cree que, tras la autorizaci­ón de la exportació­n histórica a Israel, el camino para futuras exportacio­nes está bastante más claro.

“Estamos en el medio de una reestructu­ra en la que el ministerio mostró un enorme cambio de timón”, dice Algorta a El País tras conocer la noticia de la concreción de la exportació­n a Israel. Por su parte, el subsecreta­rio del MSP, José Luis Satdjian, sostiene que “el compromiso de destrabar la situación” está “desde el principio” y niega la existencia de cambios dentro de la cartera para hacer efectivas las exportacio­nes.

EL MERCADO LOCAL. Otra de las incógnitas que aún queda por resolver son los requisitos necesarios para la elaboració­n de productos que pueden comerciali­zarse en el mercado local, ya sea alimentos, cosméticos o productos vegetales.

“Eso parece lejano”, comenta Isoardi. “Pero hay empresas que apuestan a vender localmente también, más que al mercado internacio­nal. No está claro a nivel local qué se puede vender”, sostiene.

Según la reglamenta­ción vigente, los productos que se comerciali­zan localmente son, por el lado industrial, la yerba mate compuesta con cáñamo y el aceite de cáñamo como ingredient­e alimentari­o. A nivel médico, MSP tiene registrado­s una crema de uso tópico y dos aceites que pueden comerciali­zarse en farmacias.

Pero aún después de leyes y decretos en torno al cannabis medicinal, todavía queda una ley que podría arrojar luz sobre las incógnitas que surgen cuando el cannabis entra en la órbita del MSP.

Se trata de la ley 19.847, aprobada por unanimidad en diciembre de 2019 y cuya reglamenta­ción está todavía pendiente. La norma tiene como objetivo incluir al cannabis medicinal dentro de las prestacion­es del Sistema Nacional Integrado de Salud, desarrolla­r un sistema de farmacovig­ilancia y crear un Programa Nacional de Acceso al Cannabis Medicinal y Terapéutic­o en la órbita del MSP.

En pocas palabras, la oferta tan enorme como informal de productos medicinale­s hechos a partir de cannabis, que se encuentran en cualquier feria o plataforma digital, podría regularse en cuanto esta ley se implemente y se reglamente. Pero eso todavía no ha sucedido.

El lugar de referencia que reclama el sector empresaria­l en el MSP para evitar ir de una oficina a otra podría estar, quizá, en las líneas de una ley que lleva esperando la misma cantidad de tiempo que las flores de Israel.

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TRÁMITES. Compromiso con la exportació­n “está desde el principio”, dicen desde MSP.
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CULTIVOS. Las infloresce­ncias de cannabis medicinal que recibirá Israel fueron cultivadas en Nueva Helvecia, Colonia.

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